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domingo, enero 04, 2015

LA GRAN ESTAFA POP


Cuando en Alta Fidelidad de Nick Hornby Rob se pregunta si escucha canciones de amor porque está triste o si está triste porque escucha canciones de amor, en realidad se está preguntando si la tristeza es suya o si la tristeza le ha sido impuesta desde fuera por la situación que vive. El personaje de Hornby ha sido abandonado por su novia y escucha y ha escuchado miles de canciones sobre el amor y sobre su tristeza.

Esa sensación de extrañeza ante sí mismo y lo que siente se puede extrapolar a toda la cultura popular y lo que sentimos. ¿Sentimos algo o están nuestros sentimientos predefinidos? Y no sólo nuestros sentimientos, incluso nuestra historia, ¿está predefinida y se desarrolla luego tal cual lo hace en la cultura pop?

Las canciones, en más de un noventa por ciento dedicadas al amor, nos dicen cómo debe ser el amor, cómo debemos sentirnos al encontrarlo, incluso cómo encontrarlo y qué sentir cuando lo perdemos. Pero también el cine, desde Disney hasta las películas románticas, Disney para adultos, nos indican esas pautas. El diario de Noa, Todos lo días de mi vida y otras ficciones similares muestras historias de amor que después queremos repetir.

Las Barbies y los Action Man son modelos también que desde niños contemplamos como deseables, por su físico, por sus condiciones de vida. Lo mismo sucede con los superhéroes. Y pasa también con la poesía, idealización del amor y de la vida en los poetas más conocidos y más vendidos (Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de un Neruda casi adolescente, Rimas de Bécquer, un tanto banalizadas). Incluso la pornografía nos muestra una realidad idealizada donde el sexo es mucho más, mucho mejor de lo que luego se experimenta.

Toda la cultura popular nos indica cómo vivir, cuál es el modo correcto de sentir, qué debemos sentir, cómo debemos actuar, cómo deben ser nuestras historias, qué es lo que nos va a definir (salud, dinero y amor, y el amor, como tema principal sobre todo lo demás). Luego, la confrontación entre ese ideal, esa cultura popular que nos rodea desde que nacemos y la realidad, nos causa una enorme sensación de estafa, como si en nosotros, y sólo en nosotros eso no se hubiera cumplido, la promesa hubiera sido una mentira.

Ciertos autores, contraculturales tal vez podríamos llamarlos, hablan de una forma directa o metafórico de esa estafa, Chuck Palahniuk, Luis Cernuda incluso Pedro Salinas con su poesía amorosa conceptual pero alejada del idealismo, Albert Camus o Nirvana y el grunge y el punk y muchos otros vieron la estafa y la trataron y la señalan con el dedo. Pero está tan dentro de nosotros, de nuestra vida diaria, que hasta que no nos afecta, no nos estafa, no la vemos.



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