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lunes, abril 05, 2010

PRIMAVERA Y CALOR

Yo no sé qué pasa con la primavera. Primero me hace perder el sueño. Me pone nervioso. Me hace latir el corazón demasiado rápido. Y me pone muy tonto. Yo mismo no me aguanto y tengo que irme lejos de la gente para no darme de leches contra alguien más fuerte. No por nada, sólo por hacerme daño. Luego está la alergia. Nariz más roja aún. Mocos. Ojos rojos. Más mocos. Pastillas. Más pastillas. En fin.

Y encima está lo otro. La sangre alterada. El hecho de que cualquier cosa que veamos sea, en fin, deseable. Una fregona. Una señora ya entrada en años. Unos kilos de más. Todas esas cosas que nunca entrarían en nuestro imaginario un poco desgastado las encontramos aceptables con el subidón primaveral.

Fue en primavera cuando yo conocía a esa mujer. Hace ya años. Yo no tenía casa propia. Y nos íbamos por ahí a, bueno, ya saben a qué. Unas veces íbamos al campo. Pero ella esta también alérgica así que no había manera muchos días. Otras veces buscábamos cobijo en unos soportales en la plaza. Pero lo bueno fue lo de aquella vez. Estábamos tan calientes y no teníamos donde ir. Me apoyó contra un portal. La puerta detrás de mí hacía de tope. Y me la clavaba en la espalda. Era muy doloroso no se crean. La cosa fue subiendo. Pero pasaba gente. Ella me miró y dijo, si pudieras abrir portales. Yo miré el portal, la miré a ella y abrí, sin saber cómo, el portal cerrado. Fue la fuerza del calentón. Haría una canción del hecho, pero ya está hecha.


Abriendo portales de un calentón

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