Publicidad

sábado, agosto 30, 2008

DON JUAN Y LA TRISTEZA DE LA MIRADA


Pese a que no era tan bueno como el Cid, que como ya sabemos ganó una batalla después de muerto, Macho Alfa donde los halla este Cid, don Juan también era muy bueno, y muy chulo. Era capaz de enamorar a las chicas sin bajarse del caballo, como el Cid. Y de enamorarlas a pares y hasta a tríos.
Así las mujeres se lanzaban en el camino de su caballo pidiendo por favor una oportunidad o que había llegado su turno en la atracción donjuanesca. Don Juan, evidentemente, aprovechaba cada oportunidad, mas sólo si le placía, que si no era de su gusto o le resultaba cansado ponía una excusa y se marchaba de allí dejando a la susodicha con un palmo de narices.
Por esto mismo don Juan tenía una corte de admiradores, que tanto le admiraban como le odiaban, porque robaban sus opciones y se acostaba con sus mujeres, pero lo hacía tan bien y era tan majete que les daba un poco lo mismo e invitaban a cervezas y otras cosas a don Juan.
Insaciable e implacable nuestro don Juan, no dudaba a la hora de hacer su gusto, de convertir en realidad los deseos absurdos de cada hombre, de cada pequeño señor bajito que va por la calle pensando en sus cosas, que no son más que estas cosas que don Juan hacía.
Mientras, empero, Abelardo, libre de su Eloisa y de cualquier asomo de Eloisa que pudiera uno imaginar, observaba a don Juan y sus acciones y pensaba en la moral, en la ética, en la salud, en la metafísica, en la tristeza con que miraba él, y en lo sucedido antes, que casi había conseguido inflamar su pecho. Y sin querer ni imaginar que algún día una mujer le esperaría. ¿Para qué?
Abelardo, solo como siempre, regresó a sus aposentos despidiéndose hasta el día siguiente de don Juan, pensando en la tristeza con que miraba, pensando en por qué siempre se equivocaba (sobre todo y casi únicamente en lo que más quería) y pensando, que pese a todo era feliz, por el beso amistoso del amigo.
Don Juan, ¿tal vez más feliz?, se dispuso a recibir a la mujer del día, aquella mujer que le estaba esperando como se espera el turno en los mercados.

Don Juan.

1 comentario:

PINKY dijo...

No es verdad ángel de amor
que en esta apartada orilla
más clara la luna brilla
y se respira mejor.
Tus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos
y creí que era soltera
más luego tenía marido.