Como todo es cuestión de estética, el profesor de ética, para el que sin embargo todo era cuestión de ética, naturalmente, fue a un centro de belleza a ver qué se cocía por allí. Y aunque creía fervorosamente que la belleza no está en el objeto sino en quién mira el objeto y en cómo lo mira, no pudo evitar una mirada a los pechos de la peluquera que le ponía la bata. Y pensó además que eran preciosos.
Pero siendo todo cuestión de estética el profesor de ética tuvo que amoldarse a la moda imperante y pese a que él tenía un personal concepción de la belleza, tenía una concepción individual y utilitaria y misteriosa de la belleza no le quedó otro remedio que asumir que era la estética la que dominaba el mundo y que la ética le importaba a él y a un señor de Cuenca, que no le conocía de nada.
Así que mirando a la chica que tenía delante el profesor de ética, confundido siempre en un mar de dudas morales sobre si lo que hacía, lo que pensaba o en quién pensaba era correcto o era moralmente reprobable, no pudo evitar pensar que era una mujer preciosa, que estaba hoy, ahora muy guapa y que la estética empeoraba mucho su aspecto.
De un modo recíproco la mujer que estaba delante del profesor de ética pensaba no en cuestiones morales sino estéticas y en que aquella camisa, aquellos pantalones y aquellos zapatos, aquel corte de pelo y aquel todo era mejorable si aplicasen algo de estética.
El profesor de ética, esta vez sí en su papel, continúo pensando en cuestiones morales concernientes a otras mujeres y a la que tenía ahora delante, y a la otra que tenía detrás y a todas en general. Y en una confunsión inmensa confundió la ética con la estética y aplicó cualidades morales a la belleza.
Gracias a Dios el profesor de ética salió al fin de sí mismo y de su ensimismación y dijo al fin: “sin pendientes estás mucho más guapa” ¡Y se quedó más agusto!
2 comentarios:
y si nos importará la ética y la estética a partes iguales? si somos capaces de fundirnos en un ser ético pero estético no nos iría mejor? o simplemente diferente? o nos volveriamos difinitivamente locos de remate?
Le importe la ética, la estética, o incluso si fuera o nbo profesor de ética, lo que realmente le preocupa a este tía es lo buena que esta la peluquera.
Publicar un comentario