Al tercer mordisco me di cuenta de que eso que estaba comiendo no era carne. Estaba igual de duro que siempre, pero no era carne. Y además tenía cosas verdes y rojas por encima. La carne sólo las suele tener verdes. Así que no era carne.
Dado el color y que me encontré una figurita de porcelana dentro supuse que era el roscón de Reyes . Dado que ya había pasado mucho tiempo desde esa fecha entendí la dureza. Pero no porqué lo estaba comiendo. Aún así como tenía hambre y pocas perspectivas me lo comí. Nunca se sabe qué va a ocurrir mañana.
El segundo plato era turrón blando acompañado de peladillas y de postre había polvorones salteados. Que es comerse uno sí y otro no. Toda esa comida dura y desfasada estaba riquísima así que no me quejé demasiado. Pero al quinto día de comer lo mismo ya me pareció excesivo y le pregunté a mi mujer cuándo íbamos a terminar con aquello y ella miró los armarios y dijo, yo creo que para semana santa valdrá. Cosas de la vida.
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