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domingo, agosto 31, 2008

VACÍO


Mirando como caía el agua sobre el lavabo, simplemente mirándolo, estaba nuestro hombre, sin saber bien qué hacía, nada más que mirando, el agua cayendo y él parado delante del lavabo, sin pensar, sin hablar, apenas sin respirar.
Sentía una sensación inmensa de vacío desde hacía unos días. No sabía por qué ni a qué venía. No era una preocupación, no era ansiedad, ni miedo, ni ninguna de las otras sensaciones que le acompañaban diariamente.
Simplemente se sentía vacío, inmensamente vacío. Y muy cansado. Sin razón. Había dormido lo suficiente o más de lo necesario incluso, pero se sentía cansado, como si estuviera cansado de estar como estaba de ser como era.
Y lo peor era que no sabía por qué estaba tan vacío, tan falto de todo, por qué no era como hace unas semanas o unos meses. Se había vaciado por dentro no tenía sentimientos, ni ideas, no tenía humor, ni enfado, no tenía nada, ni siquiera deseo, nada.
Cuando dejó de amar a aquella mujer a la que amaba y no le amaba a él no se sintió tan mal. Bien es cierto que la sensación había ido creciendo poco a poco como un árbol se hace primero retoño y después ensancha su tronco.
Ahora las raíces de ese árbol ocupaban todo su interior. Y él se sentía inmensamente vacío, sin nada que hacer ni que decir, sin más que su rutina diaria para mantener su vida, no llena, pero al menos ocupada.
Y desde hacía semanas estaba intentando llenar ese vacío con cosas y cosas, con otras mujeres que llenaban su cama, con nuevas ideas que le venían de nuevos libros, con nuevos amigos, con nuevos ambientes, con nuevas y más variadas drogas. Con alcohol. Pero su interior seguía vacío.
El hombre cerró el grifo con premura cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Se fue a la cama y durmió. Así al menos podría descansar. Soñó con ella. Soñó con otra. Soñó de nuevo con ella. Y soñó con el futuro.
Al levantarse estaba igual de vacío y decidió que lo único que podía hacer era esperar.

Vaso vacío.

sábado, agosto 30, 2008

DON JUAN Y LA TRISTEZA DE LA MIRADA


Pese a que no era tan bueno como el Cid, que como ya sabemos ganó una batalla después de muerto, Macho Alfa donde los halla este Cid, don Juan también era muy bueno, y muy chulo. Era capaz de enamorar a las chicas sin bajarse del caballo, como el Cid. Y de enamorarlas a pares y hasta a tríos.
Así las mujeres se lanzaban en el camino de su caballo pidiendo por favor una oportunidad o que había llegado su turno en la atracción donjuanesca. Don Juan, evidentemente, aprovechaba cada oportunidad, mas sólo si le placía, que si no era de su gusto o le resultaba cansado ponía una excusa y se marchaba de allí dejando a la susodicha con un palmo de narices.
Por esto mismo don Juan tenía una corte de admiradores, que tanto le admiraban como le odiaban, porque robaban sus opciones y se acostaba con sus mujeres, pero lo hacía tan bien y era tan majete que les daba un poco lo mismo e invitaban a cervezas y otras cosas a don Juan.
Insaciable e implacable nuestro don Juan, no dudaba a la hora de hacer su gusto, de convertir en realidad los deseos absurdos de cada hombre, de cada pequeño señor bajito que va por la calle pensando en sus cosas, que no son más que estas cosas que don Juan hacía.
Mientras, empero, Abelardo, libre de su Eloisa y de cualquier asomo de Eloisa que pudiera uno imaginar, observaba a don Juan y sus acciones y pensaba en la moral, en la ética, en la salud, en la metafísica, en la tristeza con que miraba él, y en lo sucedido antes, que casi había conseguido inflamar su pecho. Y sin querer ni imaginar que algún día una mujer le esperaría. ¿Para qué?
Abelardo, solo como siempre, regresó a sus aposentos despidiéndose hasta el día siguiente de don Juan, pensando en la tristeza con que miraba, pensando en por qué siempre se equivocaba (sobre todo y casi únicamente en lo que más quería) y pensando, que pese a todo era feliz, por el beso amistoso del amigo.
Don Juan, ¿tal vez más feliz?, se dispuso a recibir a la mujer del día, aquella mujer que le estaba esperando como se espera el turno en los mercados.

Don Juan.

viernes, agosto 29, 2008

EL POETA Y EL FILÓSOFO


El poeta y el filósofo, amigos desde hacía ya tiempo, daban su habitual paseo matutino en el que aprovechaban para hablar de sus cosas o de las cosas de la vida o de las cosas de los demás (eran poeta y filósofo, mas hombres al fin). El poeta iba preocupado, con las manos tal vez en la espalda y el filósofo, atento a las tribulaciones de su amigo le preguntó:
Filósofo: ¿Le sucede algo?
Poeta: He escrito un poema de amor.
F: Bueno, amigo, eso no parece tan grave como para andar preocupado todo el día.
P: La cosa es que no tengo a quién escribirle poemas de amor.
F: ¿Nadie?
P: Bueno, siempre hay alguien, siempre hay alguien en el pasado, el recuerdo de aquella mujer que se quiso y que hizo que garabateáramos nuestros primeros versos. Y siempre hay alguien que se prevé en el futuro, que ya sé que es incierto, pero que es bueno para soñar con él.
F: ¿Y esa mujer es del pasado o del futuro?
P: No sabría decirle si es una mujer del futuro o si es mi mujer pasada...
F: No le veo decidido...
P: Siempre hay alguien una mujer a la que se quiere tal vez sin darse cuenta, tal vez sin querer, no sé, hace falta tan poco para escribir un poema de amor.
F: ¿Tal vez sea el deseo?
P: Tal vez, no lo sé. Lo cierto es que no sé por qué me preocupa escribir poemas de amor, cuando he escrito poemas de amor incluso sin amor. No sé a qué viene este problema.
F: ¿Recuerda acaso nuestras conversaciones sobre la utilidad de escribir?
P: Sí, tal vez eso sea lo que me preocupe, que estoy descubriéndome, conociéndome a mí mismo.
F: ¡Ay, amigo, no se puede luchar contra esas cosas!
P: No, no se puede.
F: ¿Es un buen poema?
P: No, no es muy bueno.
F: Recuerde amigo que el futuro es incierto, que el futuro vendrá y se clarificará y dirá lo que ha de pasar y que romperá o confirmará nuestras ideas del presente.
P: Hemos, pues, de confiar en el futuro.
F: No hay más remedio.
P: Y olvidar a esa mujer pasada.
F: Si se puede, sí.
P: Ojalá se pudiera no escribir.
F: Y no pensar.
Los amigos, pensando en su negación de sí mismos se sonrieron y pensaron en el futuro, en esas mujeres que habrían o no de amarlos entonces.

Aquí sólo el filósofo.

jueves, agosto 28, 2008

FRASES CÉLEBRES


Are you talking to me?

La segunda vez que aquella mujer le dijo: “¿Qué hacemos ahora?” Él contestó “¿Me dices a mí?”

Tócala otra vez Sam

Los amantes, sentados en la cama tras el esfuerzo pensaban ambos la misma frase.
A Dios pongo por testigo que nunca más volveré a pasar hambre
El lobo bueno, mirando como el lobo malo se comía a los tres cerditos el mismo día que se había comido a los siete cabritillos, descubrió el buen sabor y las extraordinarias cualidades del pepino y aulló al cielo: “A Dios pongo por testigo que nunca más volveré a pasar hambre.” Luego ya descubrió que el pepino sirve hasta para hacerse mascarillas en la cara. Y fue, además del lobo bueno, el lobo guapo.
Sinceramente, querida, me importa un bledo
Cuando su mujer, mirándole tiernamente a los ojos le dijo: “Te he sido infiel, cariño, con tres hombres distintos”. Él contestó: “Sinceramente, querida, me importa un bledo. Yo no soy tu marido, soy el vecino.”
Siempre nos quedará París

En la habitación 301 del hotel París, él y ella se miraban fijamente después del sexo. Buscaban la forma de decir que aquella, tanto tiempo deseada, había sido la peor experiencia sexual de su vida.
Alegrame el día

Sentados, sin nada que decirse de momento, simplemente tranquilos, felices y en silencio, los dos amigos tenían una sonrisa extraña, de las de los iluminados y los tontos. Ambos habían recibido en el teléfono el mismo mensaje de siempre, el que les decía que habrían de verse: “Alégrame el día”.
Agitado no mezclado

Saliendo tambaleándose del coche que había quedado como un acordeón, el único ocupante del mismo fue preguntado: “¿Cómo estás?” y él contesto: “Agitado, no mezclado” sin pensar que tal vez su bazo empezara a licuarse en cualquier momento.

Vista de Tara, a lo lejos.

miércoles, agosto 27, 2008

NADA DE TI


Pese a estar rodeados de gente hablaban íntimamente. Sentados allí ante todos, entre todos, el hombre y la mujer hablaban lentamente y se escuchaban a veces descuidadamente, a veces inevitablemente.
Hablaban de los demás y de sí mismos, del tiempo, del espacio, de la moda, de la vida, de la ausencia de vida, casi de sexo, casi de amor, casi de nada, casi de todo.
“Pues no, no me gusta nada eso. No me gusta nada esa forma tan dura que tienes a veces de decir las palabras. Se te hincha la boca. Y no me gusta como mojas las galletas en el café. Y no me gusta tu pelo, que es muy feo. Ni tu nariz que es muy pequeña. Ni tu voz que es muy estridente.
No me gusta que me grites, ni a veces que me hables. No me gusta nada esa ropa que llevas puesta ni casi ninguna de la que tienes en el armario. No me gusta el espejo que hay sobre tu cama. Ni el cuadro que tienes en el salón. No me gusta tu coche. No me gusta tu madre, es muy pesada. No me gusta que vayas tanto a la iglesia.
No me gusta que seas tan inteligente y luego no sepas nada, no me gusta que para tocarte tenga que sacar una instancia, no me gusta tener que estarte enamorando cada dos días. No me gustan tus pechos tan grandes. Ni tus rodillas tan grandes. Ni tu pelo si no está rizado. Ni como te maquillas. No me gusta tu falda de flores. Ni que todas tus faldas sean de flores.
No me gusta que nunca me llames. Ni que tu teléfono suene tan raro. No me gustan tus amigos. No me gusta que me mires raro cuando te digo ciertas cosas. No me gusta que seas tan loca. Ni que me acuses de cuerdo. Ni que me acuses de loco. Ni que seas tan cuerda tú. No me gusta.
No me gustan tus ojos tan comunes. Ni tu risa aunque la provoque yo. Ni que no te rías de mis chistes. Ni que vivas tan lejos. Ni que vivas tan cerca. No me gusta que te pintes las uñas y que tus pendientes sean tan raros. No me gusta reloj, y eso que te lo regalé yo. No me gusta tu boca, pero la beso con pasión.
Así es, no me gusta nada de ti. Nada. Pero tú sí. Me encantas.”


martes, agosto 26, 2008

ME GUSTA TODO DE TI


El hombre que miraba a la mujer rubia pensaba en sus cosas. No en las cosas de la mujer rubia, sino en sus propias cosas. Pensaba en el paso del tiempo, en la soledad, en el aburrimiento que lleva a hacer cosas raras, en la persistencia en el error.
La mujer rubia se acercó al hombre que la miraba. “Hola” Y se pusieron a hablar. Estas cosas no solían pasar, evidentemente, pero la mujer rubia ya conocía al hombre que la miraba de antes y una vez hubo terminado la conversación que mantenía con una amiga (hablaban de sombras de ojos y de almohadillas desmaquilladoras) se acercó a saludar al hombre que la miraba.
“Lo cierto es que me gusta todo de ti. Me gusta tu pelo rubio y ondulado, tu mirada con ojos color miel, tu nariz que echa humo cuando fumas, tu boca roja (sobre todo cuando está en la mía), tus pendientes tan pequeños, tu camisa azul celeste, el volumen de tus pechos, la forma de tus brazos, lo bien que tocan tus manos.
Me encanta cuando me llamas con esa voz tuya que cuando te enfadas duele, me gusta tu ombligo que sólo me enseñas a mí, y la curvatura de tus muslos, y las rodillas un poco gorditas, y la parte trasera de tus piernas, detrás de tus muslos, porque cuando te muerdo ahí te entra la risa floja, y los dedos de tus píes que se comban de esa forma tan graciosa.
Me gusta como me miras y me hablas, que no seas simpática o sí lo seas, que fumes tan bien, que a veces uses gafas, tu ropa tan elegante, tus bolsos, tus zapatos cuando te los quitas y cuando te los pones, tu madre que es muy simpática, la expresión de tus ojos cuando te toco, esa forma en que coges el vaso al beber.
Es cierto, me gusta todo de ti. Todo. Pero tú no.”

Portada del disco de Joan Manuel Serrat donde se encuentra la canción Me gusta todo de ti.

lunes, agosto 25, 2008

SIN VIGILANCIA. VARIACIONES SOBRE UN TEMA DE MUCHACHITO.


Tengo que vigilarme,
Tengo que vigilarme,
Tengo que vigilarme,
y no quiero vigilarme,
ni quiero que nos vigilen, ni vigilarte,
yo quiero amarte
yo quiero amarte...

Sin más, sin nada que me preocupe, sin pensamientos que me llenen y busquen y me den vueltas a todas horas por todas partes. Sin pensar. Sólo quiero amarte, sólo quiero quererte, tranquilamente. Sin pensar en mí, sin pensar en lo que podré pensar, en lo que debería pensar, en lo que no pienso, en lo que piensas tú (¿qué piensas tú?). No quiero estar pensando qué haces o qué dices ni a quién se lo dices. Ni que nos miren con el ojo guiñado entendiendo nuestra conversación, nuestro beso que dice lo que nos dice a nosotros, no lo que los demás creen leer en ellos, ver en ellos. Quiero amarte sin más, libremente, sin vigilarte, sin vigilarme, sin que nos vigilen.
Yo quiero amarte, como la nata al chocolate,
se deshace encima de él, yo quiero amarte,
yo quiero verte sin imaginarte,
yo quiero olerte, yo quiero tocarte...

Así quiero amarte. Entremezclado contigo, deshecho encima de ti, líquidos los dos y mezclados, sólo uno, hechos de lo mismo al final, después. Amarte sin pensar en si es bueno o malo, simplemente amarte libre y salvajamente. Amarte sin que nadie nos reproche si nos amamos o no, sin que tú me reproches que te ame así o de otra manera, sin que yo piense que me amas o no como debes, más o menos de lo que amas o has amado o amarás siempre a otros. Y verte sin tener que pensarte, verte encima de mí, deshecho tu pelo en mi mano, no imaginarlo, verlo, tu pelo revuelto y sin sentido en mi pecho, en mi cara. Oler la cara vuelta de tus manos, el pedazo de piel que se esconde en el interior de tu rodilla derecha. Tocarte por todas partes, que mi mano se aprenda tu cuerpo y poder después verte de verdad con las manos, sin imaginarte, verte realmente con las manos. Así quiero amarte. Así. Sin lo otro. Sin verte con otros. Sin imaginarte con otros. Verte para mí. Verte así. Libre y para mí. Porque tú así lo has querido.
Quiero dormir en tu falda una cuna,
sin vigilancia yo quiero dormir,
no quiero dar hoy besos a la luna,
y está muy lejos, prefiero dártelos a ti,
porque se que tú me quieres...


Porque quiero por fin dormir. Dejar de pasar las noches loco y sediento, dando vueltas en la cama que se hace más pequeña a cada momento y que siente en cierta forma nostalgia de ti, pese a que nunca has estado en ella. Quiero dormir sin vigilar, sin vigilarte, sin saber qué o con quién haces lo que hagas ¿qué más da que hagas? Sólo quiero dormir feliz y tranquilo, sin tener que vigilarme a mí también, sin tener que controlarme para no errar y perder y no verte nunca más. Y no quiero imaginar más cosas, quimeras, ni sueños, ni perfecciones, sólo te quiero a ti. Que estés aquí a mi lado, junto a mí y besarte tranquilo porque eres real y estás conmigo aunque luego después no lo estés. Y no preocuparme por ese después. Que estés aquí y me beses y te beses y que me quieras, como quieres, y te quiera, sin darte problemas ni dolores. Simplemente quererte. Tan libre y tan bien como pueda hacerlo.
Yo quiero amarte, como la nata al chocolate,
se deshace encima de él, yo quiero amarte,
yo quiero verte sin imaginarte,
yo quiero olerte, yo quiero tocarte...

Deshecho en ti. Deshechos los dos. Tu pelo y mi pelo. Deshechos y uno solo al fin los dos. Deshechos y juntos. Sin saber nada más, sin preocuparme, sin vigilancia, sin el mundo, la gente, sin mí, sin nada. Simplemente amarte, deshecho en ti, deshecha tú en mí. Juntos, libres, amantes, amados.

Muchachito en vivo y en directo. Este pasado sábado en Albacete.

domingo, agosto 24, 2008

OBSESIÓN


“Duermo con unos pantalones que se dejó en mi casa. No son bonitos. Y me están muy grandes. Pero creo que conservan su olor. Al menos a mí me lo parece. Así parece que sigo durmiendo con él. A veces me los quito como con asco y los arrojó al otro lado de la habitación. Me quedo un rato mirándolos, odiándolos como lo odio a él. Pero luego voy corriendo y los beso. Como haría con él.
Voy a los mismos sitos que iba con él. Así le recuerdo. Y recuerdo los momentos bonitos que vivimos. Los besos. Los paseos de la mano. Las puestas de sol. Fue todo tan bonito. Aún conservo el mensaje que me mandó para decirme lo que guapa que estaba aquella tarde. El sexo aquel día fue bestial.
No sé si le persigo. Simplemente voy a sitios y coincide que él está allí. Y como no me gusta ir sola a ningún sitio, ni siquiera al baño, voy con alguien, si es un chico guapo mejor que mejor. Él va con chicas muy guapas, no más que yo, eso es difícil. Sé que lo hace para hacer daño. Así que yo no voy a ser menos.
¡A veces quiero que se muera! Que sufra y que todo lo que hace le salga mal. Que vuelva a mí rogando. Y entonces yo le trataré mal, como él a mí y le mandaré a la mierda. Pero creo que si vuelve, que va a volver, no le diré eso, le querré como siempre.
El otro día oí su nombre. Unas niñas lo gritaban en la calle y creí que era él. Pero no era él. Siempre me pasa. Cuando oigo su nombre presto más atención a las cosas. Lo suyo me interesa más que nada. Más que lo mío. Por eso debe ser que me cuesta tanto dormir, y concentrarme y conducir y todo. No puedo hacer nada. Cuando duermo rezo para que vuelva o para que se muera, según el día. Espero que no le pase nada, luego tendría remordimientos.
El otro día le vi y discutimos. No quiso devolverme unas cosas mías que tiene. Pensé en hacerle daño de verdad y contar cosas que yo sólo sé. Pero no lo haré no puedo hacerle eso. Le quiero. Le quiero. Le quiero. Nunca querré a nadie como le quiero a él. Nunca. Nunca. No habrá otro. Los demás ni se le acercarán a la suela del zapato. Cuando muera mi última palabra será su nombre.”
El psicólogo anotó en su cuaderno: “Obsesión amorosa. Tratamiento recomendado: un par de hostias. Tratamiento prescrito: distraerse, viajar, no pensar, terapia ocupacional, terapia psicológica, tal vez un ligero ansiolítico”.

Obsesión. Carátula del DVD de la película del mismo nombre.

sábado, agosto 23, 2008

MICRORRELATOS DE VERANO

MANCO

Momentos después de ser consciente de que había despertado sin uno de sus brazos, de asumir si quiera el nombre que ahora le pondría, manco, pensaba aquel hombre que ya no podría volver a llevar zapatos, que sólo podría llevar mocasines. Y él odiaba los mocasines.
AMOR

Como un día precisé de tu abrazo y no fui capaz de pedirtelo, y precise de tu mano y no fui capaz de pedirtela, y precise de tu atención y no fui capaz de pedirtela, decidí que lo mejor sería no volver a verte. Pero como soy un mentiroso, he vuelto. Y necesito dinero. Te lo estoy pidiendo.
DESPLAZAMIENTO SEMÁNTICO

Acostumbrado a oír la palabra ocupada en otros menesteres cuando su madre le dijo: “Cómete el pollo que hay encima de la mesa” le pareció que era el mejor momento para hacerse vegetariano.
EL QUE ESTÉ LIBRE DE PECADO
Momentos después de la orgía a la que había asistido sólo como oyente involuntario, la voz del hombre religioso gritó: “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra” Y todas las miradas se volvieron hacia mí. Yo que siempre llevo una imagen de Dios en el pecho, rechazé la oferta y me dispuse a esquivar el aluvión de piedras que volaba hacia mí.
CUANDO DIOS CIERRA UNA PUERTA...
Como Dios siempre que cierra una puerta abre la ventana, al encontrar la puerta cerrada la mujer se puso a buscar esa ventana. Y cuando, después de mucho tiempo, la halló se arrojó sin pensarlo por ella. Por suerte, después de caer desde el quinto sólo se rompió los dos tobillos.



Mocasines.

viernes, agosto 22, 2008

DOS CARAS DISTINTAS


El hombre 1, casado con una mujer bajita y rubia, una mujer tirando a voluptuosa, una mujer de iglesia semanal, de fuertes convicciones, una mujer educada, eso sí, una mujer de su casa, una mujer de toda la vida, amaba la música de Ella.
El hombre 2, casado con una mujer más bien alta y morena, una mujer delgada, una mujer de bar diario, de fuertes convicciones sociales, una mujer educada, eso sí, una mujer callejera, una mujer moderna, amaba la música de Billie.
El hombre 1, trabajador constante, abogado, abnegado, padre de familia, cumplía su labor con una consciencia de sí mismo y de su trabajo fascinante. Era ordenado, pulcro, cuidadoso, nada se le escapaba, todo lo tenía registrado, apuntado, certificado.
El hombre 2, hombre inconstante, guionista, padre de familia, cumplía su labor con talento e inspiración. Era desordenado, idealista, descuidado, despistado, no apuntaba sus mejores ideas y todas se le escapaban.
El hombre 1 era aficionado del Real Madrid.
El hombre 2 era del Barça.
El hombre 1 y el hombre 2 siempre discutían. Tal vez por eso estaban entre el odio y el amor. Pero más en el odio. No se ponían nunca de acuerdo. “Aristóteles”, gritaba uno. “Platón”, decía el otro. “Esa chica de ahí decía uno”, “esa mujer de allá” decía el otro. Y así todo el rato, como si fueran contrarios, lados opuestos de la misma moneda.
Sus grandes discusiones eran siempre por Billie y Ella. “Eso es cantar Blue Moon” “Como lo canta Billie nadie”. “Es la perfección” “Es el talento” “Es la música” “Es la vida”. Y así se pasaban horas y horas y horas. Y cuando el tema aburría a los demás hablaban de fútbol.
Un día en una fiesta su discusión habitual. Billie, Ella. Pasó por allí otro hombre y le preguntaron. “¿Billie o Ella?” “Sarah Vaughan” Los hombres se miraron compartiendo por primera vez una sonrisa. “¿Barça o Madrid?” “Atleti” Y por fin ambos hombres encontraron un punto en común. Su aversión por los idiotas. Y de ahí forjaron una amistad siempre inquebrantable.

Billie y Ella en un solo disco, para los que no puedan decidirse.

jueves, agosto 21, 2008

CADA UNO VE LO QUE QUIERE VER


Como cada uno ve que lo quiere ver, la mujer protagonista de esta historia sólo veía a un cabrón que la quería hacer sufrir. Y como ella también tenía su personalidad (o sus cojones, depende de quién lo diga) pensaba que él también había de sufrir. Y planeaba acciones que en su cama, a la noche, la hacían reír en silencio y sonreír a su perrito. Y pese a todo veía que amaba aún a aquel hombre, aquel hombre que tenía que sufrir, por sus cojones.
Su novio (que bien visto tal vez fuera un cabrón), en cambio, sólo veía la posibilidad de ser feliz sin ella. O de ser feliz sin más. O de hacer lo que quisiera, ya fuera beber, morir, drogarse, amar a más mujeres de las que cupieran en su cama o demás.
El amigo de la novia sólo veía la pesadilla que ante él volvía a repetirse. ¿Por qué otra vez tenía que pasar él por lo mismo? ¿Por qué las rupturas siempre eran más duras para él que para los demás?
La amiga de la pareja veía otra vez la misma película. Cuando apagó la tele y salió a la calle y se enteró de lo sucedido apagó el teléfono y procedió a exiliarse. Fuera lo que fuera ella lo que quería era no ver.
El amigo de él, veía la opción de pasar noches de juerga sin problemas, sin una vocecilla que dijera “Otra vez, qué asco das, todo el día puesto”. Y le animó a entrarle a las chicas que veía allí delante con una falda muy corta y un descaro muy grande.
La novia del amigo del novio, que no veía nunca nada, vio esta vez la ocasión de decirle a alguien lo que tenía que hacer. Era la primera vez que lo hacía.
El resto de la gente veía la ocasión de meterse en una cama o de aportar su experiencia de la vida (fuera cual fuera, válida o no, pertinente o no) o de meterse en una vida (porteras somos y en el camino nos encontraremos).
Y el que pasaba en ese momento por allí vio a su amiga y se sentó con ella a hablar del tiempo, el espacio y los balones hinchables, esperando el momento en que al fin aquello fuera divertido y no un drama rural de los Quintero pero sin acento.
Y como cada uno ve lo que quiere ver, lee lo que quiere leer, todos eran felices. Las lecciones, desengañémonos, nunca se aprenden. Porque cada uno seguirá viendo lo que quiera ver. Siempre. En todo.

Ojo que ve lo que quiere ver.

miércoles, agosto 20, 2008

LA MUJER QUE LE VEÍA

A mi Violeta.

El hombre desapercibido podía pasar por cualquier lugar sin ser visto. No llamaba la atención. Él mismo cultivaba su imagen de hombre desapercibido, su imagen de hombre gris que no resaltaba. Su ropa, su aspecto, su voz, estaban hechos para no ser llamativos. Para poder pasar y pasar y pasar sin que se le viera.
Realmente no le molestaba no ser visto, excepto cuando quería ser visto, claro. Pero nadie le veía. Ni siquiera la mujer que él esperaba no sólo que le viera, sino que aprendiera el surco exacto que una sonrisa marcaba en su cara.
Un día, sin embargo, una mujer le dijo: “Estás muy guapo con ese jersey” El hombre no podía creerlo. Una mujer le había visto. No era la mujer que él esperaba, pero le había visto.
La mujer que le veía era sorprendentemente rubia, de ojos azules, de un atractivo difícil de evitar. La mujer que le veía era de aquellas que siempre eran ciegas ante su presencia. La mujer que le veía, qué más da cómo fuera, de dónde, por qué fuera, le veía, le veía.
Otro día le dijo: “Te has afeitado. Me gustan mucho tus labios, son muy bonitos. Tienes una boca bonita” El hombre desapercibido empezó a quererla (tal vez, eso no lo sabemos, ya la quisiera antes, por otras cosas, por esas otras cosas por las que se quiere a la gente). No como quería a la mujer a la que quería. Pero la quería. Sabía que la mujer que le veía no sería nunca suya. Era una de esas mujeres que no tendría. Una mujer inalcanzable. Pero le veía. Y le decía que le veía.
Se quisieron en la medida que pudieron. Y fueron honestos con ellos mismos. Ella le dijo “ Me gustan tus ojos verdes” Él le dijo tantas cosas.
Y siempre fue para él la mujer que le veía. La única mujer que le veía. Las demás, a qué negarlo, apenas le vieron nunca.


Mano gris.

martes, agosto 19, 2008

EL HOMBRE Y LA PIEDRA


Sentado en el suelo el hombre torpe, no el más torpe pero sí muy torpe, no sólo de movimientos (en sus tiempos no se estimulaba la psicomotricidad y eso se notaba), miraba la piedra fijamente como buscando una explicación real o al menos válida a lo que sucedía.
La rodilla le sangraba ligeramente y tenía una mano un poco magullada, pero era sobre todo su orgullo y su inteligencia lo que se encontraban heridas. Porque no podía explicar que le sucedía con aquella piedra en concreto, ¿por qué era aquella piedra la que le hacía caer si había superado, no sin tropezar y muchas veces, otras muchas piedras en su vida, en su camino?
El hombre torpe había tropezado una vez más con aquella piedra y una vez más había caído. Y se sentía magullado y torpe. Y no sabía explicarlo, no encontraba la respuesta a lo sucedido, y eso era lo que más le enfadaba, no encontrar las respuestas a sus actos. ¿Por qué precisamente esa piedra?
No tenía, aparentemente, nada especial aquella piedra. Era igual que muchas otras piedras. Pero siempre tropezaba con ella. Y además siempre caía de la misma manera, de la misma forma torpe y absurda, como si en realidad estuviera predestinado a caer en esa piedra y su capacidad de aprender de sus errores no existiera.
El hombre torpe se levantó y trató de olvidar la piedra. Se alejó de ella y pese a que le costó mucho dejar de pensarla, lo consiguió. O al menos lo consiguió a ratos. Pero cuando otro día tuvo que andar el mismo camino volvió a caer de la misma manera. Y se puso a llorar tiernamente, comprendiendo que siempre tropezaría con la piedra, que la piedra siempre le haría caer.

Piedras.

lunes, agosto 18, 2008

ALEGRÍA DE VIVIR. VARIACIONES SOBRE UN TEMA DE RAY HEREDIA.


El infierno de tu gloria
Ha pasado por mí
Ahora siento y pienso adentro
Alegría de vivir
Alegría de vivir
Cuando estás cerca de mí
Ahora siento y pienso adentro
Lo que habrá dentro de mí


Los días alegres, riendo, riéndonos. Las noches dando vueltas en la cama. Sin dormir, sin descansar, sin que los razonamientos, a cada cual más estúpido dejasen que durmiera. El infierno y la gloria juntos en tu presencia. Por el día tan felices, por las noches tan triste, solo en mi cama. Pero cuando estabas cerca de mí, así de cerca de mí, alegría de vivir. Por la noche, no lo sabes y te lo digo, buscando qué sería lo que habría dentro de mí. ¿Qué habrá en mi interior? ¿Habrá algo? ¿Estaré vacío? ¿O lo que estaba era lleno de ti?

Lo que habrá dentro de mí
Lo que habrá dentro de mí
Yo la busco y no la encuentro
Mi manera de sentir
Mi manera de sentir
Mi manera de sentir
Yo la busco y no la encuentro
La alegría de vivir


Y después ya siempre sólo. Buscando la respuesta a las estúpidas cuestiones que mi cerebro iba formulando. Y a veces hasta encontrándolas. Pero sin saber aplicarlas a la realidad. Sin saber vivir ¿qué era eso que estaba dentro de mí? ¿por qué me quitaba la ilusión, la manera vieja de vivir contento y feliz contigo o sin ti? Y siempre solo buscando la respuesta, la alegría, el rasgo que me hiciera revivir, ver la vida vuelta en sí misma, el gesto mínimo que hiciera que volviera a reírme de mí mismo, de ti, de todo.
El infierno de tu gloria
Ha pasado por mí
Ahora siento y pienso adentro
Alegría de vivir


Y aunque siempre solo, tu recuerdo me hacía feliz a ratos en ocasiones largos. Porque tu gloria había pasado por mí y se había quedado en algunos sitios y en muchos recuerdos. Y sentía, yo solo, mirando el vacío desde el sofá la alegría de vivir, sin nada, sin nadie, sólo feliz por haber estado un día contigo hacía ya tanto tiempo.

Lo que habrá dentro de mí
Lo que habrá dentro de mí
Yo la busco y no la encuentro
Mi manera de sentir
Mi manera de sentir
Mi manera de sentir

Pero era tan poco rato. Luego volvía la sensación de vacío, de pérdida, qué habría dentro de mí, que era eso que no sabía definir o que tal vez no quería definir, que no quería saber, por qué lo buscaba si sabía que cuando pronunciara la palabra me haría tanto daño. Mi manera de sentir, mi manera de sentir, de no sentirte, de sentirte dentro y lejos, de sentirte lejana ya aunque estuvieras a mi lado, junto a mí. Sin encontrar la alegría suficiente para vivir, sin saber cual sería mi manera de sentir. Sin encontrar nada, perdido y solo, alejado y sin salida, como si la idea se me hubiera enquistado sin dejarme sentir ya nada, a nadie.

Yo la busco y no la encuentro
La alegría de vivir
Ahora siento y pienso adentro
La alegría de vivir.


Y ahora busco simplemente la alegría. Vivir contento. Pero sin ti. Y es tan difícil. La alegría de vivir se me quedó contigo. Y ahora no soy capaz de volver a encontrarla.

Alegría de vivir. Matisse.

domingo, agosto 17, 2008

EL HOMBRE SALVAJE


El hombre salvaje tenía claro lo que pondría en su lápida el día que muriera: “No molestó nunca a nadie. No le importó jamás a nadie.” Ese era su gran objetivo la vida. No molestar. No importar. Pasar. Sin más.
Aspiraba a ser un hombre social, a tener amigos, a querer a su familia, a su gente, pero no quería que nadie le quisiera, que nadie le contara entre sus amigos, que nadie pudiera molestarse por él. Aspiraba a querer a las mujeres, a que le dejarán quererlas en paz, mas no esperaba y tal vez ni pensaba ni quería que le quisieran.
Así el hombre salvaje podía huir de todas las convenciones sociales. A él no tenían que quererle y podía ser honesto, sincero, decir lo que pensaba y pensar lo que quería. No ser tierno ni cruel. No buscar más que su propia tranquilidad. Así se ganó el apodo de hombre salvaje, porque parecía que nada le importaba. Aunque, en cierta forma, todos sabían que no era así.
El día de su muerte se acercaba cada vez más y estaba haciendo cierto su epitafio. No molestaba a nadie. No le importaba a nadie. Con esas cosas que dan la edad y la cercanía de la muerte el hombre salvaje fue evolucionando. No se hizo extremadamente religioso como otros, ni repartió entre los pobres sus posesiones, como otros, pero sí hizo examen de conciencia y comprendió que el gran esfuerzo de su vida había sido inútil.
Ahora en el lecho de muerte deseaba al fin haber importado a alguien. Aún más, haber sido lo más importate para alguien. Y mandó en sus últimas palabras escritas, cambiar su epitafio: “Así he vivido yo, sabiendo que jamás me he equivocado en nada, sino en las cosas que más yo quería.”

Hombre salvaje

sábado, agosto 16, 2008

PALABRAS MÁGICAS

Palabras para ti
no las pronuncies.

Blas de Otero.

“Ante la puerta cerrada Alí Babá pensaba la palabra correcta, la palabra mágica que consiguiera que se abriera la puerta, que le llevara a su riqueza, a sus sueños, a su vida.
Pensaba Alí Babá qué palabra podía ser aquella que le consiguiera el pasaporte a su nueva vida y probaba de vez en cuando una o dos o una serie completa a ver si conseguía la combinación correcta de palabras que consiguieran que la puerta se abriera.
Pero las palabras mágicas se escondían. Alí Babá se marchó dejando atrás su sueño, intuyendo que la puerta no existía, que no había palabras mágicas que le condujeran a su sueño.”
Tras escuchar contar esta historia que luego variaría, Sherazade pensaba en lo útil que sería que existieran palabras mágicas, palabras que sirvieran para eliminar todo lo malo según se dijeran, para borrar la tristeza, los enfados y todo lo demás, las espadas y los hombres y todas esas cosas que a una mujer como Sherezade le preocupaban.
Así que pesé a que las palabras mágicas no existían Sherezade se puso en el empeño de inventarlas y consiguió algunas tan buenas como para salvar su vida.
Los demás, señores- dijo el conferenciante a sus atentos oyentes- seguimos buscando palabras mágicas, palabras que sirvan cuando tengan que servir, palabras incluso sinceras y ciertas y certeras, aunque fueran palabras sustitutas porque las reales no podemos o no nos atrevemos a decirlas. Palabras mágicas, que no tenemos, palabras mágicas, que infructuosamente buscamos.
Pero sólo tenemos estas.

Sherezade.

viernes, agosto 15, 2008

CURIOSIDAD


En la película ya citada en este blog Asignatura Pendiente de José Luis Garci, el personaje principal que interpreta José Sacristán dice que lo peor de morirse es no enterarse de lo que va a pasar, es quedarse sin saber qué va a suceder ahora y expresa su deseo de si fuera posible tener una ventanita por la que ver lo que hacen los suyos, lo que pasa con su gente, en su país, con su equipo de fútbol.
Lo mismo, más o menos, encontramos en la novela Uno de los dos de Félix Chacón: “La curiosidad por saber en qué terminaría todo aquellole parecía justificación suficiente para seguir en el mundo.” Es decir, que la curiosidad es tan fuerte que el personaje vive más que nada por ello, por saber qué va a seguir pasando.
Esa misma sensación se tiene tantas y tantas veces. Y es lo que nos mantiene vivos, despiertos, atentos a la gente y sus sensaciones y sus palabras. Es lo que nos hace aguantar hasta las mil y media de la mañana (eso y el alcohol y sabe Dios qué en otros casos). La curiosidad nos hace ir a más, tener más ganas de saber, de hacer cosas, de conocer gentes, de seguir.
Por eso cuando el impulso de la vida se nos frena y no sabemos qué hacer ni qué decidir, ni cómo seguir la curiosidad es un buen argumento para seguir haciendo lo que hacemos. Curiosidad por saber qué será de nuestros hijos, sobrinos, primos, de nuestros amigos. Es la misma curiosidad que nos lleva a seguir leyendo un libro que nos gusta o que no nos gusta, a seguir una serie de televisión, a ver hasta el final esa película.
Es la curiosidad el motor de muchos es la vida, el impulso definitivo que nos aleja del nihilismo y la inacción. La curiosidad y la diversión. Porque ver qué sucede es, ante todo, muy divertido.

Portada de Uno de los dos.

jueves, agosto 14, 2008

CONFESIONES DE UN PLAGIARIO


El escritor famoso, alabado por la crítica y por el público, ganador de premios, vendedor de más tomos que nadie, antologado, comentado, presente en todos los manuales y en todas las citas que se hacían para quedar bien se inclinó un poco para que la concurrencia pudiera oír sus palabras.
Serán palabras mágicas, pensaba alguno, serán palabras sabias, pensaban otros, serán palabras bellas y certeras, pensaban todos. Y el escritor comenzó su discurso:
“Ustedes que me admiran tanto, ustedes que me miran con respeto, ustedes que leen mis libros y dicen disfrutar de ellos, ustedes que han sustentado mi vida, ustedes han de saber la verdad:
Soy un plagiario. He copiado todo lo que he escrito en la vida. No es que siempre haya escrito lo mismo, que me haya repetido continuamente, que también lo he hecho. No. Es que mis ideas, todas mis ideas, todas las novelas que he escrito, todas las páginas que he escrito, todo aquello que he hecho no es más que una copia, no es más que un plagio. Lo he copiado. He vivido de otro que tenía no más talento, sino un talento que yo no tenía, que no he tenido nunca.
Todo lo que escribía era copiado, no de la realidad (no soy un naturalista, un costumbrista) sino de una persona. De alguien que mucho mejor que yo ha sabido analizar la realidad, describirla y contarla. De alguien que me ha dado todas las ideas, todas las páginas que he escrito.
En conversaciones con esa persona han surgido todas mis novelas, todas mis ideas, toda mi literatura. Esa persona ha sabido ser el escritor que yo no he sabido ser. Esa persona contaba la vida mucho mejor que yo. Y me la contaba a mí y yo la copiaba de ella y le daba una pátina cultural y un cierto envoltorio literario, pero ha sido esa persona la que ha escrito todo, la responsable todo la que ha hecho mi carrera literaria, mi fortuna, mi vida. Yo, sin misericordia, he copiado de ella todo lo que he podido, todo lo que he querido. Todo.
No soy más que una copia, un farsante, un mentiroso que se ha atribuido un mérito que no era suyo. Soy un plagiario.”
Y el escritor, en silencio, se retiró del estrado. De la vida.


miércoles, agosto 13, 2008

DÍAS CAMBIADOS


Pese a que era un día de Junio, de principios del verano, tenía la sensación de que era un día de mediados del otoño, uno de esos días entre octubre y noviembre en que el aire mueve las hojas caídas de los árboles y apetece más irse a casa que estar por ahí haciendo el tonto.
Tenía, tal vez por ello, la sensación de que algo iba a pasar. Era una sensación incierta, de un nerviosismo que no podía explicar y que se le quedaba en algo así como un nudo en el estómago. El futuro es incierto y lo único que se sabe es que van a pasar cosas. No sabemos qué cosas. Pero cosas. Y se le ocurrían tantas que podían pasar o que quería que pasaran o que no pasaran o que no podían pasar y por tanto se le hacían en ese momento mucho más plausibles. El nudo en el estómago la inquietó y no pudo dormir bien durante la noche. El futuro vendría y no sabía por qué algo de él la inquietaba.
Pese a que era ya un día de pleno verano, casi quince de agosto, volvía a tener la sensación de que no era un día de verano, sino un día de otoño, otra vez un día de octubre o noviembre en el que el aire podía mover las hojas como movía ahora las banderitas de la feria haciendo ese ruido que tanto le gustaba desde pequeña porque significa feria, olor a algodón de azúcar y tal vez un peluche nuevo.
El tiempo había pasado y ese temor a que algo vendría se había esfumado hace tiempo. Y lo cierto es que pese a que habían pasado muchas cosas en realidad no había pasado nada de importancia, nada realmente reseñable (pese a que se pasaba los días refiriendo esas cosas a quien la escuchaba). Sus sensaciones habían sido erróneas. Pero el futuro estaba cada vez más cerca, el otoño llegaría con su calma y muchas cosas habrían de pasar. Sólo que ahora no sentía inquietud, ni nervios, ni miedo, ni siquiera esperanza. Sólo la confianza de que las cosas de alguna forma habrían de cambiar. No se sabía en qué forma, ni cuándo, ni cómo, pero cambiarían. Y sonrió pensando en el futuro incierto que no habría de quitarle, hoy ya no, veremos mañana, el sueño.
Banderitas decorativas. Obsérvese que está la de Alemania, no la de Bélgica.

martes, agosto 12, 2008

EL PROFESOR DE ÉTICA


Como todo es cuestión de estética, el profesor de ética, para el que sin embargo todo era cuestión de ética, naturalmente, fue a un centro de belleza a ver qué se cocía por allí. Y aunque creía fervorosamente que la belleza no está en el objeto sino en quién mira el objeto y en cómo lo mira, no pudo evitar una mirada a los pechos de la peluquera que le ponía la bata. Y pensó además que eran preciosos.
Pero siendo todo cuestión de estética el profesor de ética tuvo que amoldarse a la moda imperante y pese a que él tenía un personal concepción de la belleza, tenía una concepción individual y utilitaria y misteriosa de la belleza no le quedó otro remedio que asumir que era la estética la que dominaba el mundo y que la ética le importaba a él y a un señor de Cuenca, que no le conocía de nada.
Así que mirando a la chica que tenía delante el profesor de ética, confundido siempre en un mar de dudas morales sobre si lo que hacía, lo que pensaba o en quién pensaba era correcto o era moralmente reprobable, no pudo evitar pensar que era una mujer preciosa, que estaba hoy, ahora muy guapa y que la estética empeoraba mucho su aspecto.
De un modo recíproco la mujer que estaba delante del profesor de ética pensaba no en cuestiones morales sino estéticas y en que aquella camisa, aquellos pantalones y aquellos zapatos, aquel corte de pelo y aquel todo era mejorable si aplicasen algo de estética.
El profesor de ética, esta vez sí en su papel, continúo pensando en cuestiones morales concernientes a otras mujeres y a la que tenía ahora delante, y a la otra que tenía detrás y a todas en general. Y en una confunsión inmensa confundió la ética con la estética y aplicó cualidades morales a la belleza.
Gracias a Dios el profesor de ética salió al fin de sí mismo y de su ensimismación y dijo al fin: “sin pendientes estás mucho más guapa” ¡Y se quedó más agusto!

La peluquera del Marido de la peluquera.

lunes, agosto 11, 2008

M. VARIACIÓN SOBRE UN TEMA DE LOS PIRATAS.


Mi amor se cae al suelo y no se queja demasiado,
"podría ser peor", se dice, y sigue caminando.
Mi amor jugaba a ser mayor mucho antes de llegar
y expresa en una mueca que está harta de esperar.
"Pero no importa, estaré bien si tú te quedas a mi lado",
y disimula recogiendo su amor propio destrozado.
Mi amor dejó el colegio porque dijo que era caro,
"nada he aprendido y ya me estaban fastidiando".
"Empezaré cualquier empresa y cuidaré de que estés bien,
tú quédate conmigo sólo tienes que aprender"

Éramos tan jóvenes. Jugábamos a ser mayores, pero no lo éramos. Caímos al suelo, pero ¿qué íbamos a hacer si no? Nuestro sino era caer. Mi amor se levantaba una y otra vez una y otra vez. Y me levantaba a mí. ¿Dónde habríamos de llegar? ¡Qué más daba estábamos juntos! Cuidaba de mí. Yo necesitaba más cuidados, era un niño y ella era más fuerte que yo, más fuerte que nadie. Se impacientaba, lloraba sola cuando creía que yo no la veía. Y se levantaba cada vez que la vida la tiraba al suelo. Y me levantaba a mí que estaba siempre caido.
M está segura de que todo irá mejor,
pero nunca pasa nada y aún seguimos siendo dos.
M está tranquila porque dice que es mejor,
pero nunca he estado solo y esta casa es para dos.

M sabía que todo iría bien. “Toda va a ir bien” me decía mientras me abrazaba porque yo pensaba en mi casa, en todo lo perdido, en nuestra vida de antes, en la felicidad que parecíamos haber perdido. Todo aquel tiempo solo me hacía pensar. Pensaba en ella y en mí, en qué hacía ella conmigo, en por qué cargaba conmigo que era un peso para ella. Eso creía yo. Salía de casa tan convencida y volvía tan fuerte después de todo lo que le había pasado. “Toda va a ir bien, creéme”.

Yo tocaba fondo y me dormía en la cocina,
M me abrazaba y se tumbaba encima mía,
"no te preocupes que esto pasará, mañana estarás bien",
y me cogía la cabeza y la metía en su jersey.

A veces me levantaba de la cama solamente para llorar sin que ella lo notara, sin que tuviera que recogerme una vez más, sin que tuviera que sostenerme como siempre lo hacía. Me iba a la cocina y lloraba hasta que me quedaba dormido, con las lágrimas cristalizadas en legañas. Ella me abrazaba y me hacía bromas. Me arreglaba la cara, me quitaba las legañas. ¡Era tan fuerte! ¡Era tan fuerte! Se sostenía en píe y podía además sostenerme a mí. Me abrazaba como si supiera que era lo que necesitaba, pero ¿quién necesitaba más los ánimos, los abrazos? ¿quién necesitaba a quién?
M nunca dudó que me quería a pesar de todo,
pero el día que se fue no le importó dejarme solo,
"lo hago por ti", me dijo, "ya verás, sin mi estarás mejor",
y me dio un beso en la mejilla, cogió la puerta y sonrió.
Ella me quería. Y tal vez aún me quiera. Seguramente aún me quiera. No sé quién será el que ahora esté dentro de su jersey, el que la abrace, el que se acueste con ella. Pero se fue. Tuvo que irse, sonriendo, fuerte todavía, como si no fuera realmente, como si fuera a volver en un rato a recogerme. “Lo hago por ti” y no sé si es cierto que lo hizo por mí o si lo hizo por ella, si se libró del peso que la hundía.. “Lo hago por ti” ¡Cuántas veces seguí oyendo esa frase en mi mente sentado en la cocina llorando y esperando que volviera! Pero no volvió. Estuve peor sin ella. Pero sólo al principio. Una vez más ella tenía razón. Sin ella estaría mejor, sin ella podría crecer. Ser. Pero aún la veo sonriente cerrando la puerta.
M está segura de que todo está mejor,
pero nunca he estado solo y esta casa es para dos.
M está tranquila porque dice que es mejor,
pero nunca pasa y echo de menos su amor,
M está tranquila porque todo irá mejor,
pero nunca he estado solo y esta casa es para dos.
M está contenta porque dice que es mejor,
pero nunca pasa nada y nunca más seremos dos.

La casa era inmensa para mí solo. Ella estaba segura de que yo solo estaría mejor. Y tuve que dejar la casa. Nunca volvimos a ser dos. Nunca volvimos a ser dos, ella y yo, abrazados en la cocina. Eché tanto de menos su amor. Y sus brazos y sus labios y su jersey que olía un poco a manzana y su forma de morderse las uñas y sus pendientes feos. Tanto de menos. Aún la añoro algunos días, cuando me levanto a beber agua a la cocina, esta otra cocina, y me quedo sentado y noto que me tapa con su jersey.
Pero lo cierto es que una vez más ella tuvo razón. Fue mejor. La echo de menos, pero fue mejor para mí. Y crecí. Y por fin aprendí. Ella me enseñó. Su gran acto de amor fue dejarme solo. Hacerme, no sé en qué forma, vivir.

Pero el día que se fue no le importó dejarme solo.

domingo, agosto 10, 2008

EL HOMBRE CON CARENCIAS AFECTIVAS


Sentado en la barra del bar el Hombre con Carencias Afectivas pensaba en la extraña relación que había entablado con el Camarero. Poco a poco el Camarero y él habían llegado a ser más que cliente y empresario, más que esa relación rara que se establece un día con un camarero, habían llegado a ser casi amigos.
Para el Hombre con Carencias Afectivas era difícil hacer amigos nuevos y abrirse a los viejos, a los que conocía desde siempre. Pero no sabía cómo había llegado a ser eso con el Camarero y dueño del bar. Empezó hablando el Camarero, cosa rara en un bar, pero como buen Hombre con Carencias Afectivas él escuchaba más que hablaba y el camarero necesitaba hablar mucho más que él.
Después ya iba a ver al Camarero a la mejor hora: cuando el bar estaba casi vacío y ambos podían hablar sin demasiadas interrupciones. Solían hablar de casi todo, pero el tema principal eran las relaciones con las mujeres, ya que para el Hombre con Carencias Afectivas era difícil tenerlas y el camarero había roto con su novia después de años de convivencia. Ahora había iniciado una carrera de relaciones amoroso – sexuales con cada mujer que se cruzaba en su camino.
- Para mí ya no es como antes, ni siquiera ese morbo de querer tirarse al camarero funciona ya.
- ¿Existe ese morbo?
- Ya no. Ahora es más difícil. Aún así aquí se conocen a muchas mujeres y se intima con algunas, si se quiere.
- Hombre eso está bien.
- Sí, me cuesta, pero bueno, tengo mis momentos.
- A mí me cuesta más, tú por lo menos tienes el hielo roto y siempre puedes tirar de ahí.
- Es cierto. Por suerte ahora no se me da demasiado mal y estoy consiguiendo al menos desahogo.
- ¿Sexual?
- Sí, claro.
- A mí es que para el sexo me hace falta sentir algo más que un calentón, me hace falta algo de amor o de cariño aunque luego se acabe en dos segundos.
- A mí no, pero no sé por qué casi siempre acabo diciéndolas que las quiero.
El Hombre con Carencias Afectivas cambió la cara. Se turbó un poco.
- ¿Qué te pasa?
- Sólo le he dicho a dos mujeres que las quería.
- ¿Y funcionó?
- No, no, eran otra cosa, más cerca de amigas que de otra cosa. A las que he querido de verdad no he podido decirlas que las quiero.
El Camarero le puso la mano en el hombro.
- No te preocupes, yo lo digo continuamente es sólo cuestión de costumbre.
- Tal vez.
Y ambos se sintieron más unidos por esa mentira y ese toque en el hombro que por la mayoría de abrazos y palabras de amor que habían dicho nunca.

Camarero y cliente en plena relación.

sábado, agosto 09, 2008

JJOO. SAMUEL SÁNCHEZ.


Que quede claro que escribo con todo el calentón.
Ayer en una preciosa e inmensamente larga ceremonia de inauguración se declararon abiertos los Juegos Olímpicos de Pekín.
Hasta el 24 de agosto seremos muchos los que veremos todo lo que podamos, desde partidos de balonmano a esos tremendos partidos de volley playa femenino.
La ceremonia ya hemos dicho que fue espectacular aunque un poco larga. La imagen del atleta chino Li-Ning corriendo en el aire de Pekín quedará para siempre grabada en la memoria de muchos.
Y hace unos minutos Samuel Sánchez, el asturiano, el guaje, ha ganado la primera medalla para España. El oro en ciclismo en ruta. El oro en el más hermoso de todos los deportes.
Por esa transferencia que se da entre espectador y participante en algunos deportes Samuel y yo hemos hecho el mismo gesto, llevarnos las manos a la cabeza, y buscar a alguien a quien contarle todo esto, con quien compartir esto, estas casi lágrimas que nos caen a ambos.
Samuel, que había sacrificado su temporada al Tour y a los Juegos ha obtenido una merecida recompensa, pero también hay que aplaudir a Carlos Sastre, Alberto Contador, Óscar Freire y Alejandro Valverde, los componentes del equipo olímpico español de ciclismo.
En unos últimos kilómetros que nos han puesto el corazón a mil hemos visto como esa fuerza de la naturaleza que es Cancellara, el gran bruto del ciclismo mundial, el favorito para la crono y el tipo que puede partir en dos un pelotón en una recta totalmente llana, ha sido capaz de neutralizar la desventaja de su terceto y unirlo al de Samuel. Seis para una sola medalla de oro y Samuel, 50 metros antes de la meta ya había ganado. Y todos con él.
A ver si conseguimos quitarnos las manos de la cabeza y empezamos a creerlo. Ha ganado Samuel y el E(Espanish)S(System)P(Power).

viernes, agosto 08, 2008

LECTOR.


El escritor de doble personalidad hablaba (consigo mismo por supuesto) acerca de la relación entre el escritor y el lector.
- Sin el lector no somos nadie. Recuerda amigo que escribimos para ser leídos.
- Sí, pero no sabemos si realmente somos leídos. Toda escritura es la esperanza de que alguien nos lea.
- Es cierto. Además es un fracaso. No sabemos qué entenderá el que lee de lo que nosotros escribimos.
- No lo sé. Nosotros conocemos a nuestros lectores . Y sabemos que nos leen y casi cómo y qué entienden cuando leen.
- Eres un optimista.
- Claro tú eres el pesimista.
- Es cierto.
- ¿Recuerdas la reacción de Violeta cuando le enseñamos lo que escribimos para ella?
- No.
- Es verdad, tú eres el desmemoriado: dijo que le encantaba y nos dio un beso, pero nos pidió que nunca se lo enseñásemos a nadie.
- Claro, por eso no lo hemos hecho nunca.
- ¿Y Paula?
- Ella no dice nunca nada.
- Sí, a pesar de que sale tanto en nuestras cosas.
- Sí. Pero lo que recuerdo perfectamente es como ella dejó de querer vernos, de hablarnos durante tanto tiempo cuando le dimos aquello.
- Era una declaración de amor.
- No hablemos de ello, fue triste.
- Fue cómico.
- Sí, somos dos caras de una misma moneda.
- ¿Qué hacemos ahora con todo esto que hemos escrito?
- Tengo dudas, no sé si darlo o no, si enseñarlo, si guardarlo en un cajón.
- Ella ya se lo sabe.
- Yo también la conozco, ¿o es que lo has olvidado?
- Tenemos que pensarlo.
- Sí tenemos que pensarlo.
- ¿Hemos tomado la medicación?
- Si hablamos los dos a la vez ya sabes que es que no.
- Cierto.
- Cierto.
Y el escritor y su doble se quedaron callados un rato, por fin.

Lector o lectora. A ti va dedicado este post.

jueves, agosto 07, 2008

ACTOR SECUNDARIO


En una novela de Gonzalo Suances (no recuerdo en cual, puede ser en cualquiera de ellas, y no tengo muchas ganas ahora de ponerme a buscar) dice uno de sus personajes:
- Toda mi vida me había sentido como un actor de reparto, como si en mi propia vida fuera nada más que eso, una actor de reparto.
- ¿Y ahora? ¿Eres ya el protagonista?
- No, pero me han ascendido. Soy un actor secundario.
Esa misma sensación parece que acompaña a muchos durante su vida, la de ser un actor de reparto, un actor de complemento a la vida de los demás. Ni siquiera un secundario (un secundario puede ser importante, te pueden dar un óscar), un simple actor de reparto, cuando no un mero figurante.
Esa sensación de que no están viviendo su propia vida, sino que están asistiendo a la vida de los demás. Y digo asistiendo en todas sus acepciones, asistiendo como espectadores y también como asistentes a la vida grande que es la que viven los demás.
Otros viven una vida secundaria. Viven a la sombra de los demás, de los grandes actores. Son sus ayudantes, sus amigos, sus compañeros, los que los acompañan y sirven de apoyo a sus papeles de protagonista.
Estos viven vidas pequeñas pero mejores que las de los otros. Y consiguen incluso estar presente en el momento decisivo, si bien no son actantes de él. Y con suerte puede que su vida se vea acompañada por una actriz de reparto (en las películas americanas de los 50 y los 60 sucedía siempre esto, que los protagonistas y hasta los secundarios debían acabar emparejados).
Suelen ser graciosos, pacientes, adornados de grandes cualidades. O grandes traidores y malos malísimos que trituran la vida de los héroes, de los protagonistas. Son como Tony Randall, siempre expectante ante el amor de Rock Hudson y Doris Day.
Escondidos en sus vidas pequeñas, contentos o no con ella, conspiran o se conforman con su pequeñez, con su sencillez. Así viven. A eso fue ascendido el personaje de la novela que no pretendió nunca ser un protagonista.
Ni siquiera de su propia vida.

El actor secundario Bob, el más famoso de los secundarios.

miércoles, agosto 06, 2008

REALIDADES PARALELAS

(DESDE HACE AÑOS REPUTADOS CIENTÍFICOS INVESTIGAN SOBRE LA EXISTENCIA Y DEMOSTRACIÓN DE REALIDADES PARALELAS A LA EXISTENTE, A LA PERCIBIDA)

En aquella realidad hubiera podido ser todo lo que no soy en esta. En aquella realidad podría haber sido rubio, alto, fuerte, con ojos azules, podría haber sido lo suficientemente guapo o alemán, lo suficientemente bueno y listo como para que sucediera.
Pero sólo vivimos en la realidad que podemos definir con nuestros sentidos.
En aquella realidad las ideas que limitan una vida: yo sólo soy yo, se recibe solamente lo que se merece, hubieran quedado invalidadas o al menos replanteadas, yo sería otro y así pues mi circunstancia, mi realidad sería otra, yo sería algo más que yo, y recibiría, siendo otro mereciendo otras cosas, mucho más de lo que tengo en esta.
Pero vivimos en esta realidad.
¿Y si resultara que en aquella realidad las cosas siguieran siendo como siempre, siguiera reinando la felicidad?
Pero ¿y si la otra realidad fuera peor? ¿Y si aunque se hubieran cumplido nuestros sueños o incluso por ello hubiera todo devenido en un fracaso de nuestra vida? ¿Y si esa realidad nos hubiera dado justo lo que queremos y con ello lo que hubiéramos merecido y con ello fuéramos tristemente tristes?
Pero sólo vivimos en la realidad que tenemos, fea o no.
Pero en aquella realidad yo hubiera sido todo lo que hubiera sido necesario, hubiera recorrido el camino de la perfección hasta el final, hubiera conseguido hacerme tal y como hubiera sido necesario para ti. Te hubiera al fin merecido.
Pero sólo tengo esta realidad, por más que los científicos investiguen, por más que me gustaría echar un vistazo a esa realidad. Y me conformo.

Realidades paralelas, alternas, varias.

martes, agosto 05, 2008

ACUERDOS REUNIÓN DE AGOSTO.


Ayer cuatro de Agosto a eso de las 9 y según todos con un calor espantoso nos reunimos los supervivientes illescanos del Creatura (el resto no es que no sobrevivan es que sobreviven lejos de aquí los muy cucos).
Tras los comentarios de rigor iniciamos la reunión en la que se tomaron las siguientes resoluciones:
Las colaboraciones de este mes (4 páginas en total) serán para Ángel y para Ramón.
Todos los colaboradores han entregado ya sus colaboraciones excepto Julio, Juan Francisco (que una vez más juró por Snoopy que lo tendría), Largo y Gabi que lo tendrán muy prontito.
Para el próximo número la cosa queda como sigue: Portada: Largo, Editorial: Rubén, Editorial Bis: Pinky (con el nuevo establecimiento de Borox), y la contra será el cartel de Leticia para el acto de octubre.
En octubre los actos serán: día 3 Cuentos en los bares, Pub las Cadenas y hacia finales de mes, día 25 o así, Poesía en los bares III.
La próxima reunión en el O'conell el día 8 de septiembre. Fecha tope para entregar las colaboraciones el día 7 de septiembre (es nuestro aniversario...)
La próxima portada será para El Lobo Estepario.
Se comentó la baja calidad de impresión y los errores de la misma en el último número y hablar con la imprenta para corregirlo.
Planning para el blog digital que adjunto a este post.
Y con esto y un bizcocho acabamos la reunión que ya se hacía tarde.

Planing blog digital.
13 Noemí 14 Noemí 15 Ana 16 Gabi 17 Ramón 18 Editorial 19 Largo 20 Víctor 21 Leticia
22 13x21 23 Lobo Estepario 24 Pedro 25 Ángel 26 Laura 27 Ramón Colaboración 28 Rubén colaboración 29 Contra 30 31

Así de entonados y de viejunos acabamos siempre las reuniones, ¿nos acompañas en la próxima?

lunes, agosto 04, 2008

CONVERSACIONES INCOMPATIBLES. VARIACIÓN SOBRE UN TEMA DE MUCHACHITO.


Llevamos a cabo una conversación incompatible,
esto no tiene solución,
pero hoy, no quiero ni verlo
pero hoy, no quiero saber que....
Recuerdo el principio. Todo era hablar y hablar y hablar. ¿Cuántos meses estaríamos así? No puedo recordarlo bien, probablemente seis. Y sólo hablábamos. Ni siquiera nos tocábamos. De cualquier cosa, de todo, hablando todo el rato, con una complicidad y un placer difícil de explicar. Todo el rato hablando y hablando como si fuéramos al cabo del tiempo a quedarnos mudos y no pudiéramos volver nunca a hablar. Y también éramos capaces de estar en silencio. Sin más. No porque no tuviéramos qué decirnos, sino simplemente porque podíamos estar en silencio, cómodamente, mirándonos sólo, tal vez haciendo un gesto. ¡Cuánto hablamos!
Llevamos a cabo una conversación incompatible,
esto no tiene solución,
pero hoy, no quiero ni verlo
pero hoy, no quiero saber que...
Después seguíamos hablando, a veces de la misma forma que antes, hablando de todo y de nada, enredados en conversaciones que no decían nada y que llevaban horas. No decían nada pero eran puro placer, placer de ser pronunciadas y escuchadas, pero placer también por ser quién era el que las pronunciaba. Entonces ya nos tocábamos y nos besábamos, aunque teníamos a veces que dejar de hacerlo para hablar. Un día se me escapó un te quiero y te pusiste roja. Yo también fue tu respuesta un poco tímida y mirando al suelo, como cuando decías algo importante que te daba vergüenza. Poco a poco perdimos esa vergüenza, la desnudez ayudó por supuesto, y decíamos cualquier cosa. Y nos besábamos con cualquier excusa. Y cualquier excusa era buena para seguir hablando cuando ya no nos besábamos.
Nada que me importe más,
que no hablarte al oído una vez más,
nada que me importe más
que el no verme contigo,
nada que me importe más
que no estar en tú ombligo una vez más,
nada que me importe más
que no verte conmigo...
¿Fue acaso ese afán por decirlo todo por no parar de hablar más que para besarnos lo que nos costó el amor? No lo sé, pero dejamos de hablar. Y el silencio no era como el de antes, un silencio sonriente, expectante a veces, un silencio claro y tranquilo. No ahora el silencio dolía y tenía que ser llenado por cualquier cosa, qué más daba. Porque lo otro ya no era una conversación, ya no hablábamos, simplemente discutíamos, peleábamos, igual que antes hablábamos, sin motivo, sin parar como si discutir fuera el fin último de estar juntos.
Llevamos a cabo una conversación incompatible,
esto no cambia de color,
yo hablo en griego y tú en latín,
increíble pero cierto, si al momento lo acierto otra vez
y es que...

Bien es cierto que luego nos reconciliábamos, pero siempre había algo demasiado roto entre los dos para que siguiéramos igual. La conversación fluía, pero era distinta, era más espesa, no tenía esa chispa y ese encanto del principio. En esta época nos tocábamos mucho. Teníamos que estar siempre reconciliándonos, reparando las heridas que nos habíamos hecho al hablar. Y la mejor forma de curar una herida es con saliva. ¡Cuántos besos nos dimos entonces! ¿Lo recuerdas? Y más, y más y más. Casi a veces provocaba las peleas para poder después tocarte, reconciliarme contigo, volver a tus brazos, a tu ombligo, volver a estar tocándote, casi dentro de ti, estar contigo simplemente ¡Qué más daba si para eso teníamos que pelear!
Nada que me importe más
que no hablarte al oído una vez más,
nada que me importe más
que no verme contigo,
nada que me importe más
que no estar en tu ombligo una vez más,
nada que me importe más
que el que no estés conmigo.
Pero luego eso tampoco nos funcionó. No había manera de tocarnos. Echaba de menos tus manos, tu oreja que mordía mientras te decía al oído todas esas cosas que antes te hacían mirar al suelo de vergüenza. Dejé de tener posesión sobre tu ombligo. Ya no era mío. Me empezaba a ser ajeno, como si fuera sólo tuyo y nada más y yo fuera un realquilado, un ocupante molesto en ciertos días de la semana. Te echaba de menos cuando estabas a dos metros y también cuando estábamos juntos, uno sobre el otro, tocándonos ¿dónde estabas entonces?
Nada que me importe más
que el no hablarte al oído una vez más,
nada que me importe más
que el no verme contigo
nada que me importe más
que no estar en tu ombligo una vez más,
nada que me importe más
que el que no estés conmigo
que el no hablarte al oído,
que el que no estés conmigo
que el no estar en tu ombligo
una vez más,
una vez más.

¿Ahora? No lo sé. No sé qué es peor. Si echar de menos tu cuerpo, tu ombligo y tu oreja y esas partes que consideré mías durante un tiempo, tan mías que pensé que si no las había inventado yo se habían inventado para mí, sólo para mí y para nadie más que yo. No tengo en cuenta tantas cosas que dijimos entonces “Prefiero que te mueras antes de que haya otra persona”. Da igual que lo dijeras y lo pensaras y lo sigas pensando. Es lo lógico. No lo tengo en cuenta porque ya no hablábamos, no de lo mismo, simplemente tú decías y yo decía pero no nos dirigíamos el uno al otro, simplemente apuntábamos las frases hacia el otro, pero casi sin sentirlas, éramos pura rabia. Pensaba muchas veces en ese principio hecho sólo de palabras, de palabras que se unían y se juntaban como si fuera lo más natural del mundo porque estaban hechas de lo mismo. Pero al final no. Al final no hablábamos, no podíamos hablar. Cada uno tenía su idioma, el nuestro, el que habíamos construido en tantas noches y días y tardes juntos se nos borró, se fulminó y desapareció y el común, el de todos, no nos sirvió, se nos quedó corto, absurdo, muerto y no pudimos volver a ser. Simplemente se nos acabó la conversación y con ella el amor y todo, porque ya no pudimos volver a entendernos como antes lo hacíamos.

Portada del disco de Muchachito en el que encontraremos esta canción.

domingo, agosto 03, 2008

CAMINO DE PERFECCIÓN


Pasamos la noche entre machos alfa, machos beta imitadores, machos omega y más cosas que son, por ahora y me temo que por siempre, imposibles de calificar. Las hembras (o hembra en algunos casos) que nos acompañan son maravillosas, a la espera de otra clasificación mejor y menos parcial.
Sorprende como los miembros más altos de la cadena alimenticia tienden a buscar la perfección absoluta. En todo. No sólo en lo que hacen, en lo que visten, en su aspecto, sus pelos controlados y esas cosas, sino incluso en su objetivo último. Precisan de una perfección con la que los omegas apenas sueñan, una perfección que los omegas ven con ojos asombrados y desde muy lejos, no vaya a ser que...
Y tienden también a buscar cierta perfección en sus actos, perfección con incluso algunos toques morales o morales y estéticos a un tiempo. No les parece bien que una mujer sea así, haga esto. Es decir, les parece bien, ya que ellos serán el sujeto paciente de esa digamos felación digamos lo que digamos, pero les parece mal que una mujer con la que ellos, ellos precisamente, han accedido a estar se preste a ello a las primeras de cambio.
Conviven además con un código que si no se explica deja al resto de los mortales un tanto desconcertados. No hay que ir, vendrán (frase casi insultante para un macho omega, que no espera a que vengan, ni va él porque, total para qué tanto cansancio sin ningún objetivo), no hay que hacer eso, se hace eso otro. Tienen perfectamente codificadas las conductas, los movimientos, las situaciones, las miradas de una controlada y perfecta intensidad.
Mientras, machos omegas, observamos esto con una mezcla de entusiasmo sociológico y zoológico. El pájaro del trópico que engalana y enseña sus plumas perfectas a la hembra perfecta con la que habrá de compartir la consumación. Y en nuestra fantasía soñamos con la amiga fea de la amiga fea de la hembra que el macho alfa ha conseguido.
Ese mismo camino de perfección lo recorren los machos alfa y los beta constantemente, cuanto más perfectos más arriba en la cadena evolutiva. Nosotros, mientras tanto, escribimos un post sobre ello, que es a lo máximo que tal vez nunca lleguemos.

Portada de Camino de Perfección, novela de Pío Baroja.

sábado, agosto 02, 2008

OPTIMISMO


Tenemos un puñado de amigos. Tenemos algo de dinero (poco, pero algo, aún) en la cuenta. Tenemos un largo verano por delante. Tenemos amor (poco y del otro, pero amor). Tenemos algunos libros aún por leer. Tenemos un mp3 lleno de canciones, alguna incluso buena.
Tenemos confianza en el futuro. Tenemos quien nos llame. Tenemos ganas de crear confusión. Tenemos una tribuna en la que decir lo que queramos. Tenemos mucho por hacer. Tenemos un equipo de fútbol que pierde mucho. Tenemos amigos reencontrados. Tenemos sexo, si bien manual, pero sexo. Tenemos fantasías sexuales, gracias a Dios. Tenemos algunas películas que queremos ver. Tenemos unas olimpiadas por delante y toda la tele a nuestra disposición. Tenemos algún órgano aún sano. Tenemos alcohol y drogas por compartir, aunque no luego no usemos nada de eso. Tenemos un coche pequeño que se va despedazando pero que lleva a los sitios. Tenemos un futuro distinto cada día. Tenemos ganas de pasarlo bien. Tenemos ganas de hacer chistes. Tenemos ganas de que lo paséis bien. Tenemos malos días. Tenemos malas noches. Tenemos marnes largos. Tenemos amigos extraños. Tenemos amigos geniales. Tenemos medio vacío el reino de los muchos (y que siga así). Tenemos una educación esmerada. Tenemos aún un programa de radio. Tenemos tanta cultura inservible que no sabemos qué hacer con ella. Tenemos ganas de ver si Elsa Pataki está así de buena. Tenemos una reunión el lunes. Tenemos mujeres que mirar, que tocar, que embarazar. Tenemos que desembarazarnos de las cosas. Tenemos un futuro que ya no viviremos. Tenemos un amor que no será. Tenemos todas las carreteras libres. Tenemos quien comente este blog. Tenemos un trabajo prestigioso. Tenemos un trabajo por hacer que no estamos haciendo. Tenemos un trabajo que no deberíamos hacer y que hemos hecho. Tenemos los ojos verdes, que no grises. Tenemos amigos con ojos azules, que no verdes. Tenemos un problema con los colores. Tenemos historias que fueron y que podemos contar. Tenemos historias que no fueron y que podemos contar. Tenemos historias que no fueron y que no podemos contar. Tenemos una cita con la historia. Tenemos cosas que hacer el día que la historia nos cite. Tenemos una guitarra que no suena bien. Tenemos ganas de cantar. Tenemos mujeres que nos conocen y aún así hablan bien de nosotros. Tenemos pocos amantes. Tenemos libros de poesía ya leídos, gracias a Dios. Tenemos confianza en el futuro. Tenemos la esperanza de que esta vez sí nos cojan la mano cuando lo pidamos. Tenemos la necesidad de que a veces nos cojan la mano. Tenemos muchos post aún que colgar. Tenemos tanto optimismo que nos damos asco. Tenemos la autoestima por las nubes o por los suelos, depende. Tenemos un Macho Alfa que nos desespera. Tenemos un Macho Alfa que nos encanta. Tenemos aptitudes de Macho Omega, pero muchos escrupulos. Tenemos ganas de vivir. Tenemos mucho sueño a todas horas. Tenemos botellas de Jameson que vaciar. Tenemos botellas de Cutty (no lo bebo, no sé si escribe así) que vaciar. Tenemos botellas de Four Roses por vaciar. Tenemos un cama pequeña que nos encanta. Tenemos problemas para dormir. Tenemos un gusto rarísimo. Tenemos una hermana rubia que algún día será nuestra. Tenemos unas zapatillas casi nuevas, pero que pitan en los centros comerciales. Tenemos el teléfono de vendedores de droga. Tenemos el teléfono de putas. Tenemos el teléfono de señoritas conservadoras y estupendas. Tenemos el teléfono de un convento. Tenemos viajes que hacer. Tenemos libros por escribir. Tenemos un libro terminado que no vamos a enseñar. Tenemos tanto amor que dar. Tenemos complejo de inferioridad. Tenemos dos ideas, buenas, pero que nos hacen y nos harán sufrir. Tenemos la sospecha de que si ellos nos llaman nos iríamos con ellos. Tenemos página en el badoo. Tenemos poco éxito en el badoo. Tenemos mucho que decir. Tenemos que quedar luego. Tenemos tanto fútbol que ver. Tenemos tantas ganas de ver fútbol. Tenemos mala opinión de casi todo. Tenemos peor opinión de la poesía moderna. Tenemos que acabar con este post.

Así de optimistas nos hemos levantado.

viernes, agosto 01, 2008

LAS COSAS BUENAS NO HAY QUE INTENTAR REPETIRLAS

Como somos unos optimistas no nos damos cuenta de ello, pero la observación de la realidad da paso a una reflexión que parece bien cierta a pesar de que como digo no la percibamos como tal: las cosas buenas no hay que intentar repetirlas.Y como evidentemente somos unos optimistas nos lanzamos a la repetición de sucesos, relaciones, fórmulas, viajes y demás zarandajas como si pudiéramos repetir lo ya pasado, lo ya sucedido, aquello que tanto nos gustó. Pero como el pasado no vuelve, aunque sirve de referencia para el futuro y para el presente, repetir lo pasado y pretender que sea igual e incluso mejor es un imposible casi categórico. Repetir aquellas vacaciones fue imposible y quedaron mucho peor. Y repetir aquel beso no funcionó pese a que te cogí de la nuca de una forma similar. Y repetir la diversión de aquella tarde tonta de verano que no planeamos no nos salió cuando sí lo planeamos. Y siendo como somos optimistas nos volcamos en la repetición de hechos y sucesos y citas con la esperanza de que vuelvan, de repetir el pasado, porque el pasado ya fue y nuestra mente tiende a maquillarlo todo, tiene y conserva un prestigio indisoluble, basado también en la relación constante y continua que hacemos de ese momento pasado tan bueno. Justamente aquí se enmarca la tradición. Las fiestas patronales, las romerías, las fiestas tradicionales como los quintos y demás que tratan de perpetuar un momento, con éxito mediano, que es a lo más que se puede aspirar en ese intento de repetición del pasado. Así pues, amigos, no intentemos revivir el pasado, aunque sea bueno.


Cualquier tiempo pasado sólo fue anterior.