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jueves, septiembre 17, 2009

EX-POLICÍA

Pero no bebió. No bebió el whisky. Me miró y dijo, no puedo, no puedo. Algo me recordó a Chiquito, pero no quise hacer un chiste en un momento tan poco apropiado. Soy un policía, un hombre decente. Pero no puedo deteneros.
¿Qué es más importante para ti? ¿Tus leyes? ¿Tu vida? ¿Tu gente? ¿El cuerpo? Y en sus ojos se pintó la duda. Junté las muñecas y le dije, detenme, a lo mejor así se calman tus nervios. Pero tú eres mi amigo, cómo te voy a detener. Motivos me sobran, pero no puedo detenerte.
La cosa se estaba poniendo ya cansina y aburrida porque estaba que si lloro que si no lloro, que si no puedo, que si qué va a ser de mi vida y tal. En esos momentos el amigo que te hace esas cosas suele desmayarse por culpa de la ingesta de alcohol pero como este no bebe, no se iba a desmayar. Consideré la opción de dejarle KO de un puñetazo, pero dado que tiene acceso a armas de fuego decidí no hacerlo.
¿Sabes cuál sería una buena solución? Dejar el cuerpo. Puedes ser otra cosa. Puedes ser agente secreto, guardaespaldas, militar,… hay muchas opciones para que un hombre duro pueda trabajar de lo que le gusta.
Al día siguiente volvió. Había dejado el cuerpo. Estaba buscando un trabajo que fuese parecido, pero más arriesgado si era posible, más duro, en el que corriese más peligro y no tuviera que pensar que si es bueno o malo, que si es mi amigo que si lo dice la ley.
Y lo encontró. Se hizo profesor de secundaria. Ahora, a diferencia del resto de profesores, es feliz. Aunque a veces acaricia su pistola y fantasea con la opción de llevársela a clase.


Su nuevo instrumento de represión

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