El capitán López tuvo el otro día un mal mal día. Ha conocido a una mujer. Eso no es lo malo. Tal vez no. La cosa es que a la mujer también le gusta López. Con lo cual todos son felices. O al menos ellos dos. Juntos se pasan el día y hacen las cosas que hay que hacer juntos café para dos.
Pero eso no es el mal día. El mal día vino después. El caso es que ambos estaban en un parque comiendo pipas. Esto está muy bien. Comían pipas, se miraban, se reían, seguían comiendo pipas. Y bueno, ya sabéis como son las cosas, empezaron la ración de besos y esas cosas.
Ambos sabían a pipas, a sal, y tenían algunos palitos de esos de pipas entre los dientes, pero eso les daba igual. Lengüetazo por aquí, achuchón para allá la cosa se fue calentando de una forma un poco ya desesperada.
Empezaron lo que no debían empezar y llegado el momento se dijeron, espera, espera que no tengo protección. Bueno pero esto no podemos dejarlo así. Tienes razón. Y a ella se le ocurrió una idea. Toma la bolsa de pipas. Tú crees. Estoy segura. Así que López usó la bolsa de pipas para protegerse.
Como es lógico la bolsa no funcionó, pero daba mucho gustito según ella hasta que pasó lo inevitable, la bolsa en un mal pliegue se quedó dentro de aquel sitio y no salía no salía no salía. La excitación se pasó de golpe. Tenían que ir a urgencias. Pero cómo vamos, qué decimos.
Entre risas el ginecólogo de guardia le sacó la bolsa de pipas a la chica, el capitán rojo de vergüenza la acompañaba en todo momento. Cuando se fueron el médico les dio una última recomendación: nunca usen una bolsa de pipas, las de cacahuetes son mejores, pero, pero si usan una bolsa de pipas, por Dios, vacíenla.
Pero eso no es el mal día. El mal día vino después. El caso es que ambos estaban en un parque comiendo pipas. Esto está muy bien. Comían pipas, se miraban, se reían, seguían comiendo pipas. Y bueno, ya sabéis como son las cosas, empezaron la ración de besos y esas cosas.
Ambos sabían a pipas, a sal, y tenían algunos palitos de esos de pipas entre los dientes, pero eso les daba igual. Lengüetazo por aquí, achuchón para allá la cosa se fue calentando de una forma un poco ya desesperada.
Empezaron lo que no debían empezar y llegado el momento se dijeron, espera, espera que no tengo protección. Bueno pero esto no podemos dejarlo así. Tienes razón. Y a ella se le ocurrió una idea. Toma la bolsa de pipas. Tú crees. Estoy segura. Así que López usó la bolsa de pipas para protegerse.
Como es lógico la bolsa no funcionó, pero daba mucho gustito según ella hasta que pasó lo inevitable, la bolsa en un mal pliegue se quedó dentro de aquel sitio y no salía no salía no salía. La excitación se pasó de golpe. Tenían que ir a urgencias. Pero cómo vamos, qué decimos.
Entre risas el ginecólogo de guardia le sacó la bolsa de pipas a la chica, el capitán rojo de vergüenza la acompañaba en todo momento. Cuando se fueron el médico les dio una última recomendación: nunca usen una bolsa de pipas, las de cacahuetes son mejores, pero, pero si usan una bolsa de pipas, por Dios, vacíenla.
1 comentario:
llena...?? en serio..?? jajaja, digamos que es una idea original de la chica de lopez no? a mi no se habria ocurrido jamas...
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