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martes, diciembre 23, 2008

ESCRIBIR

El insigne escritor se levantaba cada mañana y escribía. Comía y escribía. Paseaba y después escribía. Cenaba y escribía.
Se pasaba el día llenando páginas y páginas y páginas y páginas. Sin temor a la repercusión de lo que escribía, ni a su belleza. Sin mayor temor a lo que escribía, a la página en blanco, a los problemas técnicos, éticos, estilísticos, lingüísticos.
Tanto escribió que un día incluso hasta consiguió escribir algo de literatura.

Escribiendo

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