Pese a que era un día de Junio, de principios del verano, tenía la sensación de que era un día de mediados del otoño, uno de esos días entre octubre y noviembre en que el aire mueve las hojas caídas de los árboles y apetece más irse a casa que estar por ahí haciendo el tonto.
Tenía, tal vez por ello, la sensación de que algo iba a pasar. Era una sensación incierta, de un nerviosismo que no podía explicar y que se le quedaba en algo así como un nudo en el estómago. El futuro es incierto y lo único que se sabe es que van a pasar cosas. No sabemos qué cosas. Pero cosas. Y se le ocurrían tantas que podían pasar o que quería que pasaran o que no pasaran o que no podían pasar y por tanto se le hacían en ese momento mucho más plausibles. El nudo en el estómago la inquietó y no pudo dormir bien durante la noche. El futuro vendría y no sabía por qué algo de él la inquietaba.
Pese a que era ya un día de pleno verano, casi quince de agosto, volvía a tener la sensación de que no era un día de verano, sino un día de otoño, otra vez un día de octubre o noviembre en el que el aire podía mover las hojas como movía ahora las banderitas de la feria haciendo ese ruido que tanto le gustaba desde pequeña porque significa feria, olor a algodón de azúcar y tal vez un peluche nuevo.
El tiempo había pasado y ese temor a que algo vendría se había esfumado hace tiempo. Y lo cierto es que pese a que habían pasado muchas cosas en realidad no había pasado nada de importancia, nada realmente reseñable (pese a que se pasaba los días refiriendo esas cosas a quien la escuchaba). Sus sensaciones habían sido erróneas. Pero el futuro estaba cada vez más cerca, el otoño llegaría con su calma y muchas cosas habrían de pasar. Sólo que ahora no sentía inquietud, ni nervios, ni miedo, ni siquiera esperanza. Sólo la confianza de que las cosas de alguna forma habrían de cambiar. No se sabía en qué forma, ni cuándo, ni cómo, pero cambiarían. Y sonrió pensando en el futuro incierto que no habría de quitarle, hoy ya no, veremos mañana, el sueño.
El tiempo había pasado y ese temor a que algo vendría se había esfumado hace tiempo. Y lo cierto es que pese a que habían pasado muchas cosas en realidad no había pasado nada de importancia, nada realmente reseñable (pese a que se pasaba los días refiriendo esas cosas a quien la escuchaba). Sus sensaciones habían sido erróneas. Pero el futuro estaba cada vez más cerca, el otoño llegaría con su calma y muchas cosas habrían de pasar. Sólo que ahora no sentía inquietud, ni nervios, ni miedo, ni siquiera esperanza. Sólo la confianza de que las cosas de alguna forma habrían de cambiar. No se sabía en qué forma, ni cuándo, ni cómo, pero cambiarían. Y sonrió pensando en el futuro incierto que no habría de quitarle, hoy ya no, veremos mañana, el sueño.
3 comentarios:
A veces, algo hace que en tus post me vea totalmente reflejada, estaremos conectado??
"El futuro es incierto y
el final siempre está cerca". Ya lo decía Jim Morrison en su archiconocido "Roadhouse Blues", tras la frase:
"Cuando me levanté esta mañana me cogí una cerveza".
Poeta de la mousse o visionario...
Al menos, un día incierto es un día por descubrir, lo peor es pensar que nada nos espera a la vuelta de la esquina, la normalidad es aburrida
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