No sabían bien cómo había sido pero eran los mejores amigos. Seguramente porque los dos estaban solos y no tenían a nadie más. Y seguramente también porque eran los excluidos, los que estaban fuera de todo, los que recibían las críticas, los insultos. Así como se necesitaban iban juntos y resultó que fueron grandes amigos.
En otros lugares se les hubiera llamado nerds o losers, pringados era como ellos se llamaban. Eran los pringados del pueblo, del lugar, del colegio, de la clase. Los demás serían los winners, los buenos, los que triunfaban.
Y así fue durante toda la juventud. Ellos se llevaban a todas las chicas, tenían el dinero, el mejor coche, tenían el poder y con él todo lo demás. Nuestros amigos sólo se tenían a sí mismos y los pocos que se les parecían que a veces se les acercaban.
Se produjo en los dos una visión diferente, uno quería que todo les fuera mal a los ganadores, que perdieran para reírse y que se les devolviera la moneda. El otro sólo quería estar tranquilo y vivir su vida y que pasara lo que tuviera que pasar.
Y la justicia divina fue haciendo lo suyo, puso a muchos en su lugar, embarazos, infidelidades, mujeres feas, calvicie, ruina, estupidez y otras muchas cosas les fueron pasando a esos winners. Uno de los nuestros se reía y disfrutaba. Al otro le daba un poco igual, aunque a veces sonreía. No quería que a nadie le fuera mal, pero pasaba lo que tenía que pasar.
Pero algo mortificaba horriblemente al que disfrutaba con el mal ajeno, había aquellos que seguían triunfando, pese a haber sido cabrones, muy cabrones aún disfrutaban del dinero, las mujeres y el éxito. Y eso no le permitía disfrutar del suyo propio, labrado con su propio esfuerzo. ¿Qué clase de justicia divina era esa? Preguntaba a su amigo. La que hay, contestaba el otro, que tampoco se explicaba lo que pasaba, pero bueno, qué más daba mientras a él la justicia aquella le dejara vivir tranquilo.
(Inspirado en un texto de Félix Chacón, publicado en el blog de este, http://felixchacon.blogspot.com/)
En otros lugares se les hubiera llamado nerds o losers, pringados era como ellos se llamaban. Eran los pringados del pueblo, del lugar, del colegio, de la clase. Los demás serían los winners, los buenos, los que triunfaban.
Y así fue durante toda la juventud. Ellos se llevaban a todas las chicas, tenían el dinero, el mejor coche, tenían el poder y con él todo lo demás. Nuestros amigos sólo se tenían a sí mismos y los pocos que se les parecían que a veces se les acercaban.
Se produjo en los dos una visión diferente, uno quería que todo les fuera mal a los ganadores, que perdieran para reírse y que se les devolviera la moneda. El otro sólo quería estar tranquilo y vivir su vida y que pasara lo que tuviera que pasar.
Y la justicia divina fue haciendo lo suyo, puso a muchos en su lugar, embarazos, infidelidades, mujeres feas, calvicie, ruina, estupidez y otras muchas cosas les fueron pasando a esos winners. Uno de los nuestros se reía y disfrutaba. Al otro le daba un poco igual, aunque a veces sonreía. No quería que a nadie le fuera mal, pero pasaba lo que tenía que pasar.
Pero algo mortificaba horriblemente al que disfrutaba con el mal ajeno, había aquellos que seguían triunfando, pese a haber sido cabrones, muy cabrones aún disfrutaban del dinero, las mujeres y el éxito. Y eso no le permitía disfrutar del suyo propio, labrado con su propio esfuerzo. ¿Qué clase de justicia divina era esa? Preguntaba a su amigo. La que hay, contestaba el otro, que tampoco se explicaba lo que pasaba, pero bueno, qué más daba mientras a él la justicia aquella le dejara vivir tranquilo.
(Inspirado en un texto de Félix Chacón, publicado en el blog de este, http://felixchacon.blogspot.com/)
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