Llevo tiempo buscando unas obras
completas de Luis Rosales. Un día en la Fnac de Callao me encontré
con unas, pero como ya había gastado mucho dinero en libros ese mes,
decidí no comprar el libro y volver a por él después. Cuando volví
ya no estaba disponible. Y no ha vuelto a estarlo más.
Mientras, se han publicado varias
antologías del autor. Visor cuenta con una. Hay otra de Sibila. Pero
las obras completas, que contaban no sólo con su obra poética,
también lo hacían con un volumen con sus ensayos, no han vuelto a
aparecer.
Otro tanto sucede con otros autores. La
obra de José García Nieto sigue disgregada en múltiples y muchas
veces inaccesibles volúmenes. Igual que la de Dionisio Ridruejo. O
la de Luis Cernuda. Por poner sólo algunos ejemplos.
En los últimos años algunas
editoriales se han interesado por la publicación de Obras Completas.
Es el caso de Cátedra (con la estupenda edición en tres tomos de
las obras de Pedro Salinas, por poner un ejemplo) o de Visor (suya es
la necesaria edición completa de César Vallejo) o incluso de
Galaxia Gutemberg a través de Círculo de Lectores (dos ediciones de
las obras de Gil de Viedma les avalan).
Sin embargo el esfuerzo se queda corto.
Sigue siendo preciso presentar al completo la obra de muchos autores,
con comentarios esclarecedores y una visión general de su obra, su
vida y su aportación a la literatura del momento y posterior. Esas
cosas que faltan se echan de menos, pues cercenan en gran parte la
accesibilidad y el entendimiento de unas obras que tienen aún mucho
que aportar a los lectores y a la literatura en general. Y sobre todo
cercenan y olvidan la obra de muy interesantes autores.
Como lector, aún me arrepiento de
aquel día en que dejé escapar el libro de Luis Rosales, porque
sabiendo que una vez existió, su falta es mayor aún. La falta de
los que deseo y no existen, tiene cierto consuelo.
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