La terapeuta sigue empeñada en hurgarme el inconsciente. Dice que ahí tiene que haber algo raro, que si soy así no puede ser que eso no tengo algo raro. Creo que sigue creyendo lo de que estoy enamorado de alguien y que no quiero decirlo. Pero no me lo dice porque sabe que el tema me aburre.
Mientras estoy convencido de que la tía se lo pasa fenomenal conmigo y sobre todo con los patos. Que le encanta venir a tomar cervezas, y al estanque a nadar. Me parece que no pensaba que esto pudiera ser así, que ella pensaba que se iba a aburrir. Pero los patos es que son la leche.
Me hace preguntas cuando estoy despistado para sonsacarme. Y también cuando estoy borracho. Pero como ella también está borracha pues no nos acordamos ninguno de los dos. Y los patos tampoco es que vayan muy sobrios.
Así que ahí andamos todos, un poco ebrios y sin recuerdos. Qué felicidad.
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