Pasamos la vida en la búsqueda del equilibrio (unos más y otros menos, ciertamente, vestibulopáticos algunos tienen más problemas a la hora de encontrar el equilibrio) que mantenga nuestra vida más o menos ordenada y moderada.
Pasamos, por tanto, la vida en el alambre, en ese alambre de los funambulistas, apoyados en gigantescas barras (llámese barra a lo que uno quiera, su chica, sus amigos, su madre, sus dos ideas o tres ideas o cuatro ideas) e intentando no caer en un lado o en otro.
En ambos espera la caída (si hay suerte una red nos espera y aunque habrá sido para habernos matado sólo nos habremos roto un brazo) y esa caída no es buena por ninguno de los dos.
Por un lado puede estar nuestra vida placentera, la vida muelle y fácil que nos gusta y nos abraza dulcemente como un muchacho de ojos verdes (o azules, no vamos ahora a discutir esto). La vida de algodón que queremos y que nos quiere, la vida a la que aspiramos asirnos siempre.
Por el otro lado está la vida que nos mantiene. Económicamente. Y socialmente. Y que mantiene nuestra cordura, nuestra apreciación, por supuesto, de la otra vida. Y establece lo que somos de una manera tan sutil e invisible que parece que realmente no significa nada.
(También en otro lado está nuestra vida imaginada, la que no es la una ni la otra, la que es simple ensoñación entusiástica, simple pensamiento, simple segregadora de endorfinas, pues aunque sabemos que nunca pasará lo que pensamos en esa otra vida, no podemos dejar de intuir que es dulce y feliz y placentero. Pero a esta es casi imposible caer, es un castillo en el aire y hasta el más tonto (bueno, tal vez el más tonto o el más listo no) sabe que eso no pasará.)
Y entre ambas vidas hay que mantener el equilibrio para no caerse y acabar hecho papilla en el suelo. Alimento de leones o focas de circo (¿o creéis que a las focas no les gusta la carne?). Buscar ese punto intermedio y mantenerse quieto, viendo el precipicio a cada lado y tentado de caer. Pero agarrado a esa barra que nos ayuda a mantenernos.
Mantener el equilibrio. Y no perderlo. Y que la fuerza, nos venga de donde nos venga, no nos abandone en el esfuerzo.
Funambulista manteniéndose en el alambre.
2 comentarios:
Para mantener el equilibrio, lo más importante es tener los pies en el suelo.
mantener el equilibrio a veces es prácticamente imposible, pero en esa barra que ayuda se materializan muchas personas que colaboran, que te vuelven a la realidad, que a veces te hacen soñar y que hacer que por lo menos quieras seguir intentando mantener el equilibrio
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