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martes, enero 06, 2015

POESÍA Y TRADUCCIÓN, LA TIERRA BALDÍA


Cualquier tipo de traducción tiene muchas dificultades, captar los matices de una lengua, las palabras exactas, la elección de una y no otra que más o menos significan lo mismo, siempre conlleva una enorme complicación. Esa complicación inherente a la traducción es aún mayor si lo que se piensa cambiar de lengua es poesía.

La poesía está hecha con palabras muy exactas, con palabras muy seleccionadas que marcan un ritmo, unas asociaciones, una sonoridad que hacen que cambiar de lengua un poema sea algo más que complejo, algo casi imposible.

Y esa complicación crece aún más si lo que se pretende variar de idioma es poesía vanguardista, hecha ahora más que nunca, con palabras que remiten a significados abstractos, sensibles, diversos y complejos que a veces es imposible entender en la misma lengua del poema, y mucho más, muchísimo más traspasar eso a otro idioma.

A los 34 años T. S. Elliot publicó en Inglaterra La tierra baldía, un poema que cambió la percepción y el desarrollo de la poesía, un poema que habla de la poesía moderna, de la poesía clásica, que habla del hombre y del mundo, un compendio temático de toda la poesía habida hasta el momento. Con giros y metáforas extraños, vibrantes, inquietantes, trasladar el texto al español siempre ha sido un desafío para los traductores y los poetas que, con más o menos fortuna, lo han intentado.

La editorial Lumen lanza ahora una nueva traducción a cargo de Andreu Jaume, que con gran trabajo ha intentado trasladar lo más fielmente posible las palabras de Elliot, un trabajo casi imposible, la de recrear la poesía, volver a hacerla igual pero en otro idioma, en otro código diferente, con otros instrumentos y queriendo decir lo mismo.

Un trabajo que pretende acercar esta gran obra de la poesía moderna a los lectores en español, que lucha contra el lenguaje para volver a hacerlo, que intenta que el poema se redoble, se duplique, y sobre todo que permite que Elliot, más o menos fiel, pueda ser leído. 



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