Ronaldinho cobraba cada año más o
menos 100 millones de las antiguas y amadas pesetas, unos 600,000
euros, que dicho así parece poco, pero es un pastón, por beber coca
cola. Supongo que también por otras cosas, como decir que coca cola
mola o, sobre todo y tratándose de Ronaldinho, por tomarse los
cubatas con el líquido marrón y no con otras cosas, como el ginger
ale (que hacen que los cubatas estén mucho más ricos).
La cosa es que en una rueda de prensa
Ronaldinho aparecía con unas latas de Pepsi cerca, y Coca cola,
movida por su odio ancestral a la Pepsi y a la competencia ha
decidido despedir a Ronaldinho.
Lo raro es que no lo despidiera cuando
jugaba lamentablemente. O cuando protagonizó su propio vídeo porno
a la Banega. O cuando sacaba una tripa descomunal en los partidos que
indica que no tomaba precisamente coca cola light.
Si hubiera sentido del humor no le
hubieran despedido, porque es una tontuna salir ahí con pepsi. ¿Si
hubiera salido con una lata de Ginger Ale le hubieran despedido? ¿Y
con una botella de Whisky? Pues eso. Yo de pepsi le contrataba.
Bueno, yo de pepsi me contrataba a mí, que esa pasta me encantaría.
Y estoy dispuesto hasta a lavarme los dientes con pepsi. Amo la
pepsi. O empezaré a amarla cuando me paguen.
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