Durante muchísimos años Western fue sinónimo de aventuras. Las películas de acción aún no eran habituales y mucho menos estaban ambientadas en el presente. Eran los westerns junto con las películas bélicas las que daban a los espectadores la dosis de acción que andaban buscando.
Antes de eso, fueron las novelas del oeste las que triunfaron y las que consolidaron un género. Esas novelas fueron el germen de las películas y contaban ya las mismas historias que después pasarán a las películas.
De hecho muchas de las grandes obras cinematográficas del género parten de novelas o cuentos del oeste que tuvieron cultivadores en casi todos los países, desde Estados Unidos a Alemania o España, con el gran triunfador Marcial Lafuente Estefanía.
Pero el género se agotó. Las historias del oeste fueron tan repetidas que se convirtieron en clichés y poco a poco fueron perdiendo importancia. Pero nunca desapareciendo. En la actualidad aún podemos encontrar westerns que se hacen y se disfrutan.
No sólo la novela y el cine han servido a las historias del oeste. También el cómic. Y partiendo de una historia del oeste trazó Luis Durán su Caminando por las colinas de arenas, tal vez su mejor obra.
Conociendo y trasgrediendo las normas del género, Durán cuenta una historia que no es sólo la de un héroe, la de un luchador o la de un cobarde, esa historia es simplemente la de un hombre colocado en una circunstancia extrema y su reacción a la misma. Una obra que admite y soporta bien las lecturas y relecturas que se le quieran hacer.
Como en el caso de la obra de Durán, muchos otras obras ambientadas en el oeste parten de las historias tradicionales del género para ir más allá. El Western es todavía un género para disfrutar, con el que se pueden hacer grandes cosas. Y con el que afortunadamente siempre podemos contar.
Antes de eso, fueron las novelas del oeste las que triunfaron y las que consolidaron un género. Esas novelas fueron el germen de las películas y contaban ya las mismas historias que después pasarán a las películas.
De hecho muchas de las grandes obras cinematográficas del género parten de novelas o cuentos del oeste que tuvieron cultivadores en casi todos los países, desde Estados Unidos a Alemania o España, con el gran triunfador Marcial Lafuente Estefanía.
Pero el género se agotó. Las historias del oeste fueron tan repetidas que se convirtieron en clichés y poco a poco fueron perdiendo importancia. Pero nunca desapareciendo. En la actualidad aún podemos encontrar westerns que se hacen y se disfrutan.
No sólo la novela y el cine han servido a las historias del oeste. También el cómic. Y partiendo de una historia del oeste trazó Luis Durán su Caminando por las colinas de arenas, tal vez su mejor obra.
Conociendo y trasgrediendo las normas del género, Durán cuenta una historia que no es sólo la de un héroe, la de un luchador o la de un cobarde, esa historia es simplemente la de un hombre colocado en una circunstancia extrema y su reacción a la misma. Una obra que admite y soporta bien las lecturas y relecturas que se le quieran hacer.
Como en el caso de la obra de Durán, muchos otras obras ambientadas en el oeste parten de las historias tradicionales del género para ir más allá. El Western es todavía un género para disfrutar, con el que se pueden hacer grandes cosas. Y con el que afortunadamente siempre podemos contar.
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