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jueves, enero 21, 2010

EL DÍA DESPUÉS

Hay frases bonitas con palabras feas “vomité mi alma en cada verso que te di, que te di”. Es un verso muy bonito. Son palabras preciosas. Ya me gustaría a mí escribirlas o, aún más, decirlas en el momento adecuado.

A mí los vómitos me traen otras cosas. Son cosas feas y punto. Esto que cuento es una verdad verdadera. Conocí a una mujer. Yo conozco muchas mujeres, no os creáis, lo raro, no obstatnte, es que esa mujer se encapriche por mí. Pero pasó. Total, que si sí, que si no, que si te vienes a mi casa, que si dónde vives, que si voy, que si ven. Vino a mi casa. Yo feliz. No había pisado por allí una mujer desde que una paloma se posó en el alféizar el verano pasado. La cosa se calienta y ella, pues nada, que se desnuda. Yo, por no hacerle un feo y ser buen anfitrión me desnudo también. Y ya que estábamos desnudos, pues eso, follamos.

A la mañana siguiente ella se despertó y miró hacia mí, miró a su alrededor, pensó un poco, qué pasó anoche, qué he hecho, Dios mío, qué he hecho. Me levanté, me vio otra vez y pasó lo que tenía que pasar. Que vomitó.

Lo peor, que se largó corriendo, sin darme su número y tuve que limpiarlo yo.


No, esto no fue lo que pasó

1 comentario:

Abel dijo...

malditas noches malditas y mañanas con puñales disfrazados de rayos de sol cada vez que rozamos el cielo y de repente, alguíen nos dice, olvidate de esta noche, olvidate de mi y baja de ahí que ese no es tu sitio.

En fin, por lo menos hemos f...