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lunes, enero 17, 2011

CAFÉ

Entré en un bar y pedí una de esas cosas negras que ponen en los bares. La cosa esa negra suele ser amarga y tiene un olor muy fuerte, que a mí antes me hacía vomitar por las mañanas, pero ahora ya no. Antes yo no entraba a los bares a tomar nada. Me daba un poco de asco usar el vaso que ya ha usado otro, pero estoy muy enganchado a la cosa negra esa.
Normalmente me la dan con un sobrecito lleno de azúcar, pero a mí el azúcar no me parece de fíar desde que me picó tres muelas del lado izquierdo. Le he cogido mucha manía. La cosa negra esa sabe amarga y por esa la gente le echa azúcar. Aunque otros le echan cosas que no son azúcar, pero que dan el mismo asco, como sacarina y leche. Yo la leche no me la tomo ni loco. A saber de dónde ha salido.
La cosa es que tomo cinco o seis de esas cosas negras todos los días y desde entonces parece que me entero de todo, que estoy más despierto. De hecho ya sólo necesito dormir tres horas al día. Claro que me duele la espalda, pero ahora estoy aprendiendo un montón. Como que las tardes soleadas son fabulosas para ir de paseo, aunque las aproveches. Cosas de la vida.


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