De todas las vidas de Rubén Bravo la más clara era muchas veces la futura. Veía el porvenir, lo próximo como algo claro, evidente, cierto y no sólo posible si no seguro de todo punto.
Pensaba en lo que iba a ocurrir en los próximos meses en cómo sería la evolución de lo que ahora se desarrollaba. Veía las desconexiones entre las gentes, como unos abandonaban la amistad de los otros y se perdían.
Veía también cómo iba a llegar nuevas personas y cómo esas personas ocuparían los corazones, cómo se quedarían allí. Escribía, a su mudo, la novela de su propia vida, día a día, paso a paso.
No lo contaba nunca a nadie, o a casi nadie, pero tenía una idea diáfana de lo que sucedería, de que volvería todo a un cauce de normalidad que ahora se había perdido.
Y volverían los felices a ser felices. Y volverían los divertidos a divertirse. Y volvería el pasado a reconstruirse (no a repetirse, pero sí a rehacerse, porque tenía el pasado un prestigio innegable de felicidad no tan cierta pero sí aparente).
Ese pasado, o ese futuro estaba muy claro. Todos se recolocarían. Volverían a una vida normal y ya vivida. A una vida bonita e intensa, a una vida tal y como la deseaban.
Él volvería, una vez más, a estar solo.
Era su vida más cierta, por más que muchas veces quisiera equivocarse y que fuera todo lo incierta que pudiese ser.
Pensaba en lo que iba a ocurrir en los próximos meses en cómo sería la evolución de lo que ahora se desarrollaba. Veía las desconexiones entre las gentes, como unos abandonaban la amistad de los otros y se perdían.
Veía también cómo iba a llegar nuevas personas y cómo esas personas ocuparían los corazones, cómo se quedarían allí. Escribía, a su mudo, la novela de su propia vida, día a día, paso a paso.
No lo contaba nunca a nadie, o a casi nadie, pero tenía una idea diáfana de lo que sucedería, de que volvería todo a un cauce de normalidad que ahora se había perdido.
Y volverían los felices a ser felices. Y volverían los divertidos a divertirse. Y volvería el pasado a reconstruirse (no a repetirse, pero sí a rehacerse, porque tenía el pasado un prestigio innegable de felicidad no tan cierta pero sí aparente).
Ese pasado, o ese futuro estaba muy claro. Todos se recolocarían. Volverían a una vida normal y ya vivida. A una vida bonita e intensa, a una vida tal y como la deseaban.
Él volvería, una vez más, a estar solo.
Era su vida más cierta, por más que muchas veces quisiera equivocarse y que fuera todo lo incierta que pudiese ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario