Como todos sabéis porque ya lo hemos anunciado en este blog, el lunes se inauguró la exposición de nuestra colaboradora Leticia Vera en el Centro Cultural de esta nuestra localidad (bueno, en realidad, vuestra localidad).
Como en otras ocasiones a la inauguración aparte de la modesta representación de Creatura asistió también una representación del Centro Juvenil (en este caso Javier González) que ampara la exposición de esta joven artista.
Como ya sabéis mi formación artística es mínima, así que una vez más hablaremos de temas y sensaciones. Los temas recurrentes de Leticia son las mujeres. La mayor parte de su obra representa una figura femenina. En este caso son mujeres con cierto aire de fatalidad, mujeres de película antigua, de los años 20 y treinta y que además traen cierto sabor a las vanguardias que por esa fecha conquistaban los caballetes de toda Europa.
Así tenemos incluso a verdaderas vampiros (recordemos que Leticia es coautora del libro Vampiros, que está la venta para todo aquel que quiera invertir en cultura) Muchos de sus cuadros son inquietantes y dan bastante miedo (no vayáis de noche a ver la exposición) incluso a la propia autora.
Ese mismo miedo, esa misma inquietud se siente cuando se entra en la sal de exposiciones. Un algo indefinible recorre la espina dorsal al encararse con alguno de los personajes de Leticia, que si bien son evidentemente personajes (no tienen del todo una configuración real o realista) si parecen tomados de modelos reales. Es decir, que en cierta forma podrían existir esas chupasangres (en todos los sentidos) inquietantes.
La técnica es una vez más sorprendente para los neófitos en este arte. Es tinta china aplicada en un papel muchas veces humedecido con anterioridad. Así se consiguen efectos sorprendentes en los que la tinta va quedando desvaída o va formando círculos concéntricos que la autora no puede controlar o prefiere no controlar.
En cualquier caso y ya que no soy crítico de arte, me fijé en los otros detalles. La autora se ha quedado sin espacio, algunos cuadros están cómicamente sujetos en el extintor y cosas así que merecen la pena ver.
Como Leticia es una mujer de carne y hueso y no de cartulina necesita dinero para vivir y comer y esas cosas así que no os cortéis y pedid la lista de precios. Estos fluctúan entre los 60 y lo que queráis pagar. Además Leticia vende su propia artesanía ya que realiza broches en forma de muñecos y también están en venta (y lo estarán en el mercadillo alternativo).
Así que amigos, daos una vuelta por el Centro Cultural, saludáis a los amigos que tengáis por allí (y si no los tenéis podéis hacerlos hay por allí gente muy maja), veis la exposición, tomáis prestada una peli o un libro, y compráis un cuadro a Leticia. Es lo que se llama un día aprovechado.
Como en otras ocasiones a la inauguración aparte de la modesta representación de Creatura asistió también una representación del Centro Juvenil (en este caso Javier González) que ampara la exposición de esta joven artista.
Como ya sabéis mi formación artística es mínima, así que una vez más hablaremos de temas y sensaciones. Los temas recurrentes de Leticia son las mujeres. La mayor parte de su obra representa una figura femenina. En este caso son mujeres con cierto aire de fatalidad, mujeres de película antigua, de los años 20 y treinta y que además traen cierto sabor a las vanguardias que por esa fecha conquistaban los caballetes de toda Europa.
Así tenemos incluso a verdaderas vampiros (recordemos que Leticia es coautora del libro Vampiros, que está la venta para todo aquel que quiera invertir en cultura) Muchos de sus cuadros son inquietantes y dan bastante miedo (no vayáis de noche a ver la exposición) incluso a la propia autora.
Ese mismo miedo, esa misma inquietud se siente cuando se entra en la sal de exposiciones. Un algo indefinible recorre la espina dorsal al encararse con alguno de los personajes de Leticia, que si bien son evidentemente personajes (no tienen del todo una configuración real o realista) si parecen tomados de modelos reales. Es decir, que en cierta forma podrían existir esas chupasangres (en todos los sentidos) inquietantes.
La técnica es una vez más sorprendente para los neófitos en este arte. Es tinta china aplicada en un papel muchas veces humedecido con anterioridad. Así se consiguen efectos sorprendentes en los que la tinta va quedando desvaída o va formando círculos concéntricos que la autora no puede controlar o prefiere no controlar.
En cualquier caso y ya que no soy crítico de arte, me fijé en los otros detalles. La autora se ha quedado sin espacio, algunos cuadros están cómicamente sujetos en el extintor y cosas así que merecen la pena ver.
Como Leticia es una mujer de carne y hueso y no de cartulina necesita dinero para vivir y comer y esas cosas así que no os cortéis y pedid la lista de precios. Estos fluctúan entre los 60 y lo que queráis pagar. Además Leticia vende su propia artesanía ya que realiza broches en forma de muñecos y también están en venta (y lo estarán en el mercadillo alternativo).
Así que amigos, daos una vuelta por el Centro Cultural, saludáis a los amigos que tengáis por allí (y si no los tenéis podéis hacerlos hay por allí gente muy maja), veis la exposición, tomáis prestada una peli o un libro, y compráis un cuadro a Leticia. Es lo que se llama un día aprovechado.
Imágenes de obras de Leticia.
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