Los días en la ciudad se repiten como las frases de este diario. Un día y otro tienen la misma densidad, las mismas palabras como las frases que ocupan estas páginas. No se pueden hacer los días distintos, la gente camina por las mismas calles, usa las mismas frases. Y yo las mismas palabras.
La ciudad se repite a sí misma todos los días. Da igual la lluvia, el hielo, el frío, el calor. Todo se ve rebasado por la humanidad de sus habitantes. Por la fragilidad de sus ideales y de sus palabras. Todos se mienten, primero a sí mismos y luego a los demás.
Los días en la ciudad se resuelven de la misma manera, y a veces resulta imposible separar unos de otros, diferenciar unos de otros, adivinar qué día pasó qué. Igual en este diario se repiten los días y las palabras, haciendo de él una amalgama absurda e indefinible, ¿por qué no dejo de escribir y me lanzo a por la ciudad, con toda mi fuerza, con toda la violencia que voy acumulando en mis manos cada día más frágiles?
Los días en la ciudad se repiten como las frases de este diario. He aquí un ejemplo más, una noche más, un día más que se resuelve en sexo, en impotencia, en amor huido o podrido. Sería tan fácil hablar contigo.
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