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domingo, abril 08, 2012

HUIR

Miguel ha salido a correr. A veces lo hace sin convicción, sólo por costumbre. Se ha acostumbrado al hecho de calzarse las zapatillas, ponerse la ropa, ajustarse la cinta del pulsómetro. Cuando comienza el pulso se le dispara, pero poco a poco, respirando lentamente, con zancadas cortas va bajando el ritmo de su corazón.
Todo eso forma parte de una rutina. Respirar. Concentrarse. Pensar en el ritmo. Miguel no se pone música para correr. Le gusta que sus sentidos estén atentos a todo. Que vean y oigan cuanto sucede a su alrededor. Pero al rato todo desaparece y sólo está él y su respiración. Ni siquiera tiene la sensación de estar corriendo. Sólo de que se mueve.
No piensa en nada Miguel. Y se le queda la mente limpia, vacía. Puede aclararse. Saber qué sucede y por qué. Piensa en Sonia. En que se ha equivocado. Y por eso corre más. A una velocidad mayor. Va a ser su penitencia hoy. Trata de hacerse daño. El dolor expía los pecados y ayuda a olvidar. A perdonarse.
Pero lo que aún no sabe Miguel es el por qué de su error. En qué está mal lo de Sonia. No ha encontrado la respuesta. Aunque al menos ha podido huir.





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