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miércoles, junio 23, 2010

CAMINANDO ENTRE SUEÑOS

Creo que la falta de sueño está empezando a hacer estragos en mi persona. No sólo por mi aspecto demacrado y asqueroso (tal vez también tenga que ver con que hace meses que no me corto el pelo y con que no me ducho hace semanas), sino también porque estoy empezando a tener alucinaciones.

Ayer vi cosas increíbles. O no las vi, las imaginé. Caminaba por la ciudad desierta, mientras una lluvia fina caía sobre mí. Resultaba no ser lluvia, sino el goteo de los aires acondicionados que trataban de mitigar el acuciante calor nocturno que nos tiene a todos a mal traer.

En una esquina me encontré con una mujer. Era alta y guapa. Estaba sola. Pensé que era una prostituta. Y lo era. La invité a tomar una copa. Me dijo que sí, que vale, pero que su tiempo valía dinero. Entonces dije que no, que nada de copa. Ella dijo, y por qué no follamos. Y como soy un hombre, esa frase hizo mucho impacto en mí. A cualquier hombre le pasa que si alguien, más si es del sexo femenino, le dice esa frase se bloquea.

Yo me bloqueé. Y dije que sí. Saqué la cartera y le di un dinero. No sé cuánto. Mucho sueño, mucha hipnosis, mucha erección.

Fuimos a un lugar apartado, probablemente mi casa. Y allí comenzamos a enrollarnos. Llegados a un punto importante ella dijo, me quedo a dormir. Yo dije, vale. Intenté proseguir con mi tarea, pero ella no me dejó. Mañana por la mañana terminas. Ahora a dormir. Ella durmió. Yo no. En el ínterin comencé a masturbarme pensando en la mañana.

Pero llegó la mañana y ya no tenía fuerzas para nada. Así que la muchacha se fue, compuesta e inmaculada de mi casa. Nunca me ha pasado, me dijo, nunca me ha pasado.


En la calle

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