"Por fin fui al Nordeste. Tenia tantas ganas de ir después de tantos libros que leí de Jorge Amado, de conocer esta parte de Brasil y sobretodo Salvador de Bahia. Esta región que es tres vece mayor que España y que en población tiene más o menos la misma (50 millones). Es la región trópical de Brasil.
Cuando se habla de que en Brasil siempre hace buen tiempo, que siempre te puedes bañar em sus playas, se refeire al nordeste porque en invierno em São Paulo ya me han dicho que a la playa por poder, puedes ir, pero que se te congelas hasta los ....... em fin, también sucede con la población, la mayoría de los descendientes de los esclavos em Brasil se concentran allí. Lo que no quiere decir que em el centro o sur no haya un gran porcentaje de negros o mestizos sino que ese porcentaje según se va hacia el norte va aumentando vertiginosamente. La comida allí, también es diferente al resto del país. Alli sobretodo les gusta el picante (a los mexicanos creo que les gustaria, jeje) y cocinar con dende, osea, aceite de palmera.
No conozco toda la región, pero cuando llegamos a Salvador de Bahia alquilamos un coche en el aeropuerto y al dia siguiente seguirmos el camino del mar, bordeando la costa. El primer dia lo pasamos en Bahia y después de algunos sustos com los conductores de autobuses que se te echan encima, pasamos un dia en la playa bebiendo cervezas a la sombra. Al final escondiamos los cascos porque nos daba verguenza, estabamos rodeados. De ahi, al Pelouriho, la parte antigua y colonial de la ciudad. La verdad es que sus plazas, calles, casas... eran preciosas pero casi ni podias pararte a admirarlas porque en un segundo te rodeaba toda uma marabunta de gente pidiendote desde dinero a un cigarro, vendiendote collares, pulseras, solo podias respirar tranquilo cuando estabas em algún bar o terraza y eso porque los camareros se dedicaban a echarlos. Uma pena, la verdad pero también un agobio. Tengo que confesar que para mí un dia fue suficiente, solo queria marcharme de allí después de llevar años soñando com conocer la ciudad. Que se le va a hacer".
De todas formas lo pasamos bien, y aunque todos (incluidos mi amigo de São Paulo) avisaban de lo peligroso que es Salvador y de que tuvieramos mucho cuidado, terminamos em la playa tirados por la noche, acabando el dia con una botella de pacharán ¡No podia ser de otra manera!
Al dia siguiente como no, resaca y carretera y manta. Llegamos hasta el siguiente estado, Sergipe, y porque el camino nos llevo hasta un rio por el que no podiamos cruzar. Ahi paramos el coche, vimos un letrero de posadas y alli nos dirijimos. Ya estaba oscureciendo. Encontramos un lugar increible. Era una casa con una explanada enorme donde al fondo habia uma pequeña construción com cuatro cuartos que alquilaban.
En la casa principal fuincionaba un bar y em mitad de todo esto un techo com unas mesas. Os podeis imaginar, estabamos em la gloria sentados em las mesas, respirando aire puro y tranquilidad. Al dia siguiente por la mañana temprano cogimos uma barca y nos fuimos a Mangue Seco, un lugar de playas com dunas y miles de palmeras. A partir de este momentos los bosques de palmeras nos seguirian todo el camino, yo simplemente no sabia que existía tanta palmera em ningún lugar del mundo.
De allí al siguiente estado, Alagoas, em playa del Francés a solo 20 minutos de la capital, un lugar de arenas blancas y miles de palmeras. Allí encontramos nuestra casa: Santorini. Uma posada em la que habia uma casa grande dividida em apartamentos, nosotros estuvimos em uno de dos plantas, com barra de bar em la cocina, tres habitaciones, dos baños, terraza al jardin com hamacas, piscina, barbacao un lujo, estando alli nos preguntabamos que habiamos echo para merecer esto. Aprovechamos todo, piscina por la noche, playa por el dia, siesta em la hamaca, cena em la churrasquera... uma delicia. Y como tanta tranquilidad estaba afectandonos, seguimos para el norte rumbo a Pernambuco: Puerto Galinhas.
Otro lugar de playas paradisiácas que no llegamos a ver, porque llegamos por la noche y al dia siguiente amaneció lloviendo y com frio. Uma decepción a la que pronto nos sobrepusimos porque pensando que eran dias de carnaval, decidimos cambiar radicalmente, dejando la tranqulidad por la locura y el desenfreno de Olinda. Allí disfrutamos deun verdadero carnaval de rua (carnaval de calle), porque alli todo es gratis y libre.
Simplemente hay desfiles de gente tocando batucada y desfilando com unos muñecos gigantes tipicos de esta ciudad. Llegamos em un coche com Antonio un hombre que nos vio em la parada y se ofrecio a llevarnos, eso si, por un módico precio. Nos dijo que Olinda tiene el mejor carnaval porque la gente participa, no como el de Rio de Janeiro que simplemente vas al sambodromo a ver el desfile de las escuelas de samba y que además es gratis, no como el de Salvador que cierran las calles para que solo pasen los camiones com bandas de musica y detrás la gente que há pagado para ver el espectáculo. Me lo pase de muerte, cantando, bailando, como no, también bebiendo hasta el dia siguiente.
Fue toda uma noche de locura, como debe ser siempre uma noche de carnaval em Brasil. Horas después comenzó nuestro viaje de regreso, otra vez hacia el sur. Com paradas em Sitio del Conde y em nuestro restaurante de carretera preferido al que fuimos em la ida y conseguimos volver em la vuelta. Todo estava saliendo de maravilla, pero siempre digo lo mismo nada es perfecto y cuando ibamos a cruzar la frontera entre sergipe y el estado de Bahia nos paro la policia militar y al ver los papeles de nuestro conductor de primera se empeño em que no tenia los papeles em regla porque faltaba uma traducion de su permiso de conducir, vamos como si no se entendiera el español, después de mucha discusión y de amenazas del tipo aqui se queda el coche y teneis que pagar uma multa exagerada, el policia amablemente se ofrecio a ayudarnos y a encontrar uma solución a nuestros problemas que se reducia a pargarle 100 reales (unos 35 euros).
Yo fui la que tuve que tratar com él porque el conductor no sabia ni papa de portugues y os lo juro que casi me da un ataque, después de un año em Ciudad de México, sin pagar nunca uma mordida (bueno eso gracias a Felipe y su verborrea, que ya nos la quisieron meter un dia por pasar por direccion contraria) al final me toco pagarla em Brasil, era mi sino.
Después de este atraco a mano armada, llegamos a Salvador para pasar la noche por el pelourinho y el dia siguiente em uma de la isla de Bahia de Todos los Santos, donde fuimos em el barco que más se movia de la historia (casi hecho la primera papilla) y donde nos subimos a la primera combi, que nos llevo a un pueblo perdido, y ahi nos pusimos a andar sin sentido hasta llegar a uma playa perdida donde tuvimso que preguntar como volver a la civilizacións.
Para conseguir volver tuvimos que cruzar un rio, el hombre nos aseguro que no era profundo pero el agua cuando me llegaba más allá de la cintura me emepezo a preocupar y la corriente no era ninguna tontería, pero solo fue un susto, después comenzo a bajar. Volvimos a Salvador y allí después de muchos problemas em el aeropuerto, por el frio del aire aocndicionado que parecia que estabamos em el polo norte, vuelos que no aparecian em las pantallas, puertas de embarque confundias, etc.
Llegamos a são Paulo, a tiempo todavía de pasar el fin de semna todos juntos para la despedida. Fue un viaje maravilloso, deberia haber sido más largo pero no sepuede conseguir todo em la vida. La compañía, la mejor y como no el conductor ya lo he dicho de primera.
Un beso a todos".
No hay comentarios:
Publicar un comentario