Nunca creamos una barrera contra ellos. Nunca separamos de los demás. Siempre fue algo natural. La predisposición del uno por el otro. La necesidad de estar solos. Pero los otros siempre han estado en nuestra vida. Como oposición a lo que somos algunas veces. Como complemento a nuestra vida, a nuestras cosas, nuestros días. Son historias distintas a la nuestra que por estarla viviendo no era fácil de contar y había que contarla a alguien que no fuéramos tú y yo. Tú y yo. Nosotros. Y luego los otros. Ellos. Como todo aquello que no somos nosotros, como espectadores y espectáculo en nuestras vidas.
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