Todo este tiempo ha estado la terapeuta aprendiendo hipnosis para ver si puede arreglar esto y yo puedo por fin dormir. Se ha pasado muchos días aprendiendo a decir, mira fijamente aquí, haciendo girar péndulos y haciendo que la gente croe.
Pero ya ha vuelto y por lo visto ha aprendido lo suficiente. La he visto con mis propios ojos hacer que el camarero nos invite a tres rondas. Y nunca invita a nada. Así que debe funcionar. Se ha puesto a arreglarme. Por lo visto no iba ser fácil porque ella no me hipnotizó y normalmente quitar la hipnosis de otro hipnotizador es muy difícil.
Lo intentó quemándome, con el péndulo, con la palabra clave (que por cierto no me la ha dicho para que vuelva yo solo a hipnotizarme), con golpes en la cabeza, tirándome al agua helada, emborrachándome, y con otro par de cosas.
Al final lo que ha funcionado ha sido muy simple. Me ha cogido la muñeca derecha y con dos dedos me la ha acariciado suavemente. He caído dormido en el acto, sólo me ha dado tiempo a decir: te he echado de menos. O eso me han dicho. Y yo no sé a quién me refería. Al sueño o a ella.
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