El eminente doctor, candidato perenne al Nobel, y candidato ninguneado según todos los ganadores, que al final le alababan en sus discursos y en las posteriores ruedas de prensa, llevaba una vida basada en la observación, la anotación, el detalle.
El eminente doctor, especialista en cuestiones arduas y difíciles como eran las supercuerdas y las investigaciones sobre las dimensiones paralelas, seguía el método científico para todo. Para la comida (las patatas saben mejor tras haberlas frito exactamente seis minutos en aceite de oliva antes utilizado para freír huevos) para las relaciones sociales (el mejor amigo es siempre el que te llama en cuarto lugar cuando es tu cumpleaños) o en cuestiones variadas (los gatos siempre tosen al ser expuestos a la pelusa de las alfombras con un 30% de fibras sintéticas plásticas).
Pero el eminente doctor, eminentísimo, doctor honoris causa en varias universidades, admirado, querido, alabado, citado, consultado, fue conocido por la publicación de la más casual y tal vez banal de sus teorías.
Enunció lo siguiente un día: la capacidad de la vagina de una mujer va en relación directamente proporcional con el tamaño de su píe. O lo que es lo mismo: píe pequeño pequeña capacidad, píe grande gran capacidad.
La teoría adquirió fortuna y caló en la gente, hasta el punto de que los píes grandes eran mirados con horror por algunos hombres que pensaban que nunca rellenarían aquel gigantesco hueco.
Y sobre todo la gran consecuencia fue el abandono del doctor. Su mujer, conociendo su apego al método científico, se marchó al día siguiente de que el eminente doctor enunciara la mencionada teoría.
Enorme hueco a rellenar, vive Dios.
1 comentario:
Dioxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx, pero como puede haber tanta memez en el mundo!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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