En las sociedades actuales hay pocos malos. Malos verdaderos me refiero. Por eso la gente odia tanto a su jefe. Aún cuando los jefes no suelen ser más que pringados que cumplen con su trabajo de pedirte que trabajes como tienes que hacerlo. Ya no hay malos como los de antes, como los grandes dictadores que mataban millones de personas (ahora matan cientos y ya se pone el grito en el cielo) o como los tipejos tipo Moriarty y compañía.
Por eso la prensa, que también anda buscando héroes, busca los malos y los señala. Es probable que nadie sea más odiado que los controladores aéreos, los tipos más malos del mundo según todos sabemos. O según cuentan los periódicos y las televisiones. Aunque probablemente no sean tan malos y muchos de ellos sólo piden justicia. Aunque esa palabra no sea nunca la justa.
Los próximos malos serán los empleados de AENA que han convocado una huelga e impedirán que mucha gente viaje. A mí no me parece mal hacer una huelga. Y me parece lo normal hacerla cuando más repercusión tenga. Y cuando afecte a más gente. Se tiene que notar que es una huelga.
¿Es esta una huelga justa? Vaya usted a saber. Ni lo sé, ni tengo muy claro si quiero o no saberlo. Sólo intuyo que estos hombres serán declarados malos oficiales. Como lo han sido los empleados del Metro, de la EMT, los controladores, los funcionarios o todos aquellos señalados por la prensa. Veamos quién es el bueno de la película. Las víctimas ya sabemos quiénes son.
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