Publicidad

jueves, febrero 25, 2010

MUCHACHOS Y MUCHACHAS

En el bar en el que tocamos algunos días me quedo hasta tarde, porque como yo nunca madrugo no tengo que irme a dormir, y como estoy solo porque Felipe va siempre con alguna chica, pues me quedo un rato, me entretengo y tal. El caso es que el último día me encontré allí con un hombre muy triste, más que yo, y como sé que de esos hombres siempre sale un blues, me fui para él a ver que se contaba.

Era un hombre desesperado. Era un hombre que había estudiado. Vale que no mucho ni que lo que estudia todo el mundo. Pero había estudiado. Así que se intuía a sí mismo como hombre de mundo acostumbrado a todo.

Se creía. En el camino de este hombre se cruzó, como no, una mujer. No hay blues sin mujer. La mujer le anduvo buscando las vueltas, hasta que al fin se las encontró. Afortunado él. Afortunada ella. Qué bonito todo.

Pero aquí fue donde llegó el problema. Él era un hombre de buena fe. Así que cuando fue a su casa no se esperaba aquello. Siempre lo había oído por ahí. Se lo había dicho su madre. Se lo habían dicho sus amigos. Pero no se lo imaginaba.

Entre lágrimas me dijo el hecho que le preocupaba, la razón por la cual estaba ahora allí apoyado, dándole vueltas a un vaso de whisky vaciado varias veces ya. Me miró a los ojos y me dijo: “las muchachas son distintas de los muchachos”.

Entendí pues su drama. Entendí su preocupación. E hice un blues. El de las muchachas y los muchachos.


¿No es evidente?

1 comentario:

Jordi M.Novas dijo...

hay que sacar canciones de debajo de las piedras; la vida es blues..