La ciudad teme al invierno. Se
precipita de repente a su alrededor y tiembla como una mujerzuela
amenazada. La ciudad se queda gris y las noticias la amedrentan,
predicen frío y viento y lluvia y la gente se encierra en casa con
su odio y su dolor. La gente se encierra y dentro de las casas todo
queda, todo queda dentro de las gentes que se callan y se muerden.
Estos días te recuerdo y recuerdo el
amor que debí sentir por ti. Hace ya mucho tiempo. Tus orejas se
ponían rojas por el frío. Y yo me ponía tierno viéndolas. Quería
calentarlas y hablarlas. Pero no sé si lo hice. Mi búsqueda es
absurda. Sé que no estarás por ningún lado. Y sé que otra debería
ocupar tu lugar. Pero no quiero. Sólo quiero que la ciudad explote.
Los charcos reflejan los sucios
edificios de la ciudad. Dentro de ellos está el sexo y la muerte y
el asco y la maldad de las gentes. Se lanzan unos a otros, unos
contra otros. Todo es efímero y doloroso. Todo es así sin ti. Todo
está lleno de errores que sólo yo puedo corregir.
La ciudad teme al invierno. A mí no
porque no sabe quién soy. Estoy perdido buscándote. Y sé que tú
no me estás buscando a mí. Oír la palabra amor casi me hace
sonreír.
No hay comentarios:
Publicar un comentario