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jueves, agosto 20, 2009

EL CALOR DE LA NOCHE

Zoilo, Felipe y yo hemos salido esta noche a dar una vueltecilla, tomar unas cervecitas y a ver si nos olvidábamos del calor que no nos dejaba dormir. Aparte de ese calor había otro en el ambiente. No sé sabe si es el verano, el propio calor, la falta de ropa o qué, pero la cosa es que en el ambiente hay un algo tórrido, sexual y sensual que no podemos explicar pero que nos pica a todos.
Un buen día Dios creó al hombre. Y el hombre era un ser feliz allí en el paraíso, todo el día comiendo y bebiendo y dedicándose a lo suyo. Si le hubieran dado una tele y el carrusel deportivo sería el súmmum. Pero Dios, que es infinitamente bueno, decidió dar algo más al hombre y le dio a la mujer con estas palabras: “Toma, para que la jodas” y desde entonces el hombre no ha parado de joderla.
Desde el principio mujeres y hombres no se llevaron bien. No sólo por la tontuna esa de la manzana, que la verdad, no está claro que pasó y que no pasó, sino por la visión de la vida. Que yo quiero estar contigo arropaditos todo el día viendo pelis de amor en la tele. Pero yo quiero ver el fútbol, que no me molestes y dar una vuelta con mis amigos.
Total que la vida así se hace insoportable, porque estamos condenados a buscarnos y no a encontrarnos. Con este calor parecería claro que deberíamos querer lo mismo y que todo debería ser fácil. Pero no es así, todo es igual o más difícil. Y dado ese dato, dado todo lo que hay que hacer, todo lo que hay que mentir y aguantar, todo lo que hay literalmente que sudar en cualquier caso, lo mejor es embolingarse de lo lindo. Así se te olvida todo y te quedas dormido como un niño. Y te es indiferente todo lo demás.

Mujer en la barra de una terraza de verano

1 comentario:

Rose dijo...

Parece como si lo hubiera escrito yo. Me alegro de que alguien piense como yo... bonito blog!