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jueves, junio 26, 2014

LA PERDURACIÓN DE LA FAMA


Los periódicos escupen continuamente noticias sobre el Greco, sobre su exposición, sobre su modernidad, sobre su hijo, sobre su homosexualidad, sobre su vigencia. Muerto hace siglos, el griego de Toledo sigue dando que hablar, sigue en el día a día, sigue, en cierta forma, vivo.

Durante el Renacimiento se habló de una segunda forma de vida, de una forma de perduración en este mundo que, sin embargo, es tan efímero. Ese forma de quedar, de permanecer es la fama. Realizar algo loable, perdurable, recordable.

Sin duda es lo que le ha sucedido al Greco, pero también a muchos otros que en sus campos destacaron. Consiguieron, tal vez a propósito, tal vez por un mero accidente o por casualidad o incluso a su costa, seguir vivos durante años y años.

Esa idea de la fama como vida futura ya está en las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique que consiguió su objetivo de que la vida de su padre quedara para siempre inmortalizada, de que su padre no muriera del todo nunca. Rodrigo Manrique, inmortalizado por su hijo, sigue vivo para muchos que lo recuerdan en sus acciones y en los versos de su hijo, que pasó con él a la historia.

El mismo Juan Ramón Jiménez habla de algo similar, de una perduración de la belleza y de la poesía en algunos de sus poemas. Con su magistral manejo de conceptos abstractos, Juan Ramón sabe que puede conseguir una vida más allá de la que ha vivido, y sin duda lo consiguió, viviendo además como en vida, rodeado de admiradores y difamadores, de justos y de maltratadores.

Cuando el último de los asistentes al concierto de anoche de los Rolling haya muerto, es probable que el eco de ese concierto perdure, pues para eso son estos eventos, para contarlos para perpetuarlos más que para vivirlos. Habrá sido contado y recontado, pasado de generación en generación. Entonces la fama lo mantendrá vivo. Porque la fama mantiene con vida lo pasado. Sea o no necesario.


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