No sé cuánto tiempo llevo pensando en ti. Ya se me va la cuenta. Llevo tanto tiempo pensando en ti, pienso tanto en ti, que a veces me aburro, y dejo de pensar en ti y pienso en otras cosas. Pienso en lo mal peinado que voy siempre, en que tengo los dientes sucios.
Pienso en que no he pagado la última birra. En que no quiero pagarla, pero que no la he pagado porque no me he acordado. Pienso en lo grandioso que sería acostarse con la camarera. Pienso que si me acuesto con la camarera habrá llegado el momento culminante de mi vida y entonces sólo me quedará una opción posible, retirarme.
Pienso en fútbol. Pienso en que los patos gritan mucho y comen mucho y vuelan mucho y se tocan mucho y están muy sucios. Pienso en lo poco que hablo. Y pienso en otra. Y en otras. Pienso en tantas. Y pienso que si ocupara el tiempo que uso en pensar en otras en hacer cosas ya tendría tres carreras.
Y pienso, no, no me voy a masturbar otra vez. Y pienso, no, no voy a usar ese teléfono otra vez. No voy a llamar a esa mujer. No voy a pagar ese precio otra vez. Y pienso en tantas cosas: en coches, en deportes, en la radio, en música, en filosofía, en teología, en el humor, en las papeleras inexistentes, en que tengo ganas de correr, en que la gente es gilipollas... y pienso y pienso hasta que otra vez pienso en ti. Me gusta pensar en ti.
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