Cualquier tipo de
traducción tiene muchas dificultades, captar los matices de una
lengua, las palabras exactas, la elección de una y no otra que más
o menos significan lo mismo, siempre conlleva una enorme
complicación. Esa complicación inherente a la traducción es aún
mayor si lo que se piensa cambiar de lengua es poesía.
La poesía está
hecha con palabras muy exactas, con palabras muy seleccionadas que
marcan un ritmo, unas asociaciones, una sonoridad que hacen que
cambiar de lengua un poema sea algo más que complejo, algo casi
imposible.
Y esa complicación
crece aún más si lo que se pretende variar de idioma es poesía
vanguardista, hecha ahora más que nunca, con palabras que remiten a
significados abstractos, sensibles, diversos y complejos que a veces
es imposible entender en la misma lengua del poema, y mucho más,
muchísimo más traspasar eso a otro idioma.
A los 34 años T. S.
Elliot publicó en Inglaterra La tierra baldía, un poema que cambió
la percepción y el desarrollo de la poesía, un poema que habla de
la poesía moderna, de la poesía clásica, que habla del hombre y
del mundo, un compendio temático de toda la poesía habida hasta el
momento. Con giros y metáforas extraños, vibrantes, inquietantes,
trasladar el texto al español siempre ha sido un desafío para los
traductores y los poetas que, con más o menos fortuna, lo han
intentado.
La editorial Lumen
lanza ahora una nueva traducción a cargo de Andreu Jaume, que con
gran trabajo ha intentado trasladar lo más fielmente posible las
palabras de Elliot, un trabajo casi imposible, la de recrear la
poesía, volver a hacerla igual pero en otro idioma, en otro código
diferente, con otros instrumentos y queriendo decir lo mismo.
Un trabajo que
pretende acercar esta gran obra de la poesía moderna a los lectores
en español, que lucha contra el lenguaje para volver a hacerlo, que
intenta que el poema se redoble, se duplique, y sobre todo que
permite que Elliot, más o menos fiel, pueda ser leído.
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