Esta falta de todo que me adorna, sobre
todo de preocupaciones, me está haciendo la vida imposible. No puedo
concentrarme en nada concreto y no hago más que pensar en
gilipolleces, como por ejemplo, la lista de los reyes godos, o nuevas
ideas para anuncios de tampones (ideas que no me salen, porque creo
que ya todas están hechas).
Paso las noches en blanco sin nada en
que pensar y me despierto con una sensación de vacío que nada puede
reparar. Necesito una preocupación. Un problema. Antes, cuando tenía
ocupaciones, me pasaba la noche dando vueltas en cómo solucionar
problema que yo mismo creaba. Ahora, como mucho, me paso la noche
pensando en cómo solucionar mis problemas de amor. Y eso no es un
problema, es una novela de Danielle Stelle.
Voy a la calle a buscar problemas de
verdad, aunque no sean míos, a ver si así consigo dormirme pensando
en ellos, arrullado por el dulce acento de la incertidumbre.
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