Publicidad

jueves, agosto 14, 2008

CONFESIONES DE UN PLAGIARIO


El escritor famoso, alabado por la crítica y por el público, ganador de premios, vendedor de más tomos que nadie, antologado, comentado, presente en todos los manuales y en todas las citas que se hacían para quedar bien se inclinó un poco para que la concurrencia pudiera oír sus palabras.
Serán palabras mágicas, pensaba alguno, serán palabras sabias, pensaban otros, serán palabras bellas y certeras, pensaban todos. Y el escritor comenzó su discurso:
“Ustedes que me admiran tanto, ustedes que me miran con respeto, ustedes que leen mis libros y dicen disfrutar de ellos, ustedes que han sustentado mi vida, ustedes han de saber la verdad:
Soy un plagiario. He copiado todo lo que he escrito en la vida. No es que siempre haya escrito lo mismo, que me haya repetido continuamente, que también lo he hecho. No. Es que mis ideas, todas mis ideas, todas las novelas que he escrito, todas las páginas que he escrito, todo aquello que he hecho no es más que una copia, no es más que un plagio. Lo he copiado. He vivido de otro que tenía no más talento, sino un talento que yo no tenía, que no he tenido nunca.
Todo lo que escribía era copiado, no de la realidad (no soy un naturalista, un costumbrista) sino de una persona. De alguien que mucho mejor que yo ha sabido analizar la realidad, describirla y contarla. De alguien que me ha dado todas las ideas, todas las páginas que he escrito.
En conversaciones con esa persona han surgido todas mis novelas, todas mis ideas, toda mi literatura. Esa persona ha sabido ser el escritor que yo no he sabido ser. Esa persona contaba la vida mucho mejor que yo. Y me la contaba a mí y yo la copiaba de ella y le daba una pátina cultural y un cierto envoltorio literario, pero ha sido esa persona la que ha escrito todo, la responsable todo la que ha hecho mi carrera literaria, mi fortuna, mi vida. Yo, sin misericordia, he copiado de ella todo lo que he podido, todo lo que he querido. Todo.
No soy más que una copia, un farsante, un mentiroso que se ha atribuido un mérito que no era suyo. Soy un plagiario.”
Y el escritor, en silencio, se retiró del estrado. De la vida.


2 comentarios:

Unknown dijo...

A veces es necesario del otro, de sus ideas, para poner orden a las tuyas, para plasmarlas desde ese punto de vista que nunca se te hubiera ocurrido.
El otro siempre ayuda a ser uno mismo.

Anónimo dijo...

El escritor, que si es buen escritor, ya que le abala la crítica y el publico(demos por supuesto que no hay intereses comerciales, ni grandes contratos, ni tiempos de entrega, sólo libros y lectores que corren la voz sobre lo fabulosos que son esos libros)necesita de su amigo para alimentar la historia, pero con unas simples lineas te quitas de un plumazo la labor del escritor·"(..)le daba una pátina cultural y un cierto envoltorio literario", y eso no es verdad. Tu puedes tener historias, contarlas, ser un experto en vivir la vida..todo lo que podía ser el amigo..pero eso no le hacía escritor.
Un tema (Historia), no es bueno sino está bien escrita.