Cuando en Alta
Fidelidad de Nick Hornby Rob se pregunta si escucha canciones de amor
porque está triste o si está triste porque escucha canciones de
amor, en realidad se está preguntando si la tristeza es suya o si la
tristeza le ha sido impuesta desde fuera por la situación que vive.
El personaje de Hornby ha sido abandonado por su novia y escucha y ha
escuchado miles de canciones sobre el amor y sobre su tristeza.
Esa sensación de
extrañeza ante sí mismo y lo que siente se puede extrapolar a toda
la cultura popular y lo que sentimos. ¿Sentimos algo o están
nuestros sentimientos predefinidos? Y no sólo nuestros sentimientos,
incluso nuestra historia, ¿está predefinida y se desarrolla luego
tal cual lo hace en la cultura pop?
Las canciones, en
más de un noventa por ciento dedicadas al amor, nos dicen cómo debe
ser el amor, cómo debemos sentirnos al encontrarlo, incluso cómo
encontrarlo y qué sentir cuando lo perdemos. Pero también el cine,
desde Disney hasta las películas románticas, Disney para adultos,
nos indican esas pautas. El diario de Noa, Todos lo días de mi vida
y otras ficciones similares muestras historias de amor que después
queremos repetir.
Las Barbies y los
Action Man son modelos también que desde niños contemplamos como
deseables, por su físico, por sus condiciones de vida. Lo mismo
sucede con los superhéroes. Y pasa también con la poesía,
idealización del amor y de la vida en los poetas más conocidos y
más vendidos (Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de
un Neruda casi adolescente, Rimas de Bécquer, un tanto banalizadas).
Incluso la pornografía nos muestra una realidad idealizada donde el
sexo es mucho más, mucho mejor de lo que luego se experimenta.
Toda la cultura
popular nos indica cómo vivir, cuál es el modo correcto de sentir,
qué debemos sentir, cómo debemos actuar, cómo deben ser nuestras
historias, qué es lo que nos va a definir (salud, dinero y amor, y
el amor, como tema principal sobre todo lo demás). Luego, la
confrontación entre ese ideal, esa cultura popular que nos rodea
desde que nacemos y la realidad, nos causa una enorme sensación de
estafa, como si en nosotros, y sólo en nosotros eso no se hubiera
cumplido, la promesa hubiera sido una mentira.
Ciertos autores,
contraculturales tal vez podríamos llamarlos, hablan de una forma
directa o metafórico de esa estafa, Chuck Palahniuk, Luis Cernuda
incluso Pedro Salinas con su poesía amorosa conceptual pero alejada
del idealismo, Albert Camus o Nirvana y el grunge y el punk y muchos otros
vieron la estafa y la trataron y la señalan con el dedo. Pero está
tan dentro de nosotros, de nuestra vida diaria, que hasta que no nos
afecta, no nos estafa, no la vemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario