Demos la vuelta al post de ayer. Decíamos que de la realidad se puede sacar fácilmente no sólo una novela sino toda una obra literaria. Hablemos ahora de como la ficción se puede convertir, sin una pretensión real por parte del que vive, en una realidad más posible y vivible que la propia realidad.
Como todos sabemos Oscar Wilde hizo famosa esa frase que decía: “La realidad imita al arte” y de eso quiero hablar básicamente, de como la realidad se convierte en ficción ya conocida ante nuestros ojos.
No sé si a vosotros también os sucede que ante un hecho de vuestra cotidianidad, de vuestra vida os acordáis rápidamente de un hecho de que ya habéis vivido en la ficción.
Así sucede cuando de repente ante una situación nos acordamos de aquella película que un día vimos. O cuando queremos recrear un beso de esa misma película (con resultado, digamos, incierto). Y se nos activan los recuerdos y pensamos en como eso ya lo hemos visto y como era distinto en la ficción, más perfecto, más limpio incluso.
Podemos vivir un amor de años y años como si de un amor de comedia romántica se tratara (sin saber que el amor de las comedias románticas sólo sirve para las comedias románticas, claro está) o vivirlo como un personaje del amor cortés (sin saber que por supuesto el amor cortés no sirve ni en la ficción, claro está).
Y están esas frases, esos parlamentos de obras o películas o series, o trozos de canciones o de poemas o de novelas que se nos vienen a la mente cuando alguien nos cuenta algo. Así se va haciendo real la ficción, a base de mezclarse y ligarse y no separarse de la realidad y de perder la consciencia de qué paso y qué no (¿Te he dicho alguna vez que recuerdo las cosas para luego contártelas o sólo lo leí en aquella novela? Son tus besos, camarera, besos de mar, porque besas como si fueras a comerme.)
Y por un rato podemos vivir como si realmente estuviéramos en ese mundo perfecto de la ficción, en ese mundo acatado y con reglas concretas y estrictas. (Todo es confuso menos tu vientre, ¿Es que vivimos las cosas sólo para recordarlas? Cuando tú apareciste penaba yo en la más oscura cueva, braceando sin aire y sin salida.)
Y os digo que es un gusto vivir ese poco de mundo ficticio en la realidad. Y que no soy al único que le pasa: “Si tú estás tan guapa y yo estoy tan feo, contigo mi vida parece un tebeo.”
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