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domingo, febrero 14, 2010

BARRE

La cocina está llena de esos pequeños trozos de porcelana y cristal. Por cualquier sitio, inopinadamente, aparecen los trozos, de repente, sin más. Rubén anda buscando todos los trozos y juntándolos con el cepillo. Lleva mucho rato haciéndolo. Con una delectación impropia de un acto tan automático y tal vez vacío como es barrer. Lleva mucho rato haciéndolo y no quiere parar.

Cuando ha llegado ha visto los trozos. Laura estaba en la cocina. Le ha mirado, ha soltado un bufido, le ha dado con el hombro, ha soltado algo similar a una carcajada y se ha marchado. Rubén se ha quedado con la carcajada rara que ha soltado. Le ha gustado esa carcajada. Le ha divertido. Por eso ahora está juntando con esa cara los trozos de plato y vaso. No sabe cuántos han podido ser. Ni por qué han caído. Por eso piensa seguir haciéndolo más rato.

Rubén está pensando en el beso que le dio a Laura hace unos días. No pudo evitarlo. Laura estaba preciosa. El pelo corto, los ojos grandes, la mirada dulce, una pequeña sonrisa tal vez por volver a verle, por llegar a casa y encontrarle. Eso pensó él. Se alegra de verme. Y yo de verla a ella. Y le hizo un gesto y la atrajo hacia él y la besó. Laura se asustó un poco. Y luego se hizo la ofendida. Tenía que avisarla antes de besarla. A Rubén le gustó aquel beso. Aquel acto de puro impulso que había estado reteniendo tanto tiempo. Y que después había vuelto a retener. Ayer mismo cuando ella volvió del gimnasio, el pelo recogido en una pequeña coleta dejando el cuello a la vista. Pero no ha vuelto a hacerlo. Piensa en que volverá a hacerlo. Y en que le gustaría que fuera ella quien lo hiciera. Fantasea con ello. Con que sea ella la que le bese a él, inopinadamente.

Para Rubén de barrer por un momento y se asoma fuera de la cocina para buscar a Laura, pero no la ve. Rubén se está divirtiendo mucho. Barriendo, besando, pero también con el retorno. Volviendo a amar a Laura. Volviendo a conseguir que Laura se enamoré de él. Se acuerda del otro. De que hay otro. De que es el otro el que se acuesta ahora con Laura, el que tiene su cuerpo. Pero coge la escoba y da otra vuelta a la cocina. Qué más da, dice. Y sigue barriendo.


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