Ella cada vez piensa más y más en los tacones. En el trabajo las compañeras la ven desmejorada, preocupada. No se han dado cuenta, sin embargo, de que ahora lleva zapatos ruidosos, zapatos que tienen mucho tacón. Tampoco se han dado cuenta de que se perfuma mucho. A veces, ante el espejo, ante la caja registradora al ir a pagar una de esas cosas, se pregunta si eso es necesario si no estará comprando calma, si no estará siendo objeto de una crisis de confianza. Al mirarse no se ve tan joven, no ve exactamente lo que antes veía, lo que querría ver.
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