Mirarte puede salvarme de la muerte.
Puede salvarme del peligro y de mí mismo. De la vida de los otros.
De tu propia belleza. Mirarte puede salvarme de mis ojos que me
engañan. Y de tus ojos que me hieren. Mirarte me quita el dolor de
cabeza. Y me lo pone en el corazón. Mirarte me acerca a Dios. Y me
aleja de mí mismo. Y me acerca a un destino que no entiendo. Y me
elevo. Y soy bueno. Y soy alto y fuerte. Y soy digno de ti y de mí y
del nombre que llevo. Mirarte es felicidad. Mirarte es la salvación
y el cielo y el infierno y el dolor y la cura y el calor. Y todo lo
demás.
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