Pese a que los
grandes de la novela negra han sido tradicionalmente los escritores
en lengua inglesa, desde Conan Doyle hasta Chandler, con todo el
cambio de registro que eso supone, hay una gran tradición de este
tipo de novelas en otras lenguas y latitudes. La literatura en
francés, pese a tener normalmente un componente menos populista, ha
dado también grandes autores en este género. El mayor es sin duda
Simenon, pero también hay otros como Leo Malet que hablaron de
crímenes y detectives, con un aire a Hammet y a Chandler en sus
escritos.
Néstor Bruma es el
detective de Malet y con cierto parecido al agente de la continental
de Hammet o al Philip Marlow de Chandler, se mueve en el París de
posguerra, que se manejaba con cierta alegría por la victoria y por
haberse sacudido el dominio alemán. Pero muchos ecos de la guerra
quedaban aún en la época, excombatientes que no se adaptan, deudas
por pagar y cierta costumbre a la violencia.
Ese ambiente de
posguerra y ese detective son los que toma el dibujante Tardi para
llevar al cómic la obra de Malet. En un blanco y negro que le da
mucho tono de cine negro a la obra y con unos diálogos chispeantes y
llenos de ironía, Bruma se lleva golpes y los reparte en el París
alegre de los 50 y los 60.
Conocido por su
visión de la Primera Guerra Mundial, sobre todo por La Guerra de las
Trincheras, Tardi ha adaptado sus novelas favoritas de Malet con
sentido del humor, pero sin suprimir ni un ápice de la dureza que
estas muestran, pues son en muchas ocasiones el género más cercano
a la tragedia griega.
Reyerta en la Feria
es una de esas adaptaciones, en las que Bruma, por casualidad, se ve
inmerso en un caso truculento, donde la familia, los amigos y el azar
se unen para dejar un gran reguero de cadáveres y una radiografía
de la condición humana, para la que el dinero, el poder, el sexo y
el yo están por encima de todo.
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