Esta noche, después de mucho tiempo sin poder hacerlo, o sin hacerlo al menos, Rubén duerme tranquilamente junto a Laura. Sabe que tiene mucho trabajo por delante. Tiene que volver a conquistarla. Volver a mirarla como al principio, con ojos sorprendentes y nuevos, volver a descubrirla. Luego habrá de hacerse él también un hombre nuevo, el hombre que Laura esperaba que fuera.
Pero la tranquilidad de saber, de conocer lo que tiene que hacer, el futuro que le espera, le deja muy tranquilo. No le asusta el trabajo, le asusta, sólo le asusta, la incertidumbre. Duermen ambos profundamente en la misma cama y esto no sucedía desde hace mucho.
Como ya no duerme por las tardes, Rubén tiene mucho tiempo libre. Ha vuelto a trabajar en sus lecturas. Ha programado un entrenamiento más exhaustivo. Piensa participar en algunas carreras. No por competir. Por probarse. Por saber su límite. Luchar, una vez más, consigo mismo.
Su nueva alegría se le nota en todo. En clase los chicos lo han notado. Han vuelto las bromas, los comentarios acertados y divertidos. También cuando corre. Ahora Mateo se las ve para seguirle. Se lo ha comentado. Rubén se siente fuerte. Sabe del trabajo que tiene por delante, pero no le preocupa. Ese esfuerzo es lo importante. También sabe que conseguirlo o no es lo de menos, que lo fundamental será lo que suceda, lo que pase, el camino. Y que ese camino sea interesante.
De momento lo está siendo. Los preparativos de lo que ha de hacer, el pensar y planear lo que hay que hacer le está pareciendo muy interesante, muy divertido. Además tiene la ventaja de que Laura ahora está mucho más cerca que nunca. No tiene que ir a buscarla, ni hacerse el encontradizo, no precisa de excusas. Sólo tiene que pararse y mirarla. Observarla.
Rubén ya tiene en la cabeza todo lo que tiene que hacer para volver a empezar. Ya sabe que su objetivo, su destino, su idea, es volver a empezar.
Pero la tranquilidad de saber, de conocer lo que tiene que hacer, el futuro que le espera, le deja muy tranquilo. No le asusta el trabajo, le asusta, sólo le asusta, la incertidumbre. Duermen ambos profundamente en la misma cama y esto no sucedía desde hace mucho.
Como ya no duerme por las tardes, Rubén tiene mucho tiempo libre. Ha vuelto a trabajar en sus lecturas. Ha programado un entrenamiento más exhaustivo. Piensa participar en algunas carreras. No por competir. Por probarse. Por saber su límite. Luchar, una vez más, consigo mismo.
Su nueva alegría se le nota en todo. En clase los chicos lo han notado. Han vuelto las bromas, los comentarios acertados y divertidos. También cuando corre. Ahora Mateo se las ve para seguirle. Se lo ha comentado. Rubén se siente fuerte. Sabe del trabajo que tiene por delante, pero no le preocupa. Ese esfuerzo es lo importante. También sabe que conseguirlo o no es lo de menos, que lo fundamental será lo que suceda, lo que pase, el camino. Y que ese camino sea interesante.
De momento lo está siendo. Los preparativos de lo que ha de hacer, el pensar y planear lo que hay que hacer le está pareciendo muy interesante, muy divertido. Además tiene la ventaja de que Laura ahora está mucho más cerca que nunca. No tiene que ir a buscarla, ni hacerse el encontradizo, no precisa de excusas. Sólo tiene que pararse y mirarla. Observarla.
Rubén ya tiene en la cabeza todo lo que tiene que hacer para volver a empezar. Ya sabe que su objetivo, su destino, su idea, es volver a empezar.
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