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jueves, abril 30, 2009

VALOR

El soldado, sudor, sangre, barro, testosterona y demás materiales líquidos y olorosos, se arrojó contra las líneas enemigas. Sus compañeros a lo lejos gritaban, locos de alegría, la acción del compañero. Sus amigos a lo lejos gritaban, horrorizados, la acción de su amigo.
Es un héroe.
Es un loco.
No se ponían de acuerdo en qué era. Sus compañeros le tomaron por un héroe. Un ejemplo a seguir, un hombre contra todo un ejército, un hombre que iba a perder, que iba a morir, pero que arrostraba el valor sin miedo, que por su país, sus ideas, sus compañeros iba a entregar la vida valientemente, sin pensar en las consecuencias.
Sus amigos le tomaron por un loco. Iba a perder la vida por nada. Sí, sus amigos eran su país, pero aún así no era necesario entregar la vida por ellos. O no así. Inconscientemente. Sin necesidad. Y sin posibilidad de vivir.
Salió, milagrosamente, vivo de aquello. Herido, pero vivo. Fue vitoreado por todos, aplaudido por todos. Unos porque era un héroe. Otros porque había vuelto vivo. Siguió siendo un loco y un héroe. Pero nunca fue el mismo.
Nunca se supo si le echó valor o si fue un loco, si arriesgó su vida por su país o por un acto de desesperación, de acabar con todo. Nunca nadie lo supo, ni siquiera él. Lo pensaba en las noches al raso con el resto de compañeros.
Lo pensaba tendido en su cama solitaria años después. ¿Era un loco o un héroe? ¿Fue un acto de valentía o sólo fue un acto de inconsciencia?
El resto de su vida fue una búsqueda de esa respuesta.


Locos, cobardes, valientes, El rojo emblema del valor

miércoles, abril 29, 2009

HÉROE

Muerto el hombre no murió el héroe, ni su leyenda. Muerto el hombre sólo había muerto el hombre, el marido, el padre, el amigo, el instructor. Muerto el hombre sólo un hombre había muerto, nada más.
El héroe siguió vivo en las conciencias de todos. Siguió vivo en los libros de historia o de historias, en las bocas de sus adoradores. Siguió vivo en los nombres de las calles, en la pequeña historia de las ciudades, en la conciencia de aquellos que habían oído su increíble historia.
Muerto el hombre no murió el asesino, ni su leyenda. Muerto el hombre sólo había muerto un hombre. En el país aquel, el lugar donde sus hazañas habían tenido lugar, seguiría recordándose su leyenda. Sería nombrado cuando se quisiera asustar a los niños, cuando se quisiera citar un malvado, cuando las relaciones con su país fueran menos tensas.
Su ofensa, su heroicidad, era típica. Batalla. Muertos. Sangre. Era simplemente un problema de punto de vista. Para los suyos era un héroe. Un hombre que había matado y había estado a punto de morir por su país, por su causa. Para los otros era un asesino. Un hombre que había matado sin piedad a tantos y tantos.
El hombre, el simple hombre, fue llorado por los suyos. El hombre, el hombre simple, sabía que no era un héroe. Sabía que si algo era, algo de lo que le llamaban, era más un asesino que un valiente. Sabía lo que había hecho y por qué lo había hecho. Pero sabía que podía no haberlo hecho, que podía haber huído, haber renegado, no haber matado.
Nunca quiso hablar de sus historias, de sus hazañas. Sabía que contadas por otros serían míticas, contadas por él serían historias duras, frías, en primera persona donde la gente moría y moría sin piedad. No estaba contento con lo hecho. Pero ya no podía cambiarlo. Sólo asumirlo.
Era un asesino más que otra cosa. Porque un héroe siempre tiene algo de malvado, de asesino, de sádico. Él lo sabía por eso quiso que en su epitafio apareciera la frase “Un héroe es un asesino”.
La frase que apareció fue “Nunca quise ser un héroe, simplemete lo fui”. No podía permitirse que la realidad acabara con la épica, con la historia, con la perfecta imagen de inspiración que emanaba de aquella figura.
Muerto el hombre, hay que reconocerlo, sólo un hombre había muerto.

Héroe, asesino, hombre

martes, abril 28, 2009

APRENDER

¿Mejor? ¿Qué si estaba mejor antes? No lo sé, no sé responderte a eso. Evidentemente antes estaba solo. Estuve mucho tiempo solo, ya lo sabes. Pasé mucho tiempo sin encontrar a nadie. Encontrar porque como ya te he dicho otras veces a la gente no se la busca, se la encuentra. No puedes buscar a alguien que te quiera. Lo encontrarás pero no si lo buscas.
El caso es que antes no sé si estaba mejor. Pero tampoco estaba mucho peor. Te acostumbras a estar solo, a hacer las cosas solo y para ti. Tenía mis cosas, mis rutinas, mis rupturas de rutinas, mis caprichos. Todo para mí.
Es bueno darle cosas a la gente. Cuando la ves disfrutar es fantástico, porque sabes que ese disfrute es gracias a ti. Es como cuando te hago reír. Lo he hecho yo. Y eso me hace muy feliz. Muy feliz. ¿Entiendes? Sí, sé que lo entiendes.
La verdad es que estando solo se aprenden muchas cosas. Cosas de ti mismo. Ya sabes que lo mejor de estar solo es que se tiene mucho tiempo libre. Y ese tiempo se utiliza para pensar. Y pensar demasiado es bueno y es malo. Te conoces muy bien. Aunque aprendes que eres mucho más tonto de lo que pareces y te creías.
Pensé mucho durante el tiempo que estuve sin ti. El que estuve solo antes de conocerte. Me conocí bastante bien. No sé si es bueno que me conozca tan bien, porque hace que me perdona las cosas, conozco las razones y veo que no son tan malas. Soy permisivo conmigo mismo. O negador. Y eso no es bueno.
Para saber de amor, para aprenderlo, haber estado solo es necesario*. Yo aprendí a amar estando solo, sin ti, sin nadie. Aprendí que yo soy importante. Pero también que puede haber alguien a quien quiera más. Alguien con quien compartir. Aprendí a querer. Tal vez también porque comprendí lo solo y pequeño y ridículo que soy. Lo imbécil que soy.
Mira como te ríes. Sabes que soy un imbécil. Estuve mucho tiempo solo y así aprendí a amar, a querer. ¿Lo hago bien? De momento tú no te quejas. Lo bueno de aprender es que lo estamos haciendo constantemente y que puedo volver a hacerlo si es necesario. Puedo volver a aprenderte. O volver a aprender a otra. Ya sabes que es una broma.
Mi amigo Félix Chacón dice que el amor entre los feos es mejor, es más fuerte y más duro porque nadie más los quiere. Es decir, porque han estado mucho tiempo solos. Y han aprendido que estar solo es bueno, pero que cuando basta, basta. Que solo es bueno, y que hay que estar solo, y mucho tiempo, para poder querer a alguien, querer verlo y tenerlo mucho rato, pero que después se sabe mejor lo que hay que hacer.
¿Qué tal lo hago yo?

De Pandémica y Celeste, Jaime Gil de Biedma.

lunes, abril 27, 2009

IDEA

Cuando, montado ya en el coche, salía hacia su destino, se cruzó por un segundo la idea en su cabeza ¿He cerrado la puerta? Se contestó que sí, que lo había hecho. Y para demostrárselo se tocó la parte del pantalón en la que guardaba las llaves. Sí, sí.
Era un pensamiento pequeño. Y se fue poco a poco metido en otros pensamientos más grandes. Pero volvió. Y se volvióa ir, sin más. Era demasiado pequeño. Pero estaba creciendo. Volvió a tocar las llaves, esta vez más fuerte haciendo que sonaran. Y se dijo, sí, sí, sí. Vale.
Cuando, llegado ya a la fiesta, besaba a aquella mujer a la que le presentaban ¿Sara? ¿Alicia? No pudo reprimir un nuevo reflote del pesamiento. ¿He cerrado? Ya no era capaz de decirlo con seguridad, no estaba convencido, seguro. ¿Lo habría hecho? ¿No lo habría hecho? Creía que sí, que lo había hecho, pero ¿era cierto lo que creía? ¿o estaba en un error creyéndolo?
Durante unos minutos divagó acerca de por qué no se debe creer al propio pensamiento. Nos mentimos mucho a nosotros mismos. Se enredó en ese pensamiento. Y se dio ejemplos a sí mismo de negaciones anteriores, de pensamientos que le habían engañado. Cuando negaba tenía muchas opciones de estar encubriéndose a sí mismo una mentira. Lo había hecho muchas veces.
Pero ese pensamiento también se fue. No sin recordar, una vez más, a aquella mujer que había deseado tanto tiempo. ¿Y la puerta? ¿estaría cerrada? Asumió que tal vez se la hubiera dejado abierta, ¿era tan grave? ¿qué podría suceder si lo había hecho así? Podrían robarle, pero no tenía nada de valor. Podían quedarse a vivir en su casa, ocupársela. Temió por sus objetos queridos más que por todo lo material que poseía. Por la televisión o los ordenadores.
Aquella maldita puerta. Estaría cerrada. Hablaba con la gente. O más bien la escuchaba. ¿Había cerrado sí o no? Estaba muy enfadado consigo mismo ¿cómo no podía recordarlo? Es más ¿Por qué le molestaba tanto aquella idea? ¿Qué más daba aquella puta puerta? ¿Qué importaba? Llegó a sentirse furioso consigo mismo.
Lo pagó, sin embargo, con su amiga. Le dio una contestación desmesurada. Se arrepintió. Pidió perdón. No lo obtuvo. Así son las mujeres, pensó, pueden decir lo que quieran y si tú haces lo mismo luego se enfadan. Pero ese no es el tema, la puerta, la puerta.
Temió volver a casa y encontrarse la puerta abierta de par en par y su casa vacía y sola y rota e inundada o peor. Y también tuvo el temor de que la puerta estuviera cerrada y de haberse dado la vuelta para nada.
Pero cedió ante la idea, pudo con él y se marchó de la fiesta. Todo el mundo le preguntó y él no pudo decir la verdad. Buscó una excusa. Ya sabéis estoy muy cansado, mi madre ha estado enferma y he tenido que cuidar de ella. Pensaron que la enfermedad de su madre le estaba afectando. Tal vez era así y eso agigantaba la idea terrible de la puerta sin cerrar.
Salió de la fiesta y según llegaba a casa comenzó a sentirse, extrañamente, jodidamente, aliviado.

¿Abierta o cerrada?

domingo, abril 26, 2009

THE GIN TONICS COME BACK!


Si el sábado pasado toco "covers' gig" de T.SEX, este domingo, a las 19:00 horas, y en vuestra taberna favorita, el O'Connell St Irish Tavern (C/Real 84. Illescas), aparecen "Los Gintonics" para, tirando igualmente de la excusa del cumpleaños de su base rítmica, volver a deleitar nuestros oídos con su envolvente y relajado sonido.

Por tanto, ¿Quien se va a perder tan magnífico evento, regado con las mejores birras y copazos de la zona? Pues pocos, esperemos (disculpados los ya invitados a algún otro evento social, ¿Ok?)

sábado, abril 25, 2009

POR QUÉ NOS GUSTAN

Porque están en nuestra memoria, tal vez en una marca genética que nos hace recordar y tener siempre su idea y quizá su deseo en la mente. Y ese recuerdo tiene que ver con el principio cuando sólo éramos dos y nada más que dos. Y ella mordió la manzana. Es la manzana. Por eso. Porque nos recuerda a la manzana primera, la carnosidad, el dulzor. Porque es el pecado primero y único y pequeño que tenemos y que tenemos que repetir.
Porque nos recuerda también el calor y el primer recuerdo mismo. El de las papilas gustativas y el calorcito primero que buscamos y nos dieron, la suavidad, el candor. Somos de nuevo pequeños y frágiles cuando las vemos y las miramos fijos porque de una manera que no entendemos lo recordamos y sabemos que esa fue nuestra primera casa.
Porque se nos parecen a tantos juegos de niños, que incluso después de niños nos encantan, que no podemos evitar desear volver a la infancia y jugar. Y ser libres de nuevos. Son los balones en el patio y todos a por la pelota o los globos que hinchábamos y veíamos volar sólo por verlos volar con la libertad de dejar que el viento te lleve.
Porque terminan en una punta que se parece muchas veces, tantas veces, a la yema del dedo meñique. De ese frágil y extraño y útil dedo pequeño. Y nos gusta tanto acariciar ese dedo pequeño y estrecharlo con nuestro dedo pequeño como en un pulso o en un abrazo, porque a veces se siente dolor en ese pulso en ese abrazo, porque muchas veces se siente todo en ese pulso, en ese abrazo.
Porque son grandes o pequeñas y tienen una marca o un recuerdo o simplemente una expectativa, y da igual como sean porque todo el tiempo es lo mismo y es bello el desafío a la realidad, al peso y la gravedad que mantienen y que desde el otro lado no terminamos de entender cómo funciona cómo se mantiene ese desafío sin acabar abandonando.
Porque grandes o pequeñas sirven igual y gustan igual, porque en el tamaño no hay nada que las distinga, que las haga mejores, porque es como la vida, los pequeños y los grandes son iguales de tontos o listos, de buenos o malos de amados u odiados.
Porque tienen un balanceo hipnótico. Y las miramos y estamos dormidos en un mundo mejor, en un mundo más dulce. Hipnotizados, trasportados. Y nos cae una baba y en ella, en ese pequeño punto, hay siempre un aleph, un punto donde todo el universo está contenido y reflejado. Una realidad completa desde cualquier punto de vista.
Porque ese balanceo nos hipnotiza, sí, y volamos y vemos, al fin, el Nirvana, el punto del espacio en el que somos al fin felices y donde todo, al fin, tiene comprensión, tiene capacidad de ser entendido al fin. Y lo hemos alcanzado. Sabemos. Somos felices.
Por eso y por muchas más cosas nos gustan.


Globos, fiesta, felicidad

viernes, abril 24, 2009

ERA

Era más feliz cuando era infeliz. No tenía preocupaciones ni problemas. No tenía a nadie a quién agradar, nadie con quién quedar bien, nadie a quién conservar, nadie que pudiera enfadarse conmigo.
No tenía secretos, ni obsesiones. Vivía solo. Infeliz. Necesitado. No te tenía, es evidente. No tenía tu risa o tu sonrisa. No la hacía llegar yo. No tenía nada. Costumbres mías y pequeñas que cumplía con orden y exactitud, como un colegial haciendo sus deberes. Era más feliz, aunque entonces no lo supiera. No tenía miedo. Miedo a perderte. A haberte perdido ya.
Tenía el deseo de tenerte. No a ti. A cualquiera. Pero fuiste tú. El deseo puede más que tú. Lo sabes. Te ha pasado también. Te vuelve tarumba. Yo le paso a todas la lengua de los ojos. El deseo. Nada más. A ti te pasaba la lengua de verdad. Y tú me pasabas la tuya.
Era más feliz cuando era infeliz. No te habías ido aún. No había tenido que ir a buscarte. No habías dejado de quererme. Ni siquiera habías llegado a quererme. Ni había pensado en que alguien algún día podría quererme. No tenía dirección, ni razones. Hacía lo que podía. Lo que quería tal vez.
No tenía el miedo a verte desnuda. A tenerte desnuda en mi cama. Luego lo tuve. Y lo sigo teniendo. Aún ahora que conozco tu cuerpo. Que lo he recorrido. Que tú conoces el mío y lo has hecho tuyo. No tenía tampoco el miedo a tener que entretenerte todo el rato. A tenerte contenta y feliz. A ser interesante todo el rato. Interesante, atractivo, bueno, feroz, como tú querías que fuera.
Pero me hiciste feliz. Y perdí todo lo que tenía. Te gané a ti. Pero perdí lo demás. Mis rutinas. Mi vida. Mis cosas pequeñas y propias y repetidas y sólo mías. Te metiste en todo. Sacaste mi vida al aire. Y creo que se la ha llevado la corriente. Que me has arrastrado y sacudido y ahora el viento se me lleva.
Y así me hiciste el más infeliz. Porque no teniendo nada no tenía nada que perder. Y luego te tuve a ti y el miedo a perderte. Y ahora tengo menos que nada. Porque te has ido y, joder, te has ido, y te lo has llevado todo. Y antes no había nada pero ahora hay huecos de cosas que trajiste contigo, huecos que me molestan porque están vacíos, de sí mismos y de ti.
Era más feliz cuando era infeliz. Mientras estuviste aquí, mira, no sé si quiera si estuviste aquí.
Puesta de sol en los trigales, felicidad que fue, en los trigales

jueves, abril 23, 2009

DOLOR

Aliviada la tensión del pericardio el hombre pudo respirar mejor, una jeringa gigante le salía del pecho en el que ahora tenía un agujero pequeño pero por el que acababa de recobrar gran parte de su vida y casi todo el aire que ahora entraba y salía de sus pulmones y era transportado a los tejidos y los órganos por los glóbulos rojos.

Su cara cambió, el dolor cesó. Miró alrededor. Un hombre sujetaba una jeringa llena de sangre. Su sangre. Con todas esas cosa que después decían en los análisis. Leucocitos, plaquetas, colesterol. Y con agua. Y con alcohol. E incluso con toxinas y drogas. Con todo eso y mucho más.

Su sangre era llevada ahora no sabía a dónde. El dolor en el pecho volvió. Pero era distinto era más una herida que una presión. Era ese agujero que le había hecho vivir el que le dolía. Ese dolor que había aliviado su dolor verdadero.

Pericardiocentesis

miércoles, abril 22, 2009

DESPEDIDA

Nueva entrega de las aventuras de Laura por Brasil, en esta ocasión despidiendo a su hermano Sito (ver última foto).


"Hola a todos,

No os lo vais a creer pero había escrito un e-mail contándoos el último viaje que hicimos mi hermano y yo antes de su vuelta a España, contandooos nuestra visita a la ciudad de Florianopolis, en el Estado de Santa Catarina, a diez horas de autobus hacia el sur.

Os contaba todas nuestras andanzas, las playas que visitamos, que vimos a una compañera mía de Capoeira allí que nos invitó a su casa, etc. Era un e-mail largo que seguramente a más de uno le iba a aburrir.

Pues habéis tenido suerte y por un accidente lo perdí, así que ahora no tengo ganas de escribirlo de nuevo y os mando solo las fotos para que conozcais esta ciudad que está la mitad en el continente, y la mitad en una isla (separados por pocos kilómetros), donde se suceden las playas de arena blanca, dunas y agua cristalina, y todo ello en la costa, porque en el interior tiene una laguna enorme rodeada de vegetación.

Este fue el viaje de despedida de mi hermano, quien marchó a mi añorada tierra del jamón. Ahora le echo mucho de menos, pero la vida continúa en Sao Paulo. Un beso a todos"

martes, abril 21, 2009

LO MISMO

Tumbada en la cama ella escuchaba la canción. La hacía suya. Esas eran sus palabras. Las que ella pensaba, las que tenía en la cabeza, las que repetía una y otra vez. Daba la vuelta a la canción una y otra vez. A veces comenzaba otra e incluso pasaba entera, pero seguía repitiendo la misma en sus labios, en su cabeza.
"Tú puedes decir lo que quieras Pero no cambiaré mis ideas Siento lo mismo por ti"
Tumbado en el sillón él escuchaba la canción. La hacía suya. Eran sus palabras. Las que él pensaba, las que tenía en la cabeza, las que repetía una y otra vez. Daba la vuelta a la canción una y otra vez. A veces comenzaba otra e incluso pasaba entera, pero seguía repitiendo la misma, con su voz, con las palmas de sus manos golpeando y haciendo el ritmo.
"Tú puedes decir lo que quieras Pero no cambiaré mis ideas Siento lo mismo por ti"
Ella no le quería y se lo repetía así. Se lo decía con esas palabras una y otra vez. No cambiaré. Seguiré sin quererte. No puedo quererte ¿Cómo voy a quererte? Ya no te quiero, si es que alguna vez lo he hecho. Sabía que esto le iba a hacer daño, pero era la verdad, y la verdad nunca hace daño, es necesaria. Y punto. Esas eran sus palabras para hacérsela saber.
"Y puedes decirme tus razones Pero no cambiaré mis sentimientos Siento lo mismo por ti"
Él la quería y se lo repetía así. Se lo decía con esas palabras una y otra vez. No cambiaré. Seguiré queriéndote. Aunque tú no me quieras ¿Cómo no voy a quererte? Te quiero y te seguiré queriendo, siempre, de la misma manera. Sabía que a ella esto no le gustaría, pero tenía que decírselo. Era la verdad. Y la verdad hay que decirla. Es necesaria, es bella siempre y bonita, porque es necesaria. Esta era su forma de decírsela.
"Y puedes decirme tus razones Pero no cambiaré mis sentimientos Siento lo mismo por ti"
Tumbados los dos. Mirando a un lado, a otro, enfadados a veces, tristes a veces, hambrientos otras veces, se mantenían en su posición. En su negación. En su afirmación. En su estolidez. No cambiaré. Seguiré sintiendo lo mismo. Por ti.

Sharleen Spiteri

lunes, abril 20, 2009

DEPENDE

No sé cómo funciona tu cabeza. No sé cómo funciona casi nada de ti. No sé casi nada de ti. O lo sé casi todo. Depende de ti. De si me has mentido siempre o si me has dicho la verdad. Depende de si mirándome a los ojos me has dicho que no le quieres y es cierto o si es una mentira.
Depende de eso todo. De que seas sincera. De que no me mientas. Porque puedes haberme dicho la mentira de todo. Haberme mentido en todo. Puedes haberme dicho todas esas cosas, todas esas cosas y que no sean ciertas. Y que nuestra relación sea una mentira y que todo lo dicho sea una falsedad.
Entonces resultará que verdaderamente no te conozco que sólo conozco a un personaje y que tú te has escondido detrás de las palabras. Que te has escondido de mí. Que no te conozco y que mi amor ha sido mentira.
Que todo ha sido mentira. Y resultará que te he querido para nada, por nada. Y que habré perdido el tiempo. Pero todo, como siempre, depende de ti.
Depende de si me has mentido o no

domingo, abril 19, 2009

CONFESIÓN

Me llamo Rubén. Bebo mucho zumo de manzana. No tomo alcohol. He visto muchas drogas. Sólo he tomado las que me han recetado. Tal vez menos de lo necesario. Soy alto, ancho y feo. Siempre seré el chico gordo y empollón con el que nadie se metía pero del que todos se ríen siempre.
Soy absurdo y cómico. Tengo actitudes cerradas. Por eso soy absurdo y cómico. No creo tener la razón o la verdad. Pero tengo una forma de hacer las cosas. No creo que sea la mejor forma. Ni siquiera que sea una buena forma. Pero es mi forma de hacerlas. Podría cambiar. Tal vez lo haga. Pero de momento lo descarto.
Admiro a poca gente. La mayoría anónima. Porque el tiempo se ha llevado sus nombres y muy pocos los recordamos o sabemos sus nombres. Otros son anónimos, nadie los conoce ni sabe lo que han hecho, lo que les pasa, su grandeza. Begoña. Ronda.
No quiero a casi nadie. La mayor parte del tiempo no siento nada. Y lo poco que siento no lo entiendo y no soy capaz de explicarlo. No quiero a mi familia. No quiero a la mayor parte de gente con la que hablo, que me habla. No quiero a los que debo querer. Podría contarlos con los dedos de la mano. No sé si me sobrará una mano.
Me siento tan vacío que las palabras resuenan dentro de mí haciendo eco. Por eso muchas veces a las cuatro de la mañana me despiertan canciones que he escuchado, a todo volumen, repetidas infinitamente. El eco me las va repitiendo. Estoy vacío. No tengo nada. No tengo sentimientos, lágrimas, sonrisas. Nada. Ni siquiera mal humor. Vacío.
Siempre lo niego todo. Nada es real para mí, porque todo dejó de existir una vez pasó. Lo niego. Niego que sea triste, infeliz, melancólico, alegre, feliz, melancólico. Niego que sea como soy. Niego que pueda ser de otra manera. Niego lo que siento y lo que no siento.
Me preocupa más no ser capaz de sentir, que sentir. Por eso a veces me atormento con ideas repetitivas y dolorosas. Me las repito una y otra vez para ver si me hacen mal. Como estoy vacío rebotan y se repiten una y otra vez. Una y otra vez. Cuando me hacen daño, si me lo hacen, lo niego.
Soy incapaz de llorar. Cuando me emociono, pocas veces, abandono el lugar en el que estoy hasta que dejo de creer que siento algo.
He conseguido olvidar a la mujer que amé. No siento nada cuando la veo, cuando estoy a su lado. No fui capaz de hacer que me quisiera. No fui lo suficientemente bueno. Alto. Rubio. Alemán. O pelirrojo. No fui lo suficientemente bueno. He tardado mucho en olvidarla y ahora que lo he hecho he aprendido que no debo querer a ninguna nunca más.
Siempre he estado solo. Y siempre estaré solo. A veces parece que acompaño o alguien o que alguien me acompaña. Pero no es cierto. Siempre estoy solo. Y cuando hay más gente, y más gente que conozco, más solo estoy. Más aislado. Más pequeño. Solo. Y siempre estaré solo. Nadie quiere mi compañía. No soy buena compañía.
Siempre me arrepiento de todo. Lo que hago y lo que no. Lo que planeo decir y no digo. Lo que no quise decir y dije. Suelo tener la culpa de todo. Es lo normal. Soy un gran culpable. Por eso estoy solo. Por eso no puedo querer a nadie ni nadie quererme. Porque me lo merezco. Es mi culpa. Me arrepiento.
No pretendía hacer lo que hice. Pero sé lo que hice. Me arrepiento, por supuesto. Es un delito. No porque vaya contra las leyes de los hombres. O las de Dios. Va contra la mismas reglas de la naturaleza. Y sobre todo contra mis propias reglas.

Espejo, conciencia, jurado, confesión.

sábado, abril 18, 2009

HUYENDO DEL ZEPELÍN


¡Peazo concierto que tenemos por delante! Y todo con motivo del cumpleaños de la base rítmica del grupo local, "T.SEX ".

Hoy mismo y en el establecimiento colaborador del Creatura, el Casino Rock Bar (Pza. España, 14. Esquivias, Toledo), a las 23 horas, nos encontramos con "Huyendo del Zepelín", un concierto de versiones de los T.SEX.

Ahí podréis escuchar temas de Portishead, Stevie Wonder, Jeff Beck o Queens of the Stone Age (entre otros), pasados por el demoledor rodillo rockero de una de nuestras bandas más queridas, aclamadas y respetadas.

Además, habrá colaboraciones especiales (¡Porque los buenos bolos son a lo grande!) de Jorge M. (The Crow, Bombay Zafiros y Mankey), Miguel R. (Stone Sound), Luis y Jair (Guldin); y la pinchada de D.J. Pinky, desde las entrañas del mismísimo Stoner.

Pues lo dicho: Si no tienes planes, no hay excusa para faltar, ¡Qué pasan lista!

viernes, abril 17, 2009

NORDESTE

Nuestra queridísima y admirada Laura, colaboradora del creatura en su viajera sección de "Do lado de lá, do lado de cá", sigue su particular periplo brasileño y nos vuelve a enviar un post contandonos como va la cosa por allí. Así que nada, ¡Aquí la teneis!

"Por fin fui al Nordeste. Tenia tantas ganas de ir después de tantos libros que leí de Jorge Amado, de conocer esta parte de Brasil y sobretodo Salvador de Bahia. Esta región que es tres vece mayor que España y que en población tiene más o menos la misma (50 millones). Es la región trópical de Brasil.

Cuando se habla de que en Brasil siempre hace buen tiempo, que siempre te puedes bañar em sus playas, se refeire al nordeste porque en invierno em São Paulo ya me han dicho que a la playa por poder, puedes ir, pero que se te congelas hasta los ....... em fin, también sucede con la población, la mayoría de los descendientes de los esclavos em Brasil se concentran allí. Lo que no quiere decir que em el centro o sur no haya un gran porcentaje de negros o mestizos sino que ese porcentaje según se va hacia el norte va aumentando vertiginosamente. La comida allí, también es diferente al resto del país. Alli sobretodo les gusta el picante (a los mexicanos creo que les gustaria, jeje) y cocinar con dende, osea, aceite de palmera.

No conozco toda la región, pero cuando llegamos a Salvador de Bahia alquilamos un coche en el aeropuerto y al dia siguiente seguirmos el camino del mar, bordeando la costa. El primer dia lo pasamos en Bahia y después de algunos sustos com los conductores de autobuses que se te echan encima, pasamos un dia en la playa bebiendo cervezas a la sombra. Al final escondiamos los cascos porque nos daba verguenza, estabamos rodeados. De ahi, al Pelouriho, la parte antigua y colonial de la ciudad. La verdad es que sus plazas, calles, casas... eran preciosas pero casi ni podias pararte a admirarlas porque en un segundo te rodeaba toda uma marabunta de gente pidiendote desde dinero a un cigarro, vendiendote collares, pulseras, solo podias respirar tranquilo cuando estabas em algún bar o terraza y eso porque los camareros se dedicaban a echarlos. Uma pena, la verdad pero también un agobio. Tengo que confesar que para mí un dia fue suficiente, solo queria marcharme de allí después de llevar años soñando com conocer la ciudad. Que se le va a hacer".

De todas formas lo pasamos bien, y aunque todos (incluidos mi amigo de São Paulo) avisaban de lo peligroso que es Salvador y de que tuvieramos mucho cuidado, terminamos em la playa tirados por la noche, acabando el dia con una botella de pacharán ¡No podia ser de otra manera!

Al dia siguiente como no, resaca y carretera y manta. Llegamos hasta el siguiente estado, Sergipe, y porque el camino nos llevo hasta un rio por el que no podiamos cruzar. Ahi paramos el coche, vimos un letrero de posadas y alli nos dirijimos. Ya estaba oscureciendo. Encontramos un lugar increible. Era una casa con una explanada enorme donde al fondo habia uma pequeña construción com cuatro cuartos que alquilaban.

En la casa principal fuincionaba un bar y em mitad de todo esto un techo com unas mesas. Os podeis imaginar, estabamos em la gloria sentados em las mesas, respirando aire puro y tranquilidad. Al dia siguiente por la mañana temprano cogimos uma barca y nos fuimos a Mangue Seco, un lugar de playas com dunas y miles de palmeras. A partir de este momentos los bosques de palmeras nos seguirian todo el camino, yo simplemente no sabia que existía tanta palmera em ningún lugar del mundo.

De allí al siguiente estado, Alagoas, em playa del Francés a solo 20 minutos de la capital, un lugar de arenas blancas y miles de palmeras. Allí encontramos nuestra casa: Santorini. Uma posada em la que habia uma casa grande dividida em apartamentos, nosotros estuvimos em uno de dos plantas, com barra de bar em la cocina, tres habitaciones, dos baños, terraza al jardin com hamacas, piscina, barbacao un lujo, estando alli nos preguntabamos que habiamos echo para merecer esto. Aprovechamos todo, piscina por la noche, playa por el dia, siesta em la hamaca, cena em la churrasquera... uma delicia. Y como tanta tranquilidad estaba afectandonos, seguimos para el norte rumbo a Pernambuco: Puerto Galinhas.


Otro lugar de playas paradisiácas que no llegamos a ver, porque llegamos por la noche y al dia siguiente amaneció lloviendo y com frio. Uma decepción a la que pronto nos sobrepusimos porque pensando que eran dias de carnaval, decidimos cambiar radicalmente, dejando la tranqulidad por la locura y el desenfreno de Olinda. Allí disfrutamos deun verdadero carnaval de rua (carnaval de calle), porque alli todo es gratis y libre.

Simplemente hay desfiles de gente tocando batucada y desfilando com unos muñecos gigantes tipicos de esta ciudad. Llegamos em un coche com Antonio un hombre que nos vio em la parada y se ofrecio a llevarnos, eso si, por un módico precio. Nos dijo que Olinda tiene el mejor carnaval porque la gente participa, no como el de Rio de Janeiro que simplemente vas al sambodromo a ver el desfile de las escuelas de samba y que además es gratis, no como el de Salvador que cierran las calles para que solo pasen los camiones com bandas de musica y detrás la gente que há pagado para ver el espectáculo. Me lo pase de muerte, cantando, bailando, como no, también bebiendo hasta el dia siguiente.

Fue toda uma noche de locura, como debe ser siempre uma noche de carnaval em Brasil. Horas después comenzó nuestro viaje de regreso, otra vez hacia el sur. Com paradas em Sitio del Conde y em nuestro restaurante de carretera preferido al que fuimos em la ida y conseguimos volver em la vuelta. Todo estava saliendo de maravilla, pero siempre digo lo mismo nada es perfecto y cuando ibamos a cruzar la frontera entre sergipe y el estado de Bahia nos paro la policia militar y al ver los papeles de nuestro conductor de primera se empeño em que no tenia los papeles em regla porque faltaba uma traducion de su permiso de conducir, vamos como si no se entendiera el español, después de mucha discusión y de amenazas del tipo aqui se queda el coche y teneis que pagar uma multa exagerada, el policia amablemente se ofrecio a ayudarnos y a encontrar uma solución a nuestros problemas que se reducia a pargarle 100 reales (unos 35 euros).

Yo fui la que tuve que tratar com él porque el conductor no sabia ni papa de portugues y os lo juro que casi me da un ataque, después de un año em Ciudad de México, sin pagar nunca uma mordida (bueno eso gracias a Felipe y su verborrea, que ya nos la quisieron meter un dia por pasar por direccion contraria) al final me toco pagarla em Brasil, era mi sino.

Después de este atraco a mano armada, llegamos a Salvador para pasar la noche por el pelourinho y el dia siguiente em uma de la isla de Bahia de Todos los Santos, donde fuimos em el barco que más se movia de la historia (casi hecho la primera papilla) y donde nos subimos a la primera combi, que nos llevo a un pueblo perdido, y ahi nos pusimos a andar sin sentido hasta llegar a uma playa perdida donde tuvimso que preguntar como volver a la civilizacións.

Para conseguir volver tuvimos que cruzar un rio, el hombre nos aseguro que no era profundo pero el agua cuando me llegaba más allá de la cintura me emepezo a preocupar y la corriente no era ninguna tontería, pero solo fue un susto, después comenzo a bajar. Volvimos a Salvador y allí después de muchos problemas em el aeropuerto, por el frio del aire aocndicionado que parecia que estabamos em el polo norte, vuelos que no aparecian em las pantallas, puertas de embarque confundias, etc.

Llegamos a são Paulo, a tiempo todavía de pasar el fin de semna todos juntos para la despedida. Fue un viaje maravilloso, deberia haber sido más largo pero no sepuede conseguir todo em la vida. La compañía, la mejor y como no el conductor ya lo he dicho de primera.

Un beso a todos".

jueves, abril 16, 2009

LA SOLEDAD DEL CORREDOR DE FONDO


Pues hoy también toca recomendación, en este caso la del blog literario de José Luis Muñoz, "La soledad del corredor de fondo", que encontrais en "Blogs y demás coleguillas", o linkando directamente aquí mismo: http://lasoledaddelcorredordefondo.blogspot.com/.

Y aunque ya sabéis que este tipo de posts se le dan muchísimo mejor a nuestro querido Kebran (a visitar su blog en cuanto leáis esto), esta Creatura no ha podido evitar hacer una mención al trabajo del señor Muñoz porque la ha parecido bastante bueno y, en cierta medida, similar al nuestro, ya que se tocan temas relacionados con literatura, cine, cultura, viajes y sociedad.

Dadle una oportunidad y me contáis, o mejor, contadle a José Luis lo que os ha parecido, ¡Que un "comment" siempre sienta bien!

miércoles, abril 15, 2009

AL OTRO LADO DEL ESPEJO


Nuestro amigo Gsus Bonilla nos informa del alumbramiento de la revista "Al otro lado del espejo". Posiblemente ya hayáis visitado más de un blog en el que se os anunciaba esta buena nueva, pero como en Creatura no queremos ser menos, y nos gusta apoyar todas las formas de expresión artística y cultural, pues aunque lleguemos un poco tarde, aquí está.

Y para ello os dejamos dos enlaces: Uno que os permitirá descargaros la revista, en http://issuu.com/alotroladodelespejo/docs/numerocero; y otro el del blog: http://alotroladodelespejorevista.blogspot.com/ .

Nuestra recomendación más encarecida de que os deis un pirulo por ambos links y lo disfrutéis como lo hemos hecho nosotros, ya que la calidad, es mucha, mucha.

¡Un saludo a todos los cuentistas!

martes, abril 14, 2009

REUNIÓN ABRIL '09

Reunión del mes de Abril ayer día 13. Un día más y hubiera parecido que tramábamos algo contra la más valorada de las instituciones españolas. Pero no es así. Realmente no tramamos nada contra nadie. Nada que no tenga que ver con el porno, la cerveza o sucedáneos de ambos.
Larga y fructífera reunión en la que nos dio tiempo a preparar casi dos números de Creatura, porque lo próximo, lo que viene necesita, pese a que parezca que no, mucha preparación.

Acuerdos:
Portada del próximo número Ángel Contra Largo Editorial Pinky Editorial Bis Rubén.
Próxima reunión 4 de mayo, fecha tope de entrega el 3.
Poca cosa más.

Hablamos de muchas cosas, como siempre, y casi ninguna concreta como siempre. Pero todos los que pertenecéis a Creatura recibiréis diversos correos estos días con información sobre plannings del fanzine digital, próximo número y cuestionario de establecimientos.

¿Alguien recuerda si llegamos a algún acuerdo sobre los editoriales? Y si llegamos a uno, ¿cuál fue?

Nada más discutimos, nos pareció todo muy bien o muy mal, dependiendo del momento y la cosa y nos fuimos a casa comentando que el verano se acerca y hay que preparar las vacaciones. El que las tenga.


En esto piensan ya algunos

lunes, abril 13, 2009

COLLAGE

(All the roads that lead to you were winding, and all the lights that light the way are blinding.) Todas las carreteras que llevan a ti son sinuosas, y todas las luces que iluminan el camino están cegadas. Quererte no es bastante, quererte es no entenderte. Demasiado tarde para comprender. Demasiado tarde para nuestras vidas. ¿Dónde nos llevó la imaginación? ¿Dónde con los ojos cerrados?
(We walk on the fields of gold) Andamos por campos de oro. ¿Dónde nos llevó la imaginación? Se divisan infinitos campos. Andamos por campos de oro, mi cuerpo alegre camina, porque de ti lleva la ilusión, dejándome caer por la cuesta abajo, he estado tan solito hasta que te he encontrado. (So lonely) Tan solito. Pasear contigo del brazo, háblame a los ojos. Dime que me quieres. ¿Dónde nos llevó la imaginación?
Aunque tú no lo sepas me he inventado tu nombre, no pienses de más, el infierno de tu gloria ha pasado por mí, ahora pienso y siento, sólo pienso en ti. Nadie piensa en ti como lo hago yo. (I don't believe that anybody feels the way I do about you now) No creo que nadie se sienta como yo por ti. Ojalá no te hubiera conocido nunca. Ojalá pase algo que te borre de pronto. Aunque tú no lo entiendas, me drogué con promesas, promesas que no valen nada.
No quiero ser el que sabe más, el que nunca falla, detesto ser el que va detrás y te levanta. No quiero ver tus ojos de hielo llorar. Quiero ser el que ha estado a tu lado cuando más lo has necesitado. No estarás sola. Contigo en la distancia. Si tú me dices ven lo dejo todo. No quiero ser el que sabe más, el que nunca falla, quiero ser el que ha estado a tu lado.
(Stuck in the middle with you) Clavado en el centro contigo. (Hooked on a feeling.) Enganchado a un sentimiento. (I don't believe that anybody feels the way I do about you now.) No creo que nadie sienta por ti lo que yo siento. Un momento en una agenda, una décima de segundo más. El sitio de mi recreo. (Stuck in the middle with you.) Clavado en el centro contigo. El sitio de mi recreo.
No sé qué tren fue el que perdí. No soy el mejor eso está muy claro. Yo sólo se vivir así. Son ya muchos treinta años para poner marcha atrás. Soy de esos tipos que pierden por norma. Y aunque vivo hasta el final nunca encuentro mi mitad. (You must remember this.) Debes recordarlo. Yo sólo sé vivir así. (So lonely.) Tan solito.
(I´m ready for love.) Estoy preparado para el amor. Y si un día tú te atreves a quererme, yo te estaré esperando aquí. No soy el mejor. Pero si un día tú te atreves a quererme, yo te estaré esperando aquí. Estoy bien aquí, en mi nube azul, todo es como yo lo he inventado. Si te atreves a quererme yo te estaré esperando aquí.

Este puzzle o post está hecho con trozos de canciones, ¿cuáles? ¿de quién?

domingo, abril 12, 2009

BREVE HISTORIA DEL CORAZÓN, once

La compañera de trabajo, profesora de ciencias, fingía su ferocidad. Por eso iba vestida con colores brutales y escotes prominentes cuando salía por los bares. Los hombres la miraban y ella se sentía débil pero fingía fuerza. Se acercaba alguno y ella elegía o fingía elegir, porque siempre el que mejor mintiera era el que se llevaría el gato al agua. En la cama también fingía. Sabía fingir, mentir como nadie. A su madre, a su compañera de trabajo, a sus amigas, a su espejo.
El vecino tocaba la guitarra los sábados por la mañana. Y casi todas las tardes. Desenfundaba el instrumento, sacaba las partituras y desdoblaba el complicado atril, el complicadísimo, dobladísimo atril. La verdad es que casi siempre tocaba lo mismo, las mismas canciones, los mismos ritmos, en un orden más o menos parecido.
Sus manos se sabían esos ritmos y el orden en el que estaban colocados. Una vez se calentaban haciendo aquellas escalas de blues, más lentas de lo que sería necesario, pero lo normal teniendo en cuenta que acababa de empezar a tocar y sus manos aún no estaban acostumbradas a los roces y pulsiones y distancias de las cuerdas y los trastes, empezaba con su repertorio más conocido.
Porque su repertorio ya era conocido en todo el barrio. A nadie le molestaba que se pusiera a tocar. Habían cogido gusto a aquellas notas, a aquellos ritmos, a aquellas canciones. Alguno ya las tarareaba. Otros fingían algo que hacer en las ventanas o balcones para salir a escuchar mejor la guitarra del vecino.
Una niña, niña pero casi adolescente o al revés, le paró en el ascensor y le preguntó dónde había aprendido, qué tocaba y le dijo que tocaba muy bien, muy bonito que le gustaba mucho. Estaba enamorada. Se la veía. Y con la música purgaba esos amores. Los hacía volar, los pensaba y los amaba aún más.
El guitarrista no amaba a nadie. Se estaba dando una tregua. Buscando de nuevo el ritmo de la vida. Su corazón estaba calentando, haciendo sus escalas de blues también, calentando sus latidos. Buscando los dos, su corazón y él, adaptarse a la vida. Las medidas. La dureza de las cuerdas. La distancia entre los trastes.
El vendedor de la tienda de guitarras le vendía baratas las cuerdas mejores. Y las que siempre se rompían. Primera. Segunda. Tercera. ¿Por qué eran siempre las mismas? Los dos sabían la respuesta. Sabían por qué se rompían. Y sabían cambiarlas, sustituirlas por otras y que todo volviera a ser igual.
El corazón del guitarrista, lento, como un blues, triste como un blues, iba cogiendo ritmo, calor, velocidad. Pronto latiría como un fandango. Como un rock. Finalmente latiría como una rumba. Una palmada. Otra palmada. Así debía ser. Sólo había que calentar lo suficiente, repetir el ejercicio una y otra vez hasta lograrlo.
La niña o adolescente estaba enamorada. Todas lo estaban en su clase. Hasta esa que decía que no. Que a ella lo que le importaban eran los estudios. Aprobar con la mejor nota posible. Ella le notaba que miraba mucho a Jorge para pensar siempre en los estudios. Ella también estaba enamorada. Pero nadie sabría nunca de quién. Era un gran secreto.

Bordón, traste, cuerda, puente, sonido

sábado, abril 11, 2009

BREVE HISTORIA DEL CORAZÓN, diez

La mujer que no le había querido estaba embarazada. Ocho meses, a punto de terminar, a punto de dar a luz una nueva vida. Un corazón ya latía en aquel pecho minúsculo que aún estaba dentro de ella. El suyo estaba ahora roto. Pensaba en toda su vida. En todos los hombres que había amado o que tal vez la habían amado. Se pasó por su cabeza aquel hombre frío y áspero. Aquel hombre que no la habría abandonado como había hecho el suyo, tan cercano y amable siempre.
Era muchas cosas, era hermana, era hija por supuesto, era profesora de ciencias, era vecina, era conductora, era lectora de poesía, era amante de los animales, era cliente de un banco pequeño, era ecologista. La vecina era todas esas y muchas más cosas.
Pero sobre todo era una soñadora. Soñaba y soñaba, sobre todo cuando estaba despierta. Soñaba con amores fabulosos, amores vívidos y feroces que la hicieran vivir ese mundo que desde niña había ansiado y que siempre le había estado vedado.
Era un mundo de colores, sí, pero sobre todo de colores fuertes. Un mundo rojo y negro, un mundo oscuro y luminoso, lleno de violentas pasiones. Siempre quiso despertar esas pasiones en los hombres. Por eso su colección de pintalabios de color rojo intenso, que luego no se atrevía nunca a ponerse.
Había vivido amores, claro, pero no de esa manera. Hombres que la habían amado mucho, que la habían regalado rosas, que la habían tratado bien y mal, hombres más o menos hermosos, más o menos duros, pero a lo que nunca llegó a enloquecer y que nunca la hicieron sentir como ella quería, como deseaba.
Sólo uno había sido tan especial que lo recordaría siempre. Había ocupado tanto tiempo en su vida que no podía ser de otra forma. Con él había empezado a amar, a conocer la carne, el placer, pero también la vida íntima y compartida. Al final no habían llegado a nada. Dejaron de quererse y se marcharon cada uno por su lado.
Su compañera de trabajo, igual de soñadora que ella pero con una gran facilidad para fingir la dureza, le decía que lo que le hacía falta era follar, era una buena polla, un buen polvo de una vez. Ella se ponía un poco rojo y negaba. Quería pasión. No sólo sexo. Quería sentirse viva de verdad, que su corazón rodase por una pendiente, que se volviera loco.
Que su corazón se derrumbara y se volviera a construir con las palabras que un hombre la dijera. Que su corazón latiera a mil y luego no latiera, que su sangre toda se concentrara en ese músculo un poco ridículo y se despidiera de él a toda velocidad. Porque ella sabía que la fuerza del corazón puede elevar la sangre hasta un tercer piso.
Eso quería que su corazón la llevara volando al tercer piso. Por eso soñaba con el vecino y con el profesor de plástica y con el profesor de Pilates y con el aburrido cajero del banco que tenía una doble vida llena de vicisitudes azarosas. Y con el hombre que tocaba la guitarra en el edificio de enfrente y cuyas notas llegaban siempre, los sábados por la mañana, a su cama y la despertaban de un sueño y la envolvían en otro mucho mejor.
La compañera de trabajo, profesora de ciencias, fingía su ferocidad. Por eso iba vestida con colores brutales y escotes prominentes cuando salía por los bares. Los hombres la miraban y ella se sentía débil pero fingía fuerza. Se acercaba alguno y ella elegía o fingía elegir, porque siempre el que mejor mintiera era el que se llevaría el gato al agua. En la cama también fingía. Sabía fingir, mentir como nadie. A su madre, a su compañera de trabajo, a sus amigas, a su espejo.

Rojo imposible en los labios de la mujer soñadora

viernes, abril 10, 2009

BREVE HISTORIA DEL CORAZÓN, nueve

Homosexual y conservador era una mezcla muy extraña. Se entregaba a aquellos que negaban su existencia que le consideraban anormal, fuera de lugar, antinatural. Bebía demasiado últimamente. Salía demasiado. Follaba demasiado poco. La vida se le estaba poniendo dura. El corazón se le estaba poniendo duro. Tenía que dejar de negarse a sí mismo.
Cuando acabó, cuando se acabó la noche con la hermosa mujer, el hombre, frío y duro, se marchó a casa. Vivía solo. Dormía solo. Comía solo. Hablaba, pocas veces, solo.
Era un hombre solitario. No porque no pudiera o no supiera estar con la gente. No quería estar con la gente. Estar con ellos implicaba quererlos, imbricarse en sus vidas, interesarse por ellas, doblar por tres, por cuatro, por quince su vida. Prefería quedarse a un lado. No molestar a nadie.
Si estaba solo nadie podría quererlo. No haría daño a nadie. Era lo mejor. Ni querer ni que le quisieran. No molestar. Quedarse en un hueco, cómodo y feliz con sus pequeños placeres, con sus cosas pequeñas que nadie podría interrumpir ni arrebatarle.
Aquella mujer había sido una excepción. Nunca había hecho nada así. Y sus sensaciones actuales le decían que no volvería a hacerlo. Por eso se había ido también. Porque mucho rato más en aquella cama, acariciando a aquella mujer podría ser peligroso, podría llegar a amarla.
Era un hombre frío. Áspero. Duro. Pero tenía un corazón enorme y caliente. No era fácil de querer. Pero quería con facilidad. Por eso se alejaba de la gente. Por eso no llamaba a su madre casi nunca. Por eso miraba fríamente a su vecina, a la vecina que siempre le sonreía y a veces le hablaba, con cortesía, como buscando más, amistad, cercanía, algo, en el ascensor.
Se había alejado de todo. Aquella mujer no había podido quererlo. Ninguna mujer había podido quererlo. Pero aquella más que ninguna otra. No había sabido ser lo que ella necesitaba. O no había podido serlo. No había sido lo suficientemente listo, alto, rubio o lo que fuera.
No había podido. Con otras se alejó y espero a que ellas se atrevieran a acercarse a él. Pero nadie se acercaba a él. Su corazón parecía dañino, parecía un bloque de hielo que podría congelar a quien se le acercara. Pero no era así. Y había que estar cerca para verlo. Y ninguna se atrevió a acercarse tanto.
Llegó a casa. Busco un disco. Lo puso bajito. Paseó por la habitación. Pensaba en aquella mujer. En un último acto de ardor había cogido la tarjeta que ella le había dado. No sabía si llamarla, si enviarle un mensaje, si atreverse él también, si arriesgar su integridad, su corazón, su calma.
La mujer que no le había querido estaba embarazada. Ocho meses, a punto de terminar, a punto de dar a luz una nueva vida. Un corazón ya latía en aquel pecho minúsculo que aún estaba dentro de ella. El suyo estaba ahora roto. Pensaba en toda su vida. En todos los hombres que había amado o que tal vez la habían amado. Se pasó por su cabeza aquel hombre frío y áspero. Aquel hombre que no la habría abandonado como había hecho el suyo, tan cercano y amable siempre.


Solo, frío, áspero

jueves, abril 09, 2009

BREVE HISTORIA DEL CORAZÓN, ocho

La amante del conductor, del camionero, casi corría por la calle. Llegaba tarde a su cita. Aquel hombre con el que se acostaba por razones que no recordaba, y por compensaciones materiales, la había entretenido mucho y ahora tenía que correr, que darse prisa porque el otro hombre, el hombre al que quería, se cansaría de esperar de un momento a otro.
La guapa secretaria, inmensamente guapa, demasiado guapa incluso, no estaba contenta nunca. No encontraba nada de lo que buscaba. Todavía no había encontrado lo que buscaba. Ni un trabajo como el que quería. Ni un hombre como el que quería. Ni una vida como la que soñaba. Ni una casa, un coche, un estímulo como el que necesitaba.
Muchos hombres, casi todos los hombres, se le acercaban. Y ella sabía por lo que era. Sólo por su belleza. Por su turgencia. Por el conjunto bonito que todas las cosas que la naturaleza le había dado.
Pero ese lado de su vida no lo cultivaba. Era así. Hermosa. Pero no trataba de parecerlo. No explotaba su imagen. No cuidaba en exceso su belleza. Simplemente era lo que había. Era lo que era.
Los otros lados sí que los cultivaba, los trataba. Tenía una conversación interesante, conseguida a través de años de hablar con gente, de estudiar, de gustar de la conversación. Era una mujer simpática, divertida, inteligente, independiente.
Tal vez esos fueran sus defectos. Su amigo homosexual se lo decía. Los hombres se asustan de las mujeres independientes, fuertes, inteligentes. Les dan miedo no quieren nada con ella.
Y ella seguía buscando. Un hombre que hiciera latir su corazón al ritmo adecuado, que hiciera que el corazón pareciera verdaderamente una máquina de golpear y golpear y golpear. Un trabajo que motivara sus ganas de levantarse. Que hiciera que su corazón tuviera ganas de hacer las cosas. Una vida como la que buscaba.
Pero cómo era esa vida de corazón caliente no lo sabía. Y así acababa por irse a la cama con cualquier hombre mínimamente interesante. Muchas veces sin ninguna esperanza. Sabiendo que desde el principio eso sería un fracaso. Y así era.
Y eso la llevaba en un círculo vicioso en un círculo peor aún que el otro, con una sensación de odio a la vida y a sí misma que no podía evitar. Y su corazón latía mal, raro, triste. Y su vida era triste, mala, rara.
Con ese hombre con el que se iba ahora todo sería distinto. Era un hombre feo. Amargado. Duro. Frío. Era un hombre más fuerte que los demás. O eso parecía. O eso quería creer su corazón.
Homosexual y conservador era una mezcla muy extraña. Se entregaba a aquellos que negaban su existencia que le consideraban anormal, fuera de lugar, antinatural. Bebía demasiado últimamente. Salía demasiado. Follaba demasiado poco. La vida se le estaba poniendo dura. El corazón se le estaba poniendo duro. Tenía que dejar de negarse a sí mismo.


Bella, leyendo

miércoles, abril 08, 2009

CULPA

Bajo el grifo, con el agua caliente brotando a chorros, frotaba sus manos con jabón. Enérgicamente. Con una fuerza y una actividad que hacían intuir unas manchas difíciles de arrancar. Unas manchas de grasa. De aceite de motor. De algo que se quedara pegado a la piel.
Quito las manos. No había resto de mancha. Acercó las manos a la nariz. Y el olor persistía. Volvió a repetir la operación. A meter las manos bajo el chorro de agua. A frotarlas con jabón. A intentar arrancar aquel olor de sus manos.
Olía a sexo. A sexo femenino. Y era un olor que no podía quitar. Un olor que no podía arrancarse de la mano. Y tampoco de la nariz. Era olor a sexo. O a culpa.
Era a lo que olía realmente. A culpabilidad. A remordimientos. Ese olor era el que no podía quitar, el de su conciencia arrepentida, el de su conciencia pinchándole y picándole a cada momento detrás de la oreja. Dentro de la nariz.
Fue a la habitación. La mano seguía manteniendo el olor. Se tumbó en la cama. Pensó en qué hacer. Su mujer volvería en un rato. En el teléfono tenía varios mensajes de aquella mujer a la que no quería y de la que había disfrutado hacía unas pocas horas.
Quería a su mujer. Y mucho. Nunca había hecho nada malo. Siempre la había amado y respetado. Siempre había sido fiel y había sido bueno. Había sido un buen marido. Un buen amigo. Un buen compañero.
Pero tuvo un arrebato. Y su mano se posó (o se introdujo, mejor dicho) en el sexo de aquella otra mujer. Se introdujo en aquella mujer todo su ardor, toda su locura. Se arrancó todas las convenciones, las costumbres y hasta el amor. Se arrancó todo lo bueno de su interior.
Y dejó de ser él. Fue simplemente un hombre. Un animal. Sin pensamiento. Sin conciencia del futuro o las consecuencias. Y ahora, acabado ya aquello, terminado, sólo le quedaba la culpa. No el recuerdo del placer. No el disfrute de lo sucedido. Sólo la culpa, comiéndole las manos y el resto del cuerpo.


Tratando de quitar la culpa del cuerpo

martes, abril 07, 2009

QUERIDA LUISA

Querida Luisa:
Tu carta me ha gustado mucho. Me ha gustado recibirla. Me ha gustado tenerla encima de la mesa dos días antes de abrirla. Me ha gustado volver a ver tu letra. Y mi nombre escrito por ti. Me gustado que respondas. Y que digas querido Juan.
Cada día te echo menos de menos. Ya te lo decía en la otra carta. Te voy olvidando un poco cada día. Aunque intento no hacerlo. Por eso mi otra carta. Para ver si podía recordar en cierta forma la emoción de volver a verte, ese cosquilleo que sentía cuando estaba en casa y esperaba que el reloj diera la hora para salir a verte, a encontrarte.
Esa emoción es lo que echo de menos. Ese cosquilleo de verte y ver cómo ibas vestida y planear cómo iba a quitártela. Ese cosquilleo del beso de recibimiento que me dabas. Ese cosquilleo de tu mano en mi espalda en el momento más inesperado. Ese cosquilleo que tú notabas cuando ponías ahí esa mano.
Lo demás no lo echo de menos. O sí. Pero mucho menos. Las tardes de domingo acompañado. Las risas. Las palabras que compartíamos sólo tú y yo. El mirarnos y que supiéramos. Todo eso estaba bien, pero puedo tenerlo con otras. Recuerdos. Uniones. Eso se puede repetir.
Las sensaciones, el cosquilleo, la emoción esa no. Y eso es lo que echo de menos de ti. Ya sabes por qué te escribí. No para contarte mi vida. Ni para saber de la tuya. Sino para recordar el cosquilleo.
Lo he recordado por un momento. Y no creas que no me gusta saber de ti. Siempre querré saber de ti. Incluso de tu novio futuro. Aguanto bien esas cosas. Lo sabes. Háblame de ti. Mándame cartas. Mándame el cosquilleo.
Sabes que, aunque ya de otra manera, te quiero.
Un beso.
Juan.

Respondiendo la carta

lunes, abril 06, 2009

PETER PAN. VARIACIONES SOBRE UN TEMA DE PEDRO GUERRA

Peter Pan buscaba a su madre
en las mil mujeres del aire
y se acostó con ellas
y se cansó de ellas
dejando en la mejilla
el beso gris del dolor
Era algo inútil, sin sentido. No tenía razón ni estímulo no tenía nada. Era una búsqueda absurda. Si es que era una búsqueda. Parecía casi una búsqueda del hartazgo, del aburrimiento, de la nada. Tenía en su mirada un cierto aire cargado de nihilismo. A eso se dirigía, a eso tendía, a la nada. A la repetición de lo mismo siempre. A repetir con una mujer lo mismo que había hecho con la otra y con la otra y con la otra, probando a todas sin otro afán que el de probarlas, el de poner en ellas la cruz de hecho y visto y comprobado y esta no y esta tampoco y ninguna.
Peter Pan horror del pirata
y sus sentimientos de lata
buscando aquel abrazo
el nido de unos brazos
en todas las mujeres
con las que descansó
Buscaba aquel cariño. Aquellos besos tiernos. Aquellos abrazos antiguos. Y por eso el afán de comprobación, de comparación. De búsqueda. Dónde habría algo igual. Fueron tantas. Todas similares o parecidas. Con un cierto aire a ella en todo. Había cierto sentimiento en él. Era el de la imitación. El de la copia. Sabía lo que sentían los demás y lo copiaba. O intuía lo que debía sentir y lo expresaba. Con más ahínco. Para demostrar que era cierto. Fingía, actuaba. Esa era su vida. Así lo lograba.
Peter Pan niño loco
cuándo aprenderás a vivir solo
Peter Pan niño dulce
algo siempre habrá que no te guste
Peter Pan nadie llega
y hay que ser feliz en la escalera
Peter Pan niño inquieto
cuándo aprenderás a estarte quieto
Lo quería todo. Quería ser feliz. Y quería el placer momentáneo. Y quería la vida de todos. Y vivir la suya propia. Y se perdía en el camino. En cada parada que hacía inclinado hacia las ingles de una mujer cualquiera, buscando dentro de ellas la felicidad y obteniendo si acaso un retazo del placer, de pequeño placer. Si acaso. No tenía viaje. No tenía camino. Simplemente tenía paradas. Y a su alrededor no quedaba nada.
Peter Pan buscando a su madre
en la luz de todos los bares
no encuentra la sonrisa
pegada en su camisa
de aquella la que un día le tapaba los pies
Recorría todos los lugares de perversión. O de diversión más o menos establecida. Pero allí tampoco había nada. Estaba vacío. No encontraba nada. No había nada que encontrar en aquellos lugares. Y lo que hallaba, lo que finalmente encontraba, estaba casi tan vacío como él. Más vacío a veces.
Peter Pan niño...
Peter Pan con un niño dentro
tan tan débil tan tan pequeño
no encuentra su medida
y se le va la vida
buscando a la mujer
que nunca habrá de encontrar
Así se le acababa la vida. La perdía. Pero estaba tan vacía que no lo parecía. Que no sentía que la perdía. Que no notaba que se le iba y se perdía y ya casi no estaba. Y no encontraba nada. Y no hacía más que subir peldaños en esa escalera sin sentido, sin orden, sin nada, sin saber que lo importante no era llegar ni adónde se llegaba, sino seguir subiendo y subiendo, ser consciente de ello y de lo que se ve alrededor y de quien hay alrededor. Él sólo subía. Perdido.


Peter Pan

domingo, abril 05, 2009

100 PALABRAS

Creatura y el Centro Joven promueven un concurso de Microrrelatos de Terror en menos de 100 palabras. Esperamos los vuestros. Más información en los enlaces con el Centro Joven.
El joven estaba convencido de que la vida cabía en cien palabras. Por eso intentaba siempre que sus cuentos tuvieran cien palabras. Incluso menos. Pensaba en la esencia misma de las cosas que estaría integrada en la esencia misma de la palabra que nombraba la cosa.
Manejaba cientos de volúmenes sobre semántica. Prototipos. Y otras ideas interesantes. Reflexionaba como un lexicógrafo sobre los significados. Y sobre la forma como un lingüista. Le obsesionaba la palabra, el significado.
Era en realidad algo como místico, como una búsqueda espiritual de la esencia de sí mismo y del mundo. Una recreación de la antigüedad. Una nueva busca metafísica. Buscaba la forma de explicarse de una manera simple.
Por eso las cien palabras. Y palabras clásicas, diarias, simples. Pan y sal. Agua. Amor. Sin más explicaciones. Las cosas en esencia, en su misma realidad, sin ornamentos, sin aditivos.
Pero no conseguía esas cien palabras. Siempre tenía más. Y cuando hablaba no la que buscaba. Tenía muchas. Rodeos. Circunvoluciones. Revueltas. Pero no la indicada.
Se hizo anciano en su búsqueda. Amó siempre a las palabras. Y aprendió a amar los ornamentos. Pero su vida se centró en esa búsqueda casi espiritual y mística de las palabras esenciales y básicas.
Cuando murió dijo: ahora. Ni siquiera en ese momento lo logró.

Fábrica de palabras

sábado, abril 04, 2009

SOBRERO

A veces tenía la sensación de que le sobraban partes del cuerpo. Casi siempre eran los brazos y las manos. No sabía bien qué hacer con esas prolongaciones tan largas de su cuerpo, con esas extremidades tan largas. Los cruzaba, las metía en el bolsillo, se las enlazaba en la espalda. También al dormir. O durante el sexo.
Otras veces eran las piernas lo que le sobraba. O la cintura. Los pulmones. Los oídos (cuánta tontería había que oír). La boca, por supuesto, y sus errores, sus enormes errores. Su nariz.
Muchas veces sobraba él por completo. Su cuerpo entero sobraba y era inútil. Sólo con que su espíritu, su alma o lo que fuera, hubiera estado allí hubiera valido. Otras veces sobraba él. Su presencia. Era superflua. Innecesaria. Incluso un estorbo.
Era un obstáculo para los demás. Para todo. No les valía para lo necesario. Pero además les molestaba para eso y para lo demás. Había, por tanto, desarrollado un gran complejo de culpa. Y no sólo eso. Unas ganas tremendas de estar siempre huyendo. De no permanecer. De no querer dejar poso. De no molestar. De no amar ni ser amado.

Sustitutos imperfectos de lo que no está o no debería estar

viernes, abril 03, 2009

HISTORIA DE UN NARRADOR

Contaba historias de hombres tristes que fracasaban en las cosas importantes de la vida, de hombres que jamás se equivocaban sino en las cosas que más querían, hombres derrotados, hombres sin vida ya.
O contaba historias de hombres que renacían, que rebrotaban de sí mismos como en una primavera espectacular y reverdecida.
Y contaba, contaba, contaba, sin permiso y sin razón, sólo por el hecho mismo de contar, por la belleza que residía en el mismo hecho de contar. Y por la repercusión última de sus palabras, la repercusión en sí mismo.
Y sigue y seguirá contando lo que pueda, lo que quiera, la vida misma, lo que pase o no pase, lo que le pase o no le pase. Las historias de su vida o las de las otras.

Como páginas caen las flores de los almendros

jueves, abril 02, 2009

HUMOR PARA HOMBRES (CASADOS)

EL CUENTO DE AMOR MAS BREVE Y HERMOSO DEL MUNDO

Habia una vez un hermoso príncipe que le pregunto a la bella Princesa:"Te quieres casar conmigo?". Y ella le respondió: "¡¡¡NO!!!".

Y el Príncipe vivió feliz por muchos años. Yendo a pescar, a cazar y al bar todos los días con sus amigos, donde tomaba mucha cerveza, vino, cava, y se ponía hasta las orejas de copas cuantas veces quería.

Jugaba al golf y comía caviar porque le alcanzaba la pasta para eso y mucho más. Dejaba la ropa tirada en la silla del comedor y follaba con mujeres de la noche, y vecinas, y amigas y....

No tenía que competir con vecinos y amigos por el mejor coche o el mejor lugar de vacaciones. Además se tiraba pedos a mansalva y meaba salpicando la tapa del inodoro y con la puerta del baño abierta. Cagaba leyendo sin límite de tiempo, cantaba eructando y se rascaba los huevos.

Escuchaba a Iron Maiden a pleno volumen y veía fútbol, baloncesto, tenis o cualquier deporte todo el fin de semana... ¡Y no le tocaban las pelotas!

FIN

¡A la mujer de éste parece que no la ha hecho gracia la historia!

miércoles, abril 01, 2009

INTENTO DE MONÓLOGO 1

Una vez tuve un pero. Era el perro más listo del mundo. No se crean que lo digo porque era mi perro. Mi perro era listo listo. Me hacía los deberes del colegio. Y cuando llegué a la facultad, gracias a él, por supuesto, me hacía los deberes de la facultad y me explicaba las asignaturas y me hacía resúmenes para estudiar.
Le debo lo que soy a ese perro que tuve. Era muy amable. Y muy educado. Siempre daba las gracias. Y decía hasta luego si te ibas. Me lamía la manita cuando llegaba. Nunca comía nada de la mesa. Y ladraba a los perros que lo hacían. Tenía un carácter morrocotudo con los maleducados.
Cuando notaba que las perras estaban en celo pedía permiso para cortejarlas. Yo se lo daba y él se iba a comprar flores para la perrita en cuestión. Un día se casó. Pero se divorció rápido. Por lo visto sólo era atracción sexual. Ella no tenía ninguna conversación.
Total que ahí seguíamos mi perro y yo mano a mano. Él, no le he dicho aún, se llamaba Juan y era rubio y alto, para ser un perro. Yo era bajito, moreno y gordo y todos me llamaban Bobby.
Un día me enamoré y le pedí consejo a Juan. Me dijo que lo mejor era hacer todo lo que pudiera para que ella me conociera lo menos posible. Que tenía que mentir, fingir, actuar, lo que hiciera falta vamos.
Me casé con ella, la conseguí. Y Juan no le gustaba. Pedía que lo echáramos de casa, así que la eché de casa. Ella no tenía ninguna conversación. Creo que sólo era atracción sexual.

Perro labrador, poco mordedor