En La caída, uno de
sus tres novelas, Camus reflexiona a través de un largo monólogo
sobre casi todas las cuestiones de la vida. En un ejemplo de cómo el
existencialismo y el nihilismo van ganando el terreno al hombre según
madura y se hace mayor, el personaje principal muestra su desencanto
del mundo, su patente inutilidad. Entre sus muchas reflexiones hay
una que habla sobre Jesucristo y su melancolía.
El protagonista
defiende que siempre ha percibido a Jesús como un ser triste y
melancólico, un hombre que sabe cuál es su destino y que sabe
también, según la opinión del protagonista, que ese destino será
inútil, pues los hombres no tendrán salvación, no dejarán de ser
hombres y por tanto de actuar de manera egoísta y malvada.
Esa melancolía de
las representaciones artísticas de Jesús, en casi cualquier época
de su vida, se antoja una observación muy certera por parte del
personaje de Camus. En las películas vemos representado a un Jesús
que más allá del tono mísitico que se le pretende dar, está
siempre como ausente, como fuera de todo y poseído de una honda
tristeza.
No es miedo, ni
dolor, ni angustia, es tristeza lo que se percibe también en pasos
religiosos, en esculturas, en cuadros, en retablos y en gran parte
del arte religioso, y no sólo el que representa la pasión y la
muerte, la tortura y el calvario y la crucifixión. Las
representaciones que nos muestran al Jesús anterior ya contienen ese
rictus de tristeza en él.
También persisten
en algunas narraciones. En los evangelios y en otros textos que
hablan de Cristo y su vida. No hay asomo de esa alegría que
realmente debería representar, de esa alegría que es Dios para los
hombres como lo son los hombres para Dios.
El sacrificio que
habrá de afrontar y su parte humana, su parte de hombre, que siente
dolor y miedo es la que trasmite esa pena, esa tristeza que vemos en
sus representaciones. Porque afrontar un gran sacrificio, con la
intuición de que será inútil mueve a la pena y aunque lo afrontará
con entereza, no le abandona la sensación de que es necesario más
que útil llevarlo a cabo. Y no deja de sentir tristeza también por
tener que abondonar a los hombres y dejarnos solos. Solos y
confundidos. Solos y malvados. Solos y unos contra otros.
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