Era el azar el que los había llevado a ese momento en ese lugar. No era, se podía ver, un momento especial. Simplemente era otro momento, uno más. O uno menos. Nadie sabría decir cuántos les quedaban. Tal vez uno más. Tal vez mil más.Un bar. Una mesa. Cuatro sillas. Dos de ellas ocupadas.. Dos vasos. Hablaban. De la vida. De sus vidas. Sobre todo de lo que pasaba. De lo que iba pasando. Se lo contaban. Así era más real. Y además era compartido.Pero sobre todo hablaban del azar. De lo que habría pasado. Del condicional. De lo que habría pasado si, de lo que hubiera sucedido si, de lo que estaría pasando o iría a pasar si. Y ese azar tenía dos caras, las dos malas, una buena y una mala, las dos buenas.No estarían ahora juntos, hablando de aquello si. No se habrían conocido si. No hablarían así ni de otra manera si. O tal vez sí. Tal vez hablaran así, tal vez se habrían conocido. Tal vez, tal vez sí.Y no importaba el si. O sí importaba el si. Qué más daba. El azar, la vida, lo había propiciado. Pensaban tal vez que lo mejor sería no haberse conocido. Ella era feliz antes. Él habría tenido otra vida. Habrían sido felices viéndose felices.Le daban más vueltas al si. Esto habría pasado si. ¿Te hubiera gustado? No ha pasado. ¿Te hubiera gustado? No lo creo. ¿No? No. No hubiera funcionado, ese si, no habría sido bueno ni para ella ni para mí, ni para él. Es mejor así. Él es mejor que yo. Ella será más feliz. Somos todos más felices.Y cambiaron de tema. Muchas veces. Se hicieron reír. Se insultaron. Utilizaron el si para reírse. Ya no importaba. Ya se podían reír. O siempre se podían reír, de todo. Qué más daba. Nada es importante si no te puedes reír de ello, incluso el azar. Incluso el si.
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