Te apareces. Te apareces en mis palabras, en mis gestos, te copio. Te apareces hasta cuando pienso en otras o estoy con otras y pienso en cómo sería si tú estuvieras aquí. Te apareces en mi camino, en mis pasos. Durante los pasos. Al final de ellos. En el motivo de empezarlos. Y te apareces tanto en lo que escribo, y tan exageradamente apareces, que me asusto a veces de mí mismo y de lo que soy capaz de escribir. Me extraño también cuando encuentro una frase que me parece innegablemente cierta y acertada. Y pienso en cómo es posible que esto que yo valoro tan parezca a veces tan bien.
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