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martes, enero 26, 2010

QUICIO

Nunca he sido ese tipo de hombre. Nunca lo he sido, de verdad. No he pensado qué hiciste antes de esto. Ni me ha molestado qué vas a hacer después. Ni que estás haciendo ahora. Quiero decir, que nunca he sido un hombre celoso, que nunca me ha preocupado que otro pueda disfrutar de lo mío. Como nunca he tenido nada mío, siempre lo he compartido todo, el concepto de propiedad y de exclusividad lo tengo muy difuminado. Excepto con mis artículos de escritura.

Y sí, no soy celoso. Quiero decir que si como ya me ha pasado, me pones los cuernos, no voy a matarte. No voy a molestarte. Es probable que te perdone. O que directamente no me importe. Siempre que tú estés aquí para mí cuando has de estar, ¿qué más da lo que hagas antes? A lo mejor si que me importaría el con quién. Porque claro, si te vas con un gilipollas, pues un poco gilipollas eres tú también. Pero nunca me ha importado.

Pero, cuando lo haces a dos metros de mí, cuando tengo que verlo y aguantarme, sí, me molesta. Me toca las narices. Los cojones. Me desquicia. Pero bueno, tengo un quicio amplío. O no.


Nadie es perfecto, así que por dignidad

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