La expulsión del
hombre del paraíso, cualquiera que sea este, real o imaginario, es
una de las grandes tragedias del hombre. La colectiva es la expulsión
de ese paraíso en el que incialmente morábamos. Ese paríso puede
ser el bíblico, pero hay otros de los que hombres posteriores han
sido arrancados, expulsados, a reinos de dolor, a infiernos en vida.
Tras la proclamación de la república, la dictadura de Franco fue
para muchos la caída en el infierno, y sobre todo la subida al cielo
de esa república que ha llegado a ser en el imaginario casi tan
ideal como la de Platón.
Pero también los
paraísos personales caen. La infancia, como gran paraíso del
hombre, queda caída con la edad adulta que nunca es como se piensa.
El amor, como paraíso privado de cada uno, puede llegar a caer y
confundir en el infierno a los que no pudieron salvarse y
conservarlo. Paraísos perdidos siempre.
Nadie mejor que John
Milton supo reflejar, en una fastuoso poema épico, la pérdida de
ese paraíso ideal y bíblico por parte del hombre. Milton, ciego,
cerca de la muerte y proscrito por la sociedad, compuso este poema
épico religioso, en el que se muestra la caída en desgracia del
hombre.
Pablo Auladell ha
traslado el poema épico de Milton a viñetas y lo ha transformado en
un cómic para la editorial Sexto Piso, que ya ha trabajado en el
mismo sentido con otros textos como Moby Dick.
Con escenas que
muestran toda la crudeza del infierno, de la pérdida del paraíso,
con la caída del hombre, esa perfecta criatura que se gana su
destino a base de errores, y manteniendo la tensión en la narrativa, sobre todo a base de impactantes viñetas,
Auladell ha sabido llevar a otro medio de expresión una de las obras
magnas de la literatura inglesa, una obra que repasa la misma
trayectoria del hombre, la caída siempre, la constante pérdida de
su felicidad por su propia culpa, por su inmensa culpa.
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